Tibio, ambiguo, sin definiciones. Son las caracterizaciones que hizo el Frente Amplio en la última semana, tramo final de la campaña para la segunda vuelta de elecciones presidenciales de hoy en Chile, sobre el candidato del oficialismo, el senador Alejandro Guillier. Es que la alianza que obtuvo el tercer lugar con el 20% de los votos el pasado 19 de noviembre es la fuerza que puede definir la elección hacia el posible continuador de Michelle Bachelet o hacia el expresidente empresario y candidato de la coalición de derecha Chile Vamos, Sebastián Piñera, cuando las encuestas de los últimos días reflejan un empate técnico con una muy leve ventaja del empresario.
La principal candidata del Frente Amplio, la periodista debutante en política Beatriz Sánchez, ya había anunciado a principios de mes que votaría por el candidato de Nueva Mayoría, pero aclaró que su decisión es «personal» y no representa una postura de la alianza de 14 agrupaciones y organizaciones de izquierda. Sánchez, que en la primera vuelta sacó un porcentaje considerable teniendo en cuenta que Guillier obtuvo un 22,7% y Piñera un 36,6%, definió su postura luego de que Piñera acusara de fraude al oficialismo. Los primeros días de diciembre, el expresidente dijo que había tenido conocimiento de varias papeletas previamente «marcadas» con el nombre de Guillier (en Chile se vota tildando el casillero del candidato elegido). Para Sánchez, eso fue «cruzar un límite respecto a lo que somos y a lo que hemos hecho como país, a lo que es hoy la democracia y a procesos que son sostenidos por ciudadanos y ciudadanas chilenas, procesos republicanos, y los pone en duda al señalar que quizás hubo fraude en la elección presidencial». Luego advirtió que «no vale todo a la hora de una elección presidencial» y dejó en claro que «mi voto es contra Sebastián Piñera y para eso voy a votar a Alejandro Guillier». El dato curioso es que la hermana de Sánchez, Claudia, exdirectora del Banco de Crédito e Inversiones (BCI), afirmó que para la segunda vuelta ya no votará a su hermana, sino que elegirá a Piñera. Incluso dejó ver que aceptaría un cargo en su eventual gobierno.
La cúpula del FA, por su parte, dejó a sus votantes en libertad de acción para la jornada de hoy, sin embargo varios de sus dirigentes plantearon dudas acerca de los posicionamientos del oficialista. Sobre todo después del debate del lunes, en que señalaron que Guillier no fue a fondo con cuestiones clave de gestión que lo habrían diferenciado más claramente del hombre de la derecha. El exjefe de campaña del FA, Sebastián Depolo, dijo que «Guillier está perdiendo una oportunidad de ganar el voto del Frente Amplio que estaba esperando definiciones programáticas. Eso le puede costar la elección y es su responsabilidad».
La cúpula del FA enfatizó el hecho de que «un gobierno de Piñera sería un retroceso», pero que el candidato de Nueva Mayoría debería «avanzar en aspectos prioritarios de la agenda pública». Entre ellos se señalan cuestiones muy calientes de la economía chilena, como la condonación del Crédito con Aval del Estado (CAE), un préstamo con el que anualmente cerca un millón de jóvenes financian sus estudios y que cerca del 40% está en situación de vulnerabilidad e imposibilidad de pago. Otro eje de debate que alcanzó a todos los candidatos es el sostenimiento o no de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), antecedente de las ex AFJP en Argentina, con propuestas que van desde leves modificaciones hasta su eliminación, apoyada por los sectores más radicalizados. Frente a esto, y otros temas, acusan a Guillier de una posición «tibia». Por eso, dicen, harán hoy un «voto triste». Por su parte, las fuerzas de izquierda que conforman Nueva Mayoría también advierten que sólo en un gobierno que continúe al oficialismo el FA puede ser aliado, introducir sus propuestas y disputar poder frente a los conservadores. Algo que de ninguna manera sería posible si el próximo gobierno lo encabeza Piñera.
Pero en la sociedad chilena parece que el voto anti-Piñera no está tan arraigado. Según Plaza Pública Cadem, Piñera tiene un 39,8% de intención de voto, y Guillier un 37,3%. El 22,9% de los encuestados declaró no saber, o que votaría nulo, en blanco, o directamente no votará. Teniendo en cuenta que el voto es optativo, el abstencionismo sigue siendo uno de los principales ejes de la campaña y preocupa más al oficialismo que al consrervadorismo. El bajísimo nivel en la elección primaria, en que de un padrón de 14.308.151 acudió sólo el 46%, no es buen augurio. Sin embargo, las encuestas de Cadem afirman que esta vez un 67% se mostró decidido a ir a votar. El gobierno, sabiendo que en el abstencionismo crece el riesgo de perder la elección, volvió a hacer campaña fuerte convocando al voto hasta en los carteles electrónicos de las calles.
En el final de la campaña Piñera acusó a su «contendor» de tener un plan económico y de gobierno inviable y que el suyo tiene un costo que comparado representa sólo el 25%. «Infinanciable y fiscalmente irresponsable» fueron los términos usados para criticar el programa oficialista. En el acto de cierre del jueves en el Teatro Caupolicán de Santiago se proyectó un video con dirigentes que apoyan la candidatura de Piñera. El primero en aparecer fue el presidente argentino Mauricio Macri, lo que motivó un pedido de explicaciones del canciller chileno a la Argentina por «falta de objetividad». También estuvieron los exmandatarios de España, José María Aznar, y de Colombia, Andrés Pastrana, entre otros de signo político semejante. Piñera dijo en su discurso que en la gestión pasada cometió «errores» y pidió «perdón» por ello, pero afirmó que ahora está «más preparado». Una de sus propuestas fue llamativa. La dirigió Carabineros, la policía militar chilena, a quienes aseguró que le devolverá la «autoridad». A tono con las derechas regionales, también habló de cambio. «Hemos aprendido que los chilenos queremos cambios profundos, pero queremos cambios bien hechos basados en el diálogo y los acuerdos y no en la confrontación».
Otro gesto de final de campaña fue la incorporación al comando de Felipe Kast, sobrino del excandidato de extrema derecha José Antonio, aunque pertenece a una fuerza distinta y, si bien de derecha, más moderada que la de su tío, que también estaba presente en el acto del jueves, ratificando el apoyo que ofreció desde que se conocieron los resultados de la primera vuelta.
Para el cierre, Guillier eligió la Plaza de la Ciudadanía, frente al Palacio de la Moneda que uno de los dos candidatos ocupará a partir de marzo próximo. El invitado estrella fue el expresidente uruguayo José Mujica. «No hay que odiar al mundo conservador. Tenemos que unirnos. Sólo así seremos más fuertes. Hay que combatir el odio, hay que multiplicar la pasión y compromiso, pero jamás multiplicar el odio que nos separa entre compatriotas», señaló, cauto. Y no ahorró elogios a Piñera, con quien tuvo buena relación durante la presidencia de ambos. «Elijan a quien tengan que elegir. Tienen la oportunidad de hacerlo entre dos personalidades formidables, lo que no es común en América Latina», dijo.
Guillier insistió en que hay que ir a votar ya que no hacerlo es «hacer el juego a la derecha». En ese sentido expresó: «No votar es entregarles el triunfo a los poderosos que no van a gobernar para la gente. Van a gobernar para la industria pesquera, para los grandes bancos, para las grandes cadenas de farmacias». «