Multitudes en las calles de los principales distritos de Jordania contra el plan de ajuste del FMI que incluía el aumento en impuesto a la renta (ganancias), la eliminación de los subsidios a alimentos esenciales y el incremento en combustibles y electricidad, obligaron a la renuncia del primer ministro jordano, Hani al Mulki. Las protestas se extendieron durante cinco días y fueron de tal magnitud en la capital, Amman, que el rey Abdullah II congeló el precio de la luz, pero como el estallido no amainaba, echó al jefe de Estado y convocó a formar gobierno al ministro de Educación, Omar al Razaz, un economista que trabajó para el Banco Mundial.
Para dirigentes gremiales como el vocero del sindicato de maestros de Jordania, Ahmad al-Hajaya, el cambio es más de lo mismo, mientras que el titular de la federación de sindicatos, Ali Obus, fue más drástico y exigió a las autoridades «mantener su independencia y no someterse a las exigencias del FMI». Otro que tuvo mucho para decir fue el ex jefe de personal del Ejército, el general Musa al Adwan. «Al-Razzaz es un tecnócrata que no puede y no debe liderar el país durante esta situación explosiva», dijo el militar, entrevistado por la cadena televisiva qatarí Al Jazeera.
Jordania es un punto estratégico del Medio Oriente y es lugar de refugio y tránsito de cientos de miles de palestinos desde la creación del estado de Israel. Pero en los últimos años a esta circunstancia que casi es endémica se sumó otra tanda de refugiados de la guerra en Siria.
Esta situación es utilizada por las autoridades para explicar la crisis económica que llevó paulatinamente a que la deuda pública trepara hasta los 35 mil millones de dólares, casi el 95% del Producto Bruto Interno (PBI).
El rey había nombrado primer ministro a Al Mulki en mayo de 2016. El hombre recurrió inmediatamente al organismo de crédito son sede en Washington para un préstamo de 723 millones de dólares a tres años. Fue entonces que empezó con su «plan de austeridad» tal como el FMI receta desde siempre ante una «ayuda». Entre otras cosas exigió reducir la deuda publica al 77% del PBI para 2021.
Al Mulki decidió entonces enviar al parlamento un proyecto de ley de reforma impositiva que desde el vamos creó resistencia. Por un lado, la normativa planteó una rebaja en el mínimo no imponible para el impuesto a la renta (ganancias) que agrega un 6% más de contribuyentes al tiempo que elevó la tasa en un 5% .
Además, incrementó impuestos a productos esenciales, como algunos alimentos, electricidad y combustible. En el caso del pan, además, se eliminaron los subsidios por lo que subió entre un 67 y un 100%. Algo similar ocurrió con la tarifa de la luz, la nafta y el gasoil, que en lo que va el año ya sufrieron ocho aumentos.
Ya en febrero se habían producido una serie de manifestaciones y una huelga general que, en ese momento, implicó un cambio de gabinete, el sexto desde que Al Mulki tomó el cargo. El jefe de gobierno nombró al comandante general Fadel al Hamoud como jefe de policía con vistas a endurecer la represión para aplicar el plan de ajuste en toda su dimensión.
Pero el clima ya estaba alterado y la olla siguió tomando presión. De acuerdo a cifras oficiales, el 18,5% de la población, estimada en casi 10 millones de personas, esta desempleada y el 20% está bajo la línea de pobreza.
Esa vez, el premier esquivó una moción de censura del parlamento. Pero a medida que la situación se fue enturbiando, los legisladores también se sintieron interpelados. En las calles de Amman, Irbid, Karak, Al Salt y Zarqa, cientos de miles de jordanos exigían al rey que expulsara al polémico funcionario.
Al Mulki dijo que no pensaba modificar una coma de su proyecto de ley, dijo que era la única alternativa para salir de la crisis y señaló que correspondía al parlamento decidir si la aprobaba o no.
Al Mulki es hijo de Fawzi al Mulki, quien fue primer ministro durante el reinado de Hussein, entre 1953 y 1954 y también se tuvo que ir tras una andanada de protestas por la aplicación de políticas antipopulares.
Las manifestaciones contra su heredero se produjeron tras una huelga general de 24 horas decretada por 33 sindicatos y asociaciones profesionales que paralizó el país. Todo esto en el marco del mes sagrado de Ramadán, de modo que los manifestantes salían durante al noche y la madrugada.
También Abdullah II percibió que convenía tomar distancia y en los últimos días declaró que la población no tenía que soportar toda la carga de las reformas. En las calles mientras tanto, exigían poner fin no solo a los recortes y el aumento de las tasas sino también a la corrupción. Al ciudadano de a pie y la agrupaciones gremiales se le sumaron asociaciones profesionales como la de abogados árabes, Jordan Bar, que pidió literalmente «que el gobierno retire esta ley impuesta por el FMI».
Hubo gases, corridas y balas de goma, con un saldo, según el cómputo que brindó la policía, de al menos 60 detenidos y 42 agentes heridos. No hubo reporte de víctimas entre los manifestantes.
El rey congeló la tarifas de electricidad y combustible el viernes, El monarca tiene en Jordania la potestad de nombrar gobierno y aprobar leyes. Pero ni así pudo calmar las protestas. de manera que este lunes llamó al primer ministro al palacio Husseiniyeh y tras un intercambio de no más de media hora se anunció que Al Mulki había renunciado y que Al Razzaz fue llamado por el rey para formar gobierno.
Los analistas ven en esta designación el intento de negociar desde otro lugar con lo organismos internacionales. El ex titular de Educación tiene mejor imagen -por ahora- en la población y mantiene sus contactos en Washington.
Antes de irse, Mulki dijo que esperaba que las reformas, que eran necesarias para que la economía de Jordania «volviera a la normalidad», se completarían a mediados de 2019.