En la segunda semana post primera vuelta, Lula y Bolsonaro intensificaron su raid de actividades en el nordeste y en Río de Janeiro, bastiones de uno y otro respectivamente, mientras el factor religioso y las fake news volvieron a copar el centro de la escena. Las encuestas —menos confiables tras su desacierto con el caudal de votos bolsonaristas— dan ahora al líder del PT entre 5 y 8 puntos arriba, pero la volatilidad del electorado brasileño abona la tesis de un escenario aún incierto.
Ambos candidatos mantienen las narrativas que desplegaron a lo largo de la campaña. Lula haciendo énfasis en los logros de su gestión (esta semana prometió elevar el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias y crear el Ministerio de los Pueblos Originarios) y Bolsonaro agitando el fantasma del comunismo, la “ideología de género” y machacando una y otra vez con el tema de la corrupción (“él va a volver a la cárcel”, vociferó este jueves).
Otro eje central por estos días es la búsqueda del voto religioso. Lula se mostró con una imagen de Nossa Senhora de Aparecida, patrona de Brasil, y aclaró en una carta que “en nuestro gobierno todas las religiones serán respetadas”. Así salió a desmentir la fake de que cerraría iglesias, como la semana anterior debió negar que hizo un pacto con el diablo… así está el nivel del debate. Bolsonaro participó en varios eventos religiosos intentando consolidar su fortaleza en los recintos evangélicos.
En la semana también conoció la presión de muchos empresarios a sus trabajadores para que no voten por Lula. Se trata de 172 denuncias de acoso electoral presentadas ante el Ministerio Público, como el video de un empresario prometiendo 200 reales a sus empleados si gana Bolsonaro o el comunicado interno de la empresa agrícola Stara amenazando con despidos en caso de ganar Lula. El presidente del Tribunal Electoral, Alexandre de Moraes, reveló también que hay empresarios que les piden los documentos a sus trabajadores para evitar que vayan a votar.
En cuanto a apoyos importantes, Lula consiguió los de Simone Tebet y Ciro Gomes (tercera y cuarto en primera vuelta) y del expresidente Fernando Henrique Cardoso, lo que no es garantía pero sí una buena señal, mientras que Bolsonaro recibió el respaldo de los gobernadores de los tres estados principales, San Pablo, Río y Minas Gerais. Esta noche será el primer round de debate televisivo y luego se vendrán dos tensas e intensas semanas hasta la gran final. Lula parece ir con viento a favor aunque, se sabe, nadie gana antes de jugar. «