Desde Cleveland
El elegido por Donald Trump para acompañarlo en la fórmula presidencial, el gobernador de Indiana Mike Pence, aceptó su candidatura en las Convenciones republicanas de Cleveland, en una noche en la que la división interna en el partido volvió a quedar expuesta y los dardos fueron dirigidos todos hacia la casi segura aspirante presidencial demócrata, Hillary Clinton.
Pence brindó su discurso de aceptación siguiendo la línea que llevan los republicanos los últimos días: atacando a Hillary por su accionar como secretaria de Estado y como la continuación de la administración de Barack Obama, de ganar la contienda en noviembre. «Si quieren un presidente que proteja a esta nación, que confronte al terrorismo islámico radical y libere al mundo de ISIS (
) Si quieren un presidente que construirá fronteras fuertes, que termine con el status quo en Washington DC (
) tenemos una sola opción».
«Y ese hombre está listo. Este equipo está listo. Nuestro partido está listo», afirmó Pence en su discurso de presentación como candidato a vicepresidente y ante la presencia de Trump en el sector VIP del estadio Quicken Loans. El discurso de Pence, el último de la noche, llegó luego de que se produjera un nuevo enfrentamiento entre los republicanos evidenciando una vez más la división interna por la que atraviesa el partido. Mientras que el senador de Florida, Marco Rubio, pasó prácticamente desapercibido con su intervención a través de un corto video, su par de Texas Ted Cruz era, en cambio, una de las figuras principales de la tercer jornada. Con un discurso centrado en la historia de la hija de uno de los policías muertos en el enfrentamiento semanas atrás en Dallas, Cruz tuvo un gran recibimiento y continuó con el acompañamiento del público que lo aplaudió en varias oportunidades. Sin embargo, a medida que el final del discurso se iba acercando y el ex precandidato no formulaba una frase que oficializara su apoyo a Trump sólo lo mencionó al inicio para felicitarlo por su nominación los asistentes empezaron a abuchearlo y a gritar el apellido del candidato presidencial.
Cruz, que había preparado una intervención contra Clinton, el establishment político en Washington y convocando a la gente a salir el 8 de noviembre y «votar a conciencia», finalizó su intervención, apenas oíble, entre el bullicio de enojo de los republicanos que coparon el estadio Quicken Loans de Cleveland y la llegada de Trump y su familia al estadio. El momento de tensión por el que pasó el senador de Texas, que llevó incluso a que su mujer tuviera que ser escoltada por la seguridad en su salida del lugar, fue el segundo de las Convenciones luego de que el lunes los delegados que se oponían a que el multimillonario fuera nominado intentaran presionar a los gritos un cambio en las reglas que los habilitara a votar distinto.
Luego de la situación amarga de Cruz, vendría Eric Trump, uno de los hijos mayores del magnate inmobiliario, que calmaría los ánimos a pesar del problema que surgió mientras hablaba con el sistema de las pantallas gigantes y carteles electrónicos, que dejó sin imágenes ni color a todo el estadio.