El presidente de Francia, Emmanuel Macron, resultó reelecto en segunda vuelta con entre 57,6% y 58,2% de los votos, según las encuestas a boca de urna citadas por la agencia de noticias francesa AFP a poco de cerrarse los centros de votación. Con este guarismo, los atlantistas como el canciller alemán, Olaf Scholz, celebran otros cinco años de un mandato que implica «un voto de confianza fuerte para Europa (…) Estoy feliz de que continuemos nuestra buena cooperación», tuiteó el líder germano.
Igual que en 2017, Macrón, de 44 años, derrotó en el balotaje a la candidata de ultraderecha Marine Le Pen, de 53, aunque esta vez por margen menos holgado – 66,1% de los sufragios aquella vez – por lo que su oponente,tras reconocer la derrota, .sostuvo que «el resultado representa en sí mismo una brillante victoria» y prometió que permanecerá actuando en política. «Continuaré mi compromiso por Francia y los franceses, libraré esta batalla», dijo.
También la Unión Europea (UE) reaccionó sin demora. «Podemos contar con Francia cinco años más», afirmó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en Twitter. «Estoy encantada de poder continuar nuestra excelente cooperación», dijo por la misma vía la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Los franceses votaron hoy en la segunda vuelta de la elección presidencial para decidir si confiaban un nuevo mandato al presidente de centro Macron o daban un giro a la extrema derecha con Le Pen, una elección crucial en el marco de la guerra en Ucrania, en cuanto a que la cercanía al presidente Vladimir Putin también jugó en la campaña electoral.
Casi 49 millones de franceses estuvieron llamados a votar en miles de centros en el continente, los territorios de ultramar y el extranjero. Las mesas cerraron a las 20 (las 15 en la Argentina).
Para las 17 (el mediodía de la Argentina), ya había votado el 63,23%, unos dos puntos menos que en la primera vuelta del 10 de abril y que en el balotaje de 2017 a esa hora, informó el Ministerio del Interior.
Macron es el primer jefe del Estado en ser reelegido desde el conservador Jacques Chirac (1995-2007). Le Pen no pudo convertirse en la primera mujer presidenta.
El presidente votó pasado el mediodía en la norteña localidad de Le Touquet, en la región de Paso de Calais, acompañado de su esposa, Brigitte. Al salir del centro de votación, unos 20 minutos después, saludó a decenas de simpatizantes.
Una multitud aun mayor vitoreó a Le Pen a su llegada a la mesa donde votó, en el norte de Francia, en la ciudad de Hénin-Beaumont, en el mismo departamento de Paso de Calais.
Con una gran sonrisa, avanzó muy lentamente hacia su mesa, estrechando la mano de partidarios y tomándose selfies.
Desde los últimos sondeos, publicados el viernes, se sabía que el candidato de La República en Marcha (LREM), se impondría a su rival de la Agrupación Nacional (RN), con una ventaja menor que en 2017.
Cinco años después, Francia no es el mismo país: protestas sociales marcaron la primera mitad del mandato de Macron, una pandemia mundial confinó a millones de personas y la ofensiva rusa en Ucrania sacudió con fuerza el continente europeo.
La guerra a las puertas de la UE sobrevoló la campaña, aunque la principal preocupación de los franceses fue su poder adquisitivo, en un contexto de aumento de los precios de la energía y de la alimentación.
Más allá de elegir entre dos modelos de sociedad, los electores tenían entre sus manos escoger qué lugar en el mundo quieren para esta potencia económica y nuclear hasta 2027, una decisión que habría podido implicar cambios de alianzas si ganaba Le Pen.
La heredera del Frente Nacional propuso inscribir la «prioridad nacional» en la Constitución, para excluir a los extranjeros de las ayudas sociales, así como abandonar el mando integrado de la OTAN y reducir las competencias de la UE.
El mandatario reelecto abogó en cambio por más Europa, ya sea en materia económica, social o de defensa, y recuperar su impulso reformista y liberal, con su propuesta estrella de retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años, que en 2020 ya creó protestas masivas.
Los primeros ministros socialdemócratas de Alemania, España y Portugal, así como el expresidente izquierdista de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, expresaron su apoyo a Macron durante la campaña.
La abstención se anunciaba como una de las principales incógnitas del balotaje, máxime cuando el desencanto por deber votar de nuevo entre Macron y Le Pen cunde entre parte del electorado, especialmente jóvenes y los votantes del izquierdista Jean-Luc Mélenchon.
El 10 de abril, Mélenchon quedó en tercer lugar con casi 22% de votos. Los dos finalistas lanzaron guiños a sus electores durante toda la campaña para tratar de movilizarlos y atraerlos.
Le Pen apostó por aparecer como la defensora del poder adquisitivo, ante un rival que, a su juicio, desprecia las clases populares. Macron se esforzó en desmontar el programa de su rival y advertir del peligro de la llegada de la extrema derecha al poder.
La abstención se situó en el 26,31% en la primera vuelta. El actual balotaje puede batir el récord de votos en blanco o nulos que muchos franceses escogieron en 2017 para expresar su rechazo a elegir entre los dos finalistas.
Tras las presidenciales seguirán las elecciones legislativas en junio, claves para la gobernabilidad. Actualmente, el partido de Macron tiene la mayoría.