Entre el lunes y el miércoles pasado, el gobierno israelí ejecutó la ofensiva militar más descarnada en 20 años sobre los territorios que ocupa ilegalmente en el norte de Cisjordania. Los drones bombarderos y la avanzada con vehículos blindados y excavadoras sobre el campo de refugiados de Yenín dejaron tierra arrasada. El saldo fue de 12 palestinos asesinados (van 156 sólo este año), incluidos cinco niños, 140 heridos y unas 500 familias que tuvieron que huir de sus hogares.
Las autoridades de Yenín informaron que resultaron dañadas o destruidas el 80% de las viviendas, decenas de vehículos y la mayoría de las calles. Según el gobernador local, “la operación israelí destruyó también las redes de agua, electricidad, la telefonía fija, los sistemas de comunicación y el alcantarillado”. Incluso fueron atacados los hospitales Ibn Sina y Al-Amal, donde dispararon a familiares de heridos, además de impedir la circulación de las ambulancias y del personal médico. Un video muestra, también, a periodistas con sus chalecos azules y su identificación siendo atacados por los soldados israelíes.
Por qué Yenín
El de Yenín es uno de los campamentos creados a principios de la década del ’50 para albergar a palestinas y palestinos desplazados tras la creación del Estado de Israel, que implicó la expulsión de sus tierras de al menos 750 mil personas en lo que el pueblo palestino llama la “Nakba” (catástrofe).
Con el tiempo, Yenín se convirtió en una gran barriada popular, de edificios informales de varios pisos, en la que viven unas 20 mil personas hacinadas en medio kilómetro cuadrado. Tiene una de las mayores tasas de pobreza y desempleo -agravadas desde que Israel revocó muchos permisos de trabajo entre sus habitantes- de los 19 campamentos de refugiados que hay en el norte de Cisjordania, ocupada por Israel desde 1967.
Yenín es uno de los principales bastiones de la resistencia armada palestina y fue el blanco de la mayor operación militar israelí durante la Segunda Intifada, en abril de 2002, cuando sólo allí fueron asesinados 52 palestinos y una cuarta parte de la población perdió su casa.
Por qué ahora
En los últimos años se multiplicó la construcción de asentamientos de colonos israelíes en Cisjordania. Hoy son más de 200, con ciudades construidas solo para judíos y carreteras prohibidas para palestinos. Israel ejerce el control de los recursos naturales, los servicios, las rutas y las fronteras de esos territorios ocupados. Mantiene un bloqueo sobre la economía palestina. Decide quién entra y quién sale.
En 2022 comenzó un nuevo avance de colonos israelíes y, con el regreso de Benjamín Netanyahu como primer ministro israelí en diciembre pasado, recrudecieron los ataques: en lo que va del 2023 asesinaron a 156 palestinos, incluidos 27 menores. La espiral de violencia desembocó en esta operación militar devastadora en Yenín.
Según el gobierno de ultraderecha israelí, el objetivo era acabar con “infraestructura terrorista” y “desarmar a las milicias”. Sin embargo, parece más real la tesis de que esta mega incursión fungió como cortina de humo ante las renovadas protestas ciudadanas contra la polémica reforma judicial que impulsa Netanyahu. El mismo lunes, mientras caían las bombas sobre Yenín, miles volvieron a marchar en Tel Aviv en rechazo a un proyecto de ley que, denuncian, no respetará la división de poderes.
El viejo truco de unir a la opinión pública frente a un enemigo común externo, estrategia que despliegan una y otra vez los gobiernos israelíes en momentos de crisis internas.
Para el primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, la operación fue “un nuevo intento de destruir el campamento y desplazar a su gente”, y aseguró que los palestinos no se rendirán “mientras perdure esta ocupación criminal”.
No es conflicto, es colonialismo
Lo que se suele vender como un conflicto religioso, es en verdad un conflicto geopolítico que empezó con la creación artificial del Estado de Israel ocupando tierras donde residía una mayoría árabe. Los palestinos viven, desde 1948, una situación de apartheid, mientras la gran prensa y la “comunidad internacional” (salvo excepciones) mira para otro lado ante la matanza constante perpetrada por Israel y en cambio demoniza a la resistencia armada palestina.
La impunidad de Israel se asienta en su condición de victima eterna, prolongando indefinidamente un conflicto tan bien sintetizado en la célebre frase del escritor palestino Emile Habibi: “Vuestro holocausto, nuestra catástrofe”. «