Un hondureño murió este domingo por el impacto de una bala de goma disparada por policías mexicanos que intentaron detener a más de un millar de migrantes de ese país que intentaban cruzar a México con destino final de Estados Unidos. El secretario mexicano de Gobernación (equivalente al ministro de Interior), Alfonso Navarrete, “condenó la violencia” pero argumentó que la policía había detectado que «algunos (migrantes) portaban armas de fuego y otros de las llamadas bombas molotov». El lunes el presidente de EEUU Donald Trump se hizo eco de lo sucedido y advirtió a la caravana migrante que regrese a su país: “¡Esto es una invasión de nuestro país y nuestros militares los están esperando!”
«El gobierno de México rechaza las manifestaciones de violencia ocurridas en la frontera con Guatemala y reitera que la única vía para ingresar a México es el cumplimiento de las leyes migratorias», señaló Navarrete. El ministro explicó que unos 300 migrantes ya han recibido una cédula de identidad como parte de un programa del gobierno mexicano, que 1.895 ya han solicitado refugio y que 422 han solicitado su repatriación voluntaria.
El asesinato ocurrió cuando unos mil migrantes hondureños rompieron un cerco que había armado la policía guatemalteca para impedirles avanzar a suelo mexicano en su trayecto hacia Estados Unidos. Allí la policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma, una de las cuales acabó matando a Henry Adalid Reyes, de 26 años.
Reyes es al menos el tercer hondureño identificado que muere en las caravanas que se dirigen hacia Estados Unidos huyendo de la falta de empleo, pobreza y violencia en su país. Según Naciones Unidas, alrededor de 7.000 van transitando por el sur de México y el gobierno Estados Unidos ya ha anunciado que les bloqueará el ingreso.
Más allá de los dichos altisonantes de Trump en las redes sociales, funcionarios estadounidenses aseguraron que el Pentágono enviaría alrededor de 800 efectivos en servicio activo a la frontera sur para reforzar la guardia apostada allí. Pero el diario The Wall Street Journal amplió el número de enviados a 5.000 efectivos, citando fuertes internas, en la frontera con México.