La muerte de Rodrigo Paz Delgado motiva estas reflexiones, que van más allá del dolor que produce la pérdida. Paz fue empresario, ministro de Finanzas, Alcalde de Quito, y dirigente de Liga Deportivo Universitaria de Quito, el equipo de fútbol amado en la capital ecuatoriana.
Como empresario tuvo sentido de la oportunidad, capacidades de innovación y adaptación. Como exitoso alcalde de Quito mostró rasgos de un buen dirigente de la cosa pública: credibilidad, firmeza, visión y autoridad. Como dirigente deportivo depositó en la Liga su inmensa pasión y su capacidad de gestión.
Los rasgos de la personalidad de Rodrigo Paz estimulan la introspección en una coyuntura especial de la historia nacional. En la que hay que actuar nacionalmente, reflexionando globalmente.
La retirada de Estados Unidos de Afganistán no solo es una derrota norteamericana sino la debacle de una concepción propia de las grandes potencias, creyentes de que se pueden fundar naciones, crear estados y sistemas de gobierno, cambiar sociedades civiles y culturas, interviniendo militarmente a países más débiles que viven distintas épocas del devenir histórico y que integran el mismo sistema-mundo-mediático por obra de revolución digital. Por ello las caricaturas comparando Kabul y Saigón son imaginativos divertimentos y nada más.
En el martirizado Vietnam, los vietcongs actuaban militarmente con la dirección política de un partido y la jefatura de un legendario líder en el siglo XX como fue Ho Chi Min. Por ello Vietnam se reconstruye. Su índice de desarrollo humano fue en 2019 de 0,740, superior al de Guatemala con 0,663 en el mismo año. En Afganistán las tropas de EEUU y la OTAN no solo dejan centenares de miles de víctimas afganas, y algunas miles occidentales, sino la ausencia de cualquier tangible posibilidad de reconstruir derechos elementales para millones de mujeres y la frágil expectativa de que una reacción interna e internacional frene actitudes inspiradas en fanatismos religiosos antiguos, con actores portadores de armas del siglo 21, abandonadas por los contingentes militares derrotados por los talibanes.
En Colombia las prolongadas protestas sociales que se saldaron con decenas de muertos y heridos han sido seguidas por las denuncias de defensores de derechos humanos de que su magnífico ejército puede convertirse en proveedor de mercenarios altamente calificados cuando les llega el retiro. Así fue a propósito de la participación de exmilitares colombianos en la banda que asesinó al Presidente de Haití, cuyo magnicidio y sus inspiradores es uno de los misterios caribeños de este siglo.
En Perú todas las señales apuntan a la crónica de una crisis institucional anunciada originada en la poca capacidad para designar un gabinete idóneo. Es lo que parecen mostrar quienes ganaron las elecciones y asumieron recientemente las riendas del poder ejecutivo.
El Ecuador sigue viviendo una paz social y política internas y un respeto a las instituciones democráticas ejemplares, cuando se acercan los 100 días de gobierno del presidente Lasso. Sin embargo los necesarios perfiles de visión y autoridad para gobernar el deben acentuarse y los mecanismos de alerta temprana, para guiar la acción anticipada del Estado a fin de frenar los síntomas de violencia que narcoticen el Estado, necesitan multiplicarse y tener apoyo social y mediático.
La estructura jurídico-constitucional que vuelve imposible gobernar con respeto a la vigencia plena de la doctrina internacional de los derechos humanos, y con la eficacia y eficiencia que la necesaria reactivación económica demandan, merece cambiarse para que el presidente responda al profundo sentir de la mayoría que lo eligió. No se crea confianza jurídica nacional ni internacional en un país donde sus asambleístas rechazan la correcta adhesión al Ciadi y una persona moral puede ser sentenciada en ausencia.
La sensatez geopolítica mostrada en el proceso de importación de vacunas debe presidir las acciones de política exterior del estado ecuatoriano.
Liga Deportiva Universitaria alcanzó el vicecampeonato mundial de clubes en 2008, marcando un hecho sin precedentes en la historia del futbol ecuatoriano. La pasión, firmeza y credibilidad de quien ejercía la presidencia del club, deben estar siempre presentes en la cabeza y el corazón de quienes dirigen el Estado y la sociedad ecuatorianas hoy. Porque como escribió Ruben Darío: “si la patria es pequeña uno grande la sueña”.