Desde el viernes, las fuerzas de seguridad francesas se encontraban en alerta por la vigésimo tercera marcha de los “chalecos amarillos”. En una Francia sacudida por el incendio de la catedral de Notre Dame, se esperaba que los manifestantes orientaran su camino en esa dirección y la policía tenía órdenes precisas de impedirlo. Para ello, además del despliegue de 60 mil uniformados y carros de asalto, realizaron más de 11 mil controles preventivos. Previamente a los encontronazos con los manifestantes, la policía ya arrestó al menos 126 personas «por portar objetos prohibidos».
Los manifestantes se concentraron desde la mañana de este sábado 20 de abril frente al Ministerio de Economía para iniciar una nueva marcha con destino los alrededores de Notre Dame. Sin embargo, las autoridades prohibieron las movilizaciones en los Campos Elíseos y en las inmediaciones de esa catedral.
El Ministerio del Interior anunció que las protestas congregaban alrededor de 6.700 manifestantes en París, y 9.600 en toda Francia. Gran parte del debate que circulaba entre los manifestantes, del que dan cuenta todas las crónicas escritas desde París, se relacionaba a las cantidades de dinero donadas por multimillonarios franceses para restaurar Notre Dame, mientras que las políticas económicas de Macrón y el salario mínimo condena a la pobreza a miles de franceses.
#BuenSabado #GiletsJaunes #ActeXXIII París los sábados, desde hace 23 semanas, ya tiene una postal propia (ya no tan masiva, pero que permanece) contra Macron pic.twitter.com/yzvbeeQXm2
— Diego Sacchi (@sac_diego) 20 de abril de 2019
Según fuentes oficiales «un bloque radical de 1.500 a 2.000 personas, integrado por ‘ultra-amarillos'» son los responsables de los “disturbios” que reprimieron las fuerzas de seguridad galas. Las protestas en la capital francesa han sido dispersadas por la Policía con gas lacrimógeno. Otras ciudades en las que se reunieron los chalecos amarillos fueron Toulouse, Montpellier y Burdeos.
Desde el 17 de noviembre de 2018, Francia vive una oleada de movilizaciones de los llamados chalecos amarillos, un movimiento contestatario que ha puesto contra las cuerdas al presidente Emmanuel Macron.
Si bien la participación de manifestantes autónomos se ha ido reduciendo con el pasar de las protestas, movimientos calificados como de ultraizquierda y ultraderecha se han sumado a las manifestaciones, intentando apropiarse del malestar original.