La revista Playboy llamó a Manuela D’Ávila «La comunista más linda de Brasil», antes de que la política rechazara posar desnuda porque no considera a su cuerpo como presentación política. Por el contrario, para criticar a la sociedad patriarcal, en plena sesión parlamentaria amamantó a su hija, como forma de reivindicar los derechos de las mujeres.
Entre los años 2007 y 2015 fue diputada federal por Rio Grande do Sul, siendo la legisladora electa con más votos en Brasil, y actualmente es representante estadual. Periodista y militante del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) un importante aliado del Partido de los Trabajadores (PT), acaba de lanzar su precandidatura a presidenta de Brasil y Tiempo conversó con ella.
¿Por qué en este momento presenta su candidatura presidencial?
Vivimos una grave crisis política y económica. El PC tiene un proyecto para Brasil, para que el país salga de la crisis. Estamos presentando ese proyecto para la población porque es preciso dialogar con las personas para que juntos podamos construir alternativas viables y que no sean perjudiciales a las brasileñas y brasileños.
¿Significa una ruptura con el PT?
Nosotros, en el PC, creemos que después del golpe contra la presidenta Dilma, el año pasado, con la ruptura de la democracia comienza un nuevo ciclo en la política brasileña, y en ese ciclo nosotros queremos presentar propuestas.
¿Por qué cree que la derecha logró el impeachment?
Leonardo Boff bien dice que está en curso en Brasil una anti-revolución. Las viejas élites oligárquicas nunca aceptaron, por ejemplo, a un obrero como presidente. Viene desde Lula el inicio de ese movimiento que culminó en el golpe. El impeachment a la presidente Dilma es un capítulo de esa negación que tiene sus objetivos alcanzados a través de mucha articulación. Fue algo armado y bien amarrado. Quieren volver al estado anterior, a la democracia patrimonialista y de espaldas al pueblo.
¿Qué balance hace del gobierno de Temer?
El gobierno de Temer es un retroceso para los brasileños, sacando derechos conquistados hace tiempo. La Enmienda Constitucional 95 es un ejemplo, porque congela las inversiones públicas en áreas como salud y educación para los próximos ¡20 años! Esa medida no contribuye para el desarrollo y la reducción de las desigualdades, por el contrario, va a estancar el país por, lo mínimo, dos décadas. Este gobierno colocado en la práctica por Temer nada tiene que ver con las propuestas presentadas cuando estuvo en la fórmula con Dilma. Es otra propuesta. Una propuesta desastrosa.
¿Queda alguna cosa por temer en las elecciones?
Podría destacar una onda de odio en las redes sociales que acontece sistemáticamente. Existen candidaturas que están tentadas de organizar y potenciar el odio y el miedo. Hay personas que no perciben cómo el odio es un instrumento político y puede salir de las redes sociales hacia las calles. Tenemos que alentar a que eso no suceda, el debate es importante, pero tiene que ser un debate sano.
¿Cree que la derecha buscará la salida con Jair Bolsonaro?
Él es usado como alternativa de extrema derecha para que una eventual candidatura de centro crezca, pero sin ser de centro, sino de derecha. Geraldo Alckmin por ejemplo, no es un candidato de centro, pero frente a Bolsonaro, él puede surgir. Por eso, precisamos debatir ideas. Para que aquellos que defienden el fin del Estado no se presenten como alternativas centristas que no son.
¿El establishment podría sacar otra figura, como el conductor de TV Luciano Hulk o Marina Silva?
Son nombres que se barajan. Marina Silva ya se presentó, sabemos sus posiciones. Luciano Hulk dice que no será candidato, pero existen rumores, incluso fue encomendada una encuesta por él para saber cómo estaría posicionado. No hay nada más insider de la política del que se dice outsider de ella.
¿Cómo sale Brasil del estancamiento, puede hacerlo con redistribución de ingresos?
El tema central de nuestra propuesta, retomar el crecimiento, a través de este frente amplio, que ya comentamos, formado por sectores mayoritarios de la sociedad. ¿Cómo podemos hacer para que Brasil entre en ese período de la Revolución 4.0, de la tecnología, de la Revolución Industrial? Necesitamos entender cuál es el papel del Estado en la inducción de ese crecimiento. Necesitamos saber cuál es el Estado que mejor servirá al pueblo. ¿De forma más eficiente? Claro. Pero el debate sobre el Estado no es una mera discusión sobre la gestión. La gestión es fundamental, el Estado tiene que ser funcional, ser armónico y tener menos burocracia. Pero la gente no puede hacer que ese debate parezca que es el debate que va a resolver el problema del retorno del crecimiento en Brasil. La gente está discutiendo sobre empleo. Mejorar gestión no necesariamente genera empleo.
Hubo una polémica por una foto amamantando a su hija en el Congreso, ¿cuánto falta en Brasil para reconocer ese tipo de derechos?
Ya avanzamos bastante, pero falta mucho aún para que las mujeres madres tengan lo mínimo. Muchas aún son despedidas cuando retornan de la licencia por maternidad. Muchas no consiguen mantener sus trabajos porque faltan guarderías, faltan escuelas de jornada completa para dejar a sus hijos cuando trabajan. Sobre la foto, sólo cumplí con la orientación de la Organización Mundial de Salud de sólo amamantar a mi hija hasta los seis meses. Era un día normal y estaba en medio del discurso. Hice lo que todas las madres hacen: resolví un problema de ellas. Amamantar no fue un acto político. La repercusión de esa foto hizo que tuviese la dimensión de cómo amamantar es un tabú en nuestra sociedad, que objetiva el cuerpo de las mujeres. «