El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, que prometió cambiar radicalmente al país, dijo que mantendrá la criticada estrategia de que los militares patrullen las calles ante la incapacidad de las corporaciones policíacas y en medio de una «profunda crisis» de inseguridad.
«Voy a cambiar desde luego la estrategia» para recuperar la paz, pero «no podríamos dejar de utilizar al Ejército y la Marina para garantizar la seguridad pública porque no hay una opción alternativa (…) de forma transitoria», dijo.
López Obrador presume haber recorrido todo el país en varias ocasiones y de conocer de primera mano el sentir de la población, en el que basa su decisión de continuar con la polémica estrategia militarizada para combatir a los capos del narcotráfico. «Existe la opinión generalizada de que no están funcionando las policías estatales y municipales. «Esta es la amarga realidad», dijo en conferencia de prensa. Además, «la policía federal no está preparada. No se ha podido consolidar».
El próximo mandatario de México recibió en los últimos dos días de los secretarios de la Marina, Vidal Francisco Soberón, y de la Defensa, Salvador Cienfuegos, un diagnóstico sobre la «profunda crisis» de inseguridad que atraviesa al país.
«Saben qué ha dado resultado y qué no ha funcionado», dijo sin dar detalles sobre el contenido de esos encuentros. Sólo adelantó que en octubre dará a conocer el resto de la estrategia de seguridad que podría incluir «un cambio de marco jurídico».
López Obrador propuso durante su campaña una amnistía para las personas que se han visto involucradas contra su voluntad en el narcotráfico, como menores y los empobrecidos agricultores de marihuana y amapola.
Por lo pronto, insistió en que «sería irresponsable decir que regresen los soldados y los marinos a sus cuarteles y dejar a la gente en estado de indefensión».
Miles de marinos patrullan casi todo el país por una decisión que tomó el expresidente Felipe Calderón en diciembre de 2006, pero la violencia ha aumentado y las denuncias contra las fuerzas armadas por violaciones de Derechos Humanos siguen acumulándose, según han denunciado organizaciones internacionales como Amnistía Internacional.
Cuerpos mutilados abandonados en bolsas de plástico en vías públicas o maniatados, con huellas de tortura y con tiros de gracia, tiroteos a plena luz del día, se han vuelto escenas cotidianas en gran parte del país.
El año pasado ha sido el más violento desde el inicio de ese cómputo oficial en 1997, con un total de 28.702 homicidios dolosos. «