Los líderes de las siete principales economías del mundo se reunirán desde el 19 al 21 de mayo en la ciudad japonesa de Hiroshima en una cumbre que girará sobre la invasión rusa en Ucrania y de la que participará como invitado el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, impulsor de crear un grupo de mediación para lograr la paz.
Durante las sesiones de trabajo del G7 se abordarán cuestiones como el cambio climático, la inteligencia artificial, la seguridad alimentaria, el desarme nuclear y la resiliencia económica, entre otras.
Pero será la guerra en Ucrania y sus consecuencias uno de los tópicos centrales, como viene ocurriendo en otras cumbres de las grandes potencias, lo que se reflejará en un documento final que muestre «unidad para apoyar a Kiev», de acuerdo a lo que adelantó el primer ministro japonés, Fumio Kishida.
En una entrevista con la cadena local NHK, el premier dijo que se espera un conflicto «prolongado», por lo que llamó al G7 a «unirse otra vez y demostrar fortaleza y solidaridad hacia Ucrania», informó la agencia de noticias Europa Press.
«A medida que la comunidad internacional se enfrenta a un punto de inflexión, creo que no hay mejor lugar en el que tener esta conversación que no sea Hiroshima», agregó, en referencia a que esa ciudad fue escenario en agosto de 1945 de la explosión de una bomba atómica lanzada por Estados Unidos.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, tiene previsto intervenir a la distancia en el foro que reúne a varios de sus principales aliados: Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá, la Unión Europea y el anfitrión Japón.
Entre los países invitados se destacan Brasil e India, que este año preside el G20, y también acudirán los gobernantes de Indonesia, Islas Cook (al frente del Foro de Islas del Pacífico), Comoras (a cargo de la Unión Africana), Vietnam, Corea del Sur y Australia.
Los líderes de estas naciones acudirán a una sesión especial y en reuniones bilaterales que buscan expandir la postura del grupo de las siete grandes economías no solo en su oposición a la invasión rusa de Ucrania, sino también a otro gran tema, la influencia global de China en el mundo.
«Rumbo hacia el G7, diálogo sobre la paz, lucha contra el cambio climático, desarrollo y cooperación mundial», tuiteó hoy Lula antes de subirse al avión que lo llevará a Hiroshima, con dos escalas previas en Ciudad de México y Anchorage (en Alaska, Estados Unidos).
Lula, que desde que asumió en enero busca reposicionar a su país internacionalmente tras los cuestionamientos de los años de Jair Bolsonaro, defendió en varias oportunidades la necesidad de detener las hostilidades entre Rusia y Ucrania y propuso la creación de un grupo de países neutrales que actúe como mediador.
Sin embargo, la mayoría de las potencias occidentales aliadas de Kiev no coinciden con esa propuesta, que, según sostienen, pondría en el mismo plano «al agresor y al agredido».
El excanciller brasileño Celso Amorim viajó recientemente a Kiev para presentar la fórmula de paz personalmente a Zelenski, quien sostuvo que el único plan aceptado por Ucrania tiene como condición previa la evacuación de los territorios ucranianos, algo que no está contemplado en la propuesta impulsada por Lula.
Brasil y el resto de los invitados no podrán firmar el documento central del G7, pero sí suscribirán un segundo texto que se centrará en el riesgo que la guerra implica para la seguridad alimentaria global y pondrá énfasis en la necesidad de que se permita el comercio de los alimentos producidos en Ucrania.
Más allá de Ucrania, otro tema central de la extensa agenda será China, donde el G7 buscará también presentar una postura unida sobre Taiwán, que el gigante asiático reclama como parte de su territorio, y resaltar además la necesidad de reducir riesgos en las cadenas de suministros.
La reunión de ministros de Relaciones Exteriores del G7, en abril, que preparó el terreno para la cita de Hiroshima, se centró fuertemente en China y criticó a Beijing por las «actividades de militarización» en el mar de China Meridional.
La seguridad es estricta en cada cumbre del G7, pero este año Japón tiene que demostrar que, como anfitrión, puede garantizar la protección de los líderes invitados, después de que su primer ministro fuera atacado en abril y el exdirigente Shinzo Abe, asesinado en 2022.
Según medios locales, hay cerca de 24.000 agentes de seguridad desplegados en Hiroshima, la mayoría llegados de otras partes del país a esta ciudad del oeste de la isla.
Grupos de agentes patrullan entre los grupos de turistas en el conocido Parque de la Paz de Hiroshima y también se ha aumentado la seguridad en el río que bordea sitios como la Cúpula de la Bomba Atómica, que recuerda el bombardeo sufrido por la ciudad en 1945, consignó la agencia de noticias AFP.
En el cielo, los helicópteros sobrevuelan la localidad y las medidas de seguridad también se extendieron hasta la capital de Japón, Tokio, donde los mensajes en los trenes advierten del refuerzo de los controles por la cumbre.