A 20 días del balotaje en Brasil, el expresidente Luiz Inácio Lula da SIlva advirtió este lunes que el mandatario Jair Bolsonaro busca destruir las instituciones que garantizan la democracia por prometer que aumentará los miembros de la Corte Suprema para poner a cinco que le sean favorables y tener mayoría.
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) hizo esa declaración al recibir el apoyo de decenas de intelectuales, economistas liberales, empresarios y dirigentes que fueron sus rivales.
En tanto, Bolsonaro criticó a Lula por prometer que “todos los fines de semana la gente debe tener el derecho a comer picaña con cerveza” y repudiar a los que quieren “que el Estado resuelva todos sus problemas”.
En el medio de denuncias de fake news por parte del bolsonarismo sobre un posible cierre de iglesias evangelistas en caso de una victoria de Lula, el coordinador de la campaña del expresidente, el senador Randolfe Rodrigues, adelantó a Télam en San Pablo que se preparaba una carta al pueblo evangelista.
“Es para desmentir las fake news y para mostrar lo que hizo Lula durante su gobierno”, explicó Rodrigues antes de participar con Lula de un encuentro con la entidad Derribando Muros, que reúne a economistas, políticos e intelectuales de diversas áreas, desde cambio climático hasta educación.
“Hoy Brasil está peor que cuando asumí en 2003, hay una falta de credibilidad, ahora el presidente busca destruir las instituciones que garantizan la democracia, está prometiendo aumentar los miembros del Supremo Tribunal Federal para que sea favorable a él; yo designé a seis jueces y nunca les pedí un favor, no fueron designados para que me ayuden, sino para hacer su trabajo en la corte”, aseguró Lula en su discurso.
Bolsonaro y el vicepresidente Hamilton Mourao dijeron que en caso de reelección habrá una reformulación de la Corte aprovechando la mayoría de la derecha y ultraderecha en el Senado, e incluso la destitución de actuales ministros del Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema).
Favorito a vencer en el balotaje, Lula en la encuesta Ipec divulgada este martes tuvo dos puntos más de rechazo mientras Bolsonaro redujo el repudio de la sociedad en otros dos puntos.
“Somos la generación para sacar al país del atraso”, dijo Lula en la reunión de la que participaron tres expresidentes del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), los exsenadores Zé Anibal y Aloysio Nunes Ferreira y el exintendente de Belo Horizonte Pimenta da Veiga.
Exaliados del candidato a vice Geraldo Alckmin, hoy en el Partido Socialista Brasileño (PSB), esos interlocutores deberían atraer a las clases medidas que se resisten a Lula por ser de izquierda o exsindicalista.
Lula les aclaró a los liberales y neoliberales que lo fueron a visitar en la reunión para darle el apoyo ante Bolsonaro que “democracia no es apenas reclamar que uno tiene hambre, sino es dar de comer, no es permitir que se pida por un techo, sino es dar la vivienda al pueblo”.
Entre los presentes estaba Paulo Marinho, ex titular del PSDB en Río de Janeiro y personaje clave del momento en el que vive Brasil.
Marinho es el millonario que donó su mansión en 2018 para montar ahí el cuartel general del bolsonarismo, en Barra de Tijuca, Río de Janeiro. Aliado y amigo de la familia presidencial, Marinho rompió en 2020 con el presidente debido las discusiones sobre la pandemia. Sin embargo, Marinho es aún el suplente del senador Flávio Bolsonaro.
Lula, por su parte, se negó a presentar a parte de su gabinete económico en caso de victoria como le reclaman los diarios Folha de Sao Paulo y O Estado de Sao Paulo.
El grupo de intelectuales y Lula concordaron en lanzar una política pública para que la escuela pública sea en tiempo integral.
André Lara Resende, exbanquero y uno de los padres del Plan Real que estabilizó la moneda en el gobierno de Itamar Franco y de Fernando Henrique Cardoso, pidió invertir en reindustrialización y tecnología y aseguró que esta campaña es diferente a las de otras épocas, incluso recientes.
“Al contrario del lema común entre asesores de campañas, en esta elección no siempre es la economía, estúpido. Esta elección es mucho más que economoía, es sobre el sistema democrático y el reaccionarismo antidemocrático que surge siete décadas después de la Segunda Guerra Mundial”, aseguró el economista.
El apoyo de un “frente amplio” fue calificado por el principal organizador del plan de gobierno de Lula, Aloizio Mercadante, como un “respaldo incondicional, inmediato e independiente”.
En ese sentido, comparó la experiencia que podría ser un gobierno de cuatro años de Lula -ya anunció que no querrá una reelección debido a que tendrá 81 años en 2026- con la Geringonça, la coalición de centroizquierda y centroderecha de Portugal.
Lula buscará el voto en el bastión de Bolsonaro, Río de Janeiro, y acudirá a Belford Roxo, municipio del paupérrimo Gran Río de Janeiro, y visitará las favelas de Alemão y Rocinha.
Sorpresivamente, este lunes Bolsonaro canceló su única agenda oficial: recibir a cantores del ritmo musical sertanejo, el más escuchado de Brasil y que domina las radios comerciales, empujado por el dinero del agronegocio, que financia a esta clase de artistas, muchos de ellos bolsonaristas como el famoso Gustavo Lima.
Bolsonaro informó que se reunió con el pastor evangelista JB Carvalho, que también es un político que busca votos para el presidente en esa comunidad, donde Bolsonaro ganó por 70 a 30 ante Lula en la primera vuelta del 2 de octubre.
El ultraderechista cayó por 48 a 43 ante Lula y ha lanzado una estrategia de valores morales para intentar remontar la diferencia, al punto que el Ministerio Público del Trabajo advirtió a decenas de empresas donde gerentes y dueños de firmas amenazaron con despidos a los empleados en caso de que el excapitán pierda la elección.