El presidente Jair Bolsonaro y el expresidente Luis Inácio Lula da Silva se enfrentan en una contienda histórica en todo sentido. Por el nivel de enfrentamiento y polarización jamás vivido en el país; por la campaña no exenta de violencia y plagada de fake news (sobre todo del lado bolsonarista) y porque el resultado final estará determinado más por el rechazo que por la preferencia. Un electorado unido hacia uno y otro extremo por el espanto, en términos borgeanos. La consultora Quaest estableció estos días que «la mitad de los electores que votan a Lula lo hacen para sacar a Bolsonaro. Y la mitad de los que votan a Bolsonaro lo hacen para que Lula no vuelva».
Como se ha dicho también sobre la Argentina 2023, esta es una elección prácticamente entre «dos oficialismos». Es decir, entre dos líderes con apoyos masivos de similar peso, que gobernaron el país en períodos cercanos y cuyas gestiones están muy presentes en el ideario popular. Para bien y para mal.
A pesar de lo que se auguraba en la primera vuelta, Bolsonaro se convirtió en un candidato altamente competitivo y hoy, aun cuando los números siguen favoreciendo a Lula, el resultado es verdaderamente incierto y se espera un final agónico voto a voto.
Las encuestas actualizadas muestran un repunte del candidato del Partido de los Trabajadores. En el último sondeo de Datafolha, publicado el jueves, Lula recuperó una ventaja de seis puntos al llegar al 53% neto de los apoyos, contra 47% de Bolsonaro, al frente del Partido Liberal, considerando los votos válidos, sin nulos ni en blanco. Pero aún está sin definir hacia dónde se inclinarán los indecisos. Este terreno supuestamente iba a ser ganado tras el debate final del viernes, aunque las acusaciones mutuas y los momentos de tensión no parecieron mover del todo las inclinaciones manifiestas el pasado 2 de octubre, donde Lula obtuvo el 48,4% y Bolsonaro el 43,2%. En la primera vuelta, alrededor de 32 millones de brasileños se abstuvieron de votar, se trata del 21% de los 156 millones de electores habilitados. El número quintuplica la ventaja de seis millones que obtuvo Lula sobre Bolsonaro en primera vuelta. Tras el debate televisado, la consultora Atlas Intel afirmó que el 51,5% de los entrevistados del segmento de indecisos consideró que Lula fue el vencedor; mientras que el 33,7% se inclinó por Bolsonaro. El PT manejaba números similares. Tal vez la clave para generar esa sensación fue que Lula mantuvo una calma tibetana durante casi todo el encuentro y evitó responder la mayoría de las acusaciones de su rival, sobre todo las más agraviantes. El punto cúlmine fue quizá cuando le reclamó “así no es como debe hablar un presidente”.
Por su parte, Quaest registró un promedio de 51% de comentarios a favor de Lula en las redes, contra un 36% de Bolsonaro durante el debate.
La otra elección
Si bien el Parlamento fue definido en la elección pasada, dejando un Congreso más inclinado hacia la derecha y la centro derecha con el que una eventual presidencia petista deberá lidiar; aún resta definir el destino de 12 de los 26 estados donde se votará también en segunda vuelta para elegir gobernadores y gobernadoras. Ese mapa, hasta ahora con mayoría de mandatarios bolsonaristas o de derecha, también influirá en la gobernabilidad futura.
El distrito al que se presta mayor atención es sin duda el de San Pablo, el más rico y populoso del país, con 46 millones de habitantes. En primera vuelta, el exministro de Infraestructura Tarcísio Gomes de Freitas, militar de la reserva y lugarteniente de Bolsonaro, logró un 42% de los votos por delante de Fernando Haddad, el heredero político de Lula, excandidato y exalcalde de la homónima capital estatal, que se quedó con el 35%. Los otros estados a definir gobernador son Alagoas, Amazonas, Bahía, Espírito Santo, Mato Grosso do Sul, Paraíba, Pernambuco, Rio Grande do Sul, Rondônia, Santa Catarina y Sergipe. En los estados donde ya se definió el gobernador en primera vuelta, ocho quedaron en manos de partidos de derecha, incluyendo Río de Janeiro donde triunfó el bolsonarista Cláudio Castro con un 58,18% de los votos, y en Minas Gerais, donde el 56,94% del electorado eligió al liberal Romeu Zema, del Partido Nuevo. «