El resultado que arrojó el plebiscito por los acuerdos de paz en Colombia todavía genera sorpresa y cierta dosis de estupor. Esto ocurre dentro del país caribeño, pero se multiplica particularmente fronteras afuera. Como tantos procesos, no es fácil entenderlo para quienes no conocen con mayor detalle la realidad política, económica, social y cultural de una sociedad. ¿Por qué la mayoría del escaso 38% que se acercó a las urnas votó contra los acuerdos que el presidente Juan Manuel Santos había firmado con las FARC en La Habana? Las respuestas a este interrogante siguen siendo un desafío que necesita de recorrer la mayor cantidad de voces y análisis posibles.
Cabe recordar que la guerra interna colombiana, a grandes rasgos, lleva casi 70 años. Se inició tras la muerte del líder popular, miembro del partido liberal, Jorge Eliécer Gaitán, una suerte de Perón colombiano asesinado el 9 de abril de 1948, en una operación que, según varios historiadores latinoamericanos y estadounidenses, tuvo respaldo de la CIA.
Para analizar el presente del país caribeño, Tiempo logró entrevistar a uno de los principales protagonistas de su vida política de las últimas décadas, Ernesto Samper, actual secretario general de la Unasur. Samper fue presidente de Colombia desde 1994 hasta 1998. Gobernó su país en esa década que estuvo marcada en gran medida por el conflicto, no sólo con las guerrillas, sino con el crimen organizado. Fue la década de Los extraditables, modo en que se denominaba a los principales cabecillas de los cárteles de la droga que podían ser extraditados a Estados Unidos por los crímenes que les imputaba la justicia de ese país. Samper tuvo muy de cerca esta violencia. En los primeros días de diciembre de 1997, su jefe de prensa, el periodista Luis Eduardo Maldonado, fue secuestrado por Los Extraditables.
Ahora, el ex mandatario contesta las preguntas enviadas por Tiempo desde la denominada Mitad del Mundo, a pocos kilómetros de Quito, la capital de Ecuador, donde se encuentra la sede central de Unasur. El edificio lleva el nombre de Néstor Kirchner. Las respuestas de Samper son directas y breves.
Mientras el voto por el Sí (a los acuerdos de paz) fue una expresión precisa y limpia, quienes optaron por el No llegaron a esa posición como resultado de una sumatoria de conductas negativas disímiles. Se expresaron en contra del gobierno, en contra de las mismas FARC, y también siguieron las consignas falaces que los propulsores ideológicos del No desarrollaron a través de una campaña sucia que ya fue denunciada, contestó el ex presidente al ser consultado por los resultados del pasado 2 de octubre.
Es decir que fue sobre todo un voto castigo hacia el presidente Santos
La gente no votó contra la paz y muchísimo menos a favor de la guerra. Fue una opción de castigo para el oficialismo y no un voto conceptual.
Hay analistas que sostienen que hubo errores de comunicación y de difusión sobre los acuerdos y que, esto, en parte, explica el resultado. ¿Está de acuerdo?
El problema de comunicación venía desde antes. La sociedad civil no fue lo suficientemente vinculada al proceso de negociación. Esto llevó a que el pueblo no terminara de sentir un compromiso efectivo con el proceso y con el resultado final que se plasmó en Los Acuerdos de la Habana.
Las posturas de los dirigentes políticos que se opusieron, ¿buscaron realmente mejorar lo que se firmó o el objetivo fue simplemente boicotear lo que se había alcanzado?
Al principio pensé que su intención era mejorarlos. Ahora estoy convencido, por la forma cómo se han manejado después del plebiscito, que era una estrategia apara enredar el proceso y nada más que eso.
Desde afuera parece difícil de entender que una sociedad vote «a favor» de la guerra. ¿Es una lectura equivocada?
Por supuesto que es un error leerlo de esa manera, como expliqué en las preguntas anteriores. La gente en Colombia quiere la paz. Pero se mezclaron muchas cosas en el proceso. Se cometieron errores. Y el plebiscito tuvo el resultado que conocemos.
¿Cómo explica y analiza la división geográfica del voto? ¿Por qué en determinadas zonas ganó masivamente el Sí y en otras fue derrotado?
Lo que allí se vio es el mapa de la guerra colombiana, ni más ni menos. En las regiones del país en las se sufrió la violencia de las FARC ganó fuertemente el Sí. En cambio, en las que históricamente han tenido presencia paramilitar triunfó el No.
Quienes más han sufrido la guerra durante estas décadas parecen más dispuestos a aceptar las concesiones que implica la paz…
Los que somos partidarios de la paz, también somos partidarios de la negociación. No podríamos ser una cosa sin la otra. Esto es algo que tienen muy claro los sectores de poder partidarios de la guerra.
¿Cree que será posible un nuevo acuerdo? ¿Se atreve a vaticinar un plazo para alcanzarlo?
Me parece absolutamente inevitable que se logre un nuevo acuerdo de paz. Pero debo reconocer que no me arriesgaría a dar un plazo. Después de lo que ocurrió con la consulta popular nadie se atreve a afirmar nada sobre la paz y su proceso.
En enero del próximo año termina su período en Unasur, ¿piensa postularse para continuar?
El pasado mes de septiembre, cuando se vencía mi período como secretario general, tomé la determinación, que anuncié oficialmente, de no renovar mi mandato. Tengo interés en regresar a mi país y trabajar por la paz. Algunos países me pidieron que me mantuviera unos meses más en el cargo para asegurar una sucesión tranquila y así lo estoy haciendo.
¿Cuál es su evaluación de los avances y dificultades de la integración sudamericana?
Es paradójico: mientras el mundo comienza a refugiarse en alianzas de bloques regionales y el propio sistema de Naciones Unidas se reconfigura en la misma dirección, en la región latinoamericana aparecen vientos de desintegración asociados con la crisis económica y política que se está viviendo. «