Fue una incursión muy sospechosa a días de la segunda cumbre entre Donald Trump y Kim Jong un en Hanoi, que terminó en algo parecido a un fracaso, por más que los mandatarios de Estados Unidos y Corea del Norte quedaron en volver a encontrarse para ver si podían avanzar en un acuerdo para «desnuclearizar» la península. Ahora, la Policía Española y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) revelaron que agentes de la CIA participaron del asalto a la embajada norcoreana en Madrid el 22 de febrero pasado. Lo que hablaría de un intento de boicot a un posible éxito en unas negociaciones que van contra al deseo del «estado profundo» que domina la burocracia institucional estadounidense y que mantiene entre sus hipótesis de conflicto al régimen de los Kim.
La publicación del diario español El País da cuenta de un informe de las autoridades hispanas en el que, tras casi un mes de investigaciones, detectaron que «al menos dos de los diez asaltantes, que golpearon e interrogaron a las ocho personas que estaban en la delegación (de Norcorea), han sido identificados y tienen vínculos con los servicios secretos estadounidenses».
El periódico añade que la agencia de espionaje norteamericana respondió en forma negativa al requerimiento de los funcionarios españoles, algo que está en los manuales del espionaje. de todas maneras, aclaran que no fueron «muy convincentes». Por otro lado, consideran que en el operativo, en el que resultó herida una mujer de nacionalidad norcoreana en la vereda del edificio, también participaron servicios de Corea del Sur.
No se sabe si el gobierno de Pedro Sánchez, enfrascado en los inicios de una campaña para mantenerse en La Moncloa en las elecciones del 28 de abril, hará alguna presentación diplomática en lo que a todas luces es un caso de espionaje político dentro de su territorio soberano. O sea, una violación de las leyes internacionales.
En la sede diplomática sólo había funcionarios de menor rango y el encargado de Negocios, ya que en setiembre de 2017, durante la gestión de Mariano Rajoy, España expulsó al embajador Kim Hyok Chol luego de los últimos ensayos nucleares y misilísticos de Pyongyang.
El ataque del 22 de febrero estuvo rodeado de misterio. El grupo de agresores, diez personas que portaban armas simuladas, golpeó fieramente a los ocupantes del edificio luego de maniatarlos por unas cuatro horas. Los intrusos hurgaron en documentos oficiales, en las computadoras y tomaron los móviles del personal. Solo se fueron cuando una de las rehenes escapó por una ventana y corrió para pedir ayuda. Fue entonces que los atacantes huyeron en dos vehículos con patente diplomática asignados a la embajada.
Desde el principio los investigadores descartaron que se tratara de asaltantes comunes ya que, aseguran, era obvio que sabían lo que buscaban. Los sabuesos revisaron las cámaras de seguridad y tras tomar declaración a los testigos y víctimas del atraco, detectaron que dos de los salteadores estaban fichados como «cercanos» a la CIA.
La cumbre entre Kim y Trump, era la segunda desde que el presidente estadounidense decidió ponerse al frente negociaciones para terminar con 65 años de hostilidades encubiertas.
Pero la sola posibilidad de una entrevista entre los dos gobernantes erizó la piel de los medios y de amplios sectores del establishment en EEUU, que fustigaron a Trump por hablar con «un dictador brutal» como caracterizan a Kim Jong un, el tercero en la dinastía que dirige los destinos del país.
Los analistas evaluaron que la segunda cumbre no llegó al resultado que Trump esperaba básicamente porque dentro del Departamento de Estado bloquearon un punto crucial para continuar con el proceso de paz emprendido.
El desarrollo nuclear norcoreano es una forma de presión para que el país no quede ahogado entre dos potencias como China al norte y la otra Corea al sur. Estados Unidos pretendía que Kim aceptara primero eliminar todas las armas atómicas y los misiles de largo alcance, además de las plantas productoras. El líder norcoreano pretendía en cambio, que levantaran antes las sanciones económicas y financieras, que asfixian a la nación, y luego avanzar en la destrucción del armamento.
Nadie se movió de su postura, aunque en la primera reunión Trump había prometido relajar gradualmente los castigos a cambio de que también de manera gradual se fueran eliminando las armas.
En una conferencia ante especialistas de Carnegie, Stephen Biegun, el enviado de Estados Unidos para tratar con Pyongyang, recalcó este lunes que Wáashington no quiere «una desnuclearización progresiva», sino un desarme absolutamente definitivo y completamente verificable «al final del primer mandato del presidente», en enero de 2021.
Quizás la intervención de la CIA en Madrid era una forma de crispar los ánimos y ensuciar el encuentro en la capital vietnamita. El resultado no fue bueno y no por eso, pero como se dice en los barrios, «todo suma».
La mano de la Central de Inteligencia también resulta ostensible en los apagones que padecieron los venezolanos estos últimos días. Al menos eso sostiene el periodista estadounidense Max Blumenthal, hijo de un ex asesor de Bill e Hillary Clinton, quien en thegrayzone.com recuerda un memorándum de setiembre de 2010 de una ONG de EEUU, que fue la misma que «ayudó a capacitar al golpista Juan Guaidó», donde se identifica como estrategia plausible para cambiar del régimen en Venezuela a las consecuencias de una «falla importante en la planta hidroeléctrica de la represa de Guri.
El texto, dice Blumenthal, fue elaborado por el serbio Srdja Popovic, del Centro de Acción y Estrategias No Violentas Aplicadas (CANVAS, por sus siglas en inglés), una organización ligada a la CIA.
Un artículo publicado por Forbes, la revista especialista en negocios con base en Nueva York, confirma la versión del gobierno de Nicolás Maduro sobre el posible origen de los masivos cortes de energía que comenzaron el viernes pasado. Se trata, dice de un posible ciberataque.
El corte de energía eléctrica, mas allá de lo que digan Blumenthal y Forbes, fue muy oportuno porque Guaidó había llamado a una marcha contra Maduro para el sábado pasado. Que no alcanzó el nivel de irritación que esperaban como para avanzar en la destitución del mandatario chavista. Pero también puede servir para sumar.