Desde los medios y desde los países que combaten al chavismo en Venezuela se descalifica la elección del domingo que le dio la reelección a Nicolás Maduro por la escasa participación del electorado y se pone en cuestión la legitimidad del mandato tanto por esa alta abstención como por las denuncias de la oposición de que se trató de elecciones amañadas que no representan la voluntad popular.
El de la legitimidad de los gobiernos es un tema apasionante si se hace un relevamiento mundial de los distintos sistemas y de la verdadera representatividad de los gobernantes electos. Ni las más encumbradas democracias occidentales se salvan de la escasez representativa y gobiernos respetados por la comunidad internacional están lejos de ser producto de la voluntad popular tal como lo entiende el sistema democrático.
En los ocho ejemplos de gobiernos que se anotan a continuación es fácil verificar que la legitimidad que se le asigna a un presidente depende muchas veces de factores ajenos al mandato popular. Es una selección variopinta, pero no es una muestra menor, son gobiernos que rigen los destinos del 45% de la población mundial (3.375 millones de personas) Si estos casos son legítimos para el consenso mundial, ¿por qué no lo sería la elección del domingo en Venezuela?
1.- Donald Trump fue electo en 2016, en una votación a la que concurrió sólo el 55% del electorado norteamericano. Pero, además, la ganadora por el voto popular directo fue la demócrata Hillary Clinton, que obtuvo un 48% contra el 46% de Trump, una diferencia de nada menos que 2,8 millones de votos en favor de la ex Primera Dama. Sin embargo, como el presidente es electo por el Colegio Electoral, Trump obtuvo más congresistas y ganó pese a perder. Es el país autodenominado Faro de la Democracia.
2.- Emanuel Macrón logró el triunfo en 2017 en Francia, en un ballotagge con un 43% de participación electoral, un 5% menos que la elección del domingo en Venezuela.
3.- En Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Kuwait, y otras monarquías de Medio Oriente no se elige presidente. El Rey es electo mediante internas de la familia real. En los Emiratos Árabes Unidos, sólo 129 mil ciudadanos (3% de la población) están habilitados a votar a los Consejeros que aprueban las políticas más importantes, ellos deciden por los 4,5 millones de habitantes.
4.- En China, la segunda potencia mundial, el presidente es electo por una Asamblea Nacional Popular de 3 mil diputados, todos enrolados en el Partido Comunista Chino (PCCH). La población de China es de 1.379 millones de habitantes. Desde su ingreso en los foros económicos internacionales, ningún país considera a China una tiranía.
5.- En la India, denominada la mayor democracia del mundo por sus más de 700 millones de ciudadanos en condiciones de votar, el sistema de castas fue abolido en los documentos oficiales, pero permanece intacto en la práctica. El 17% de los indios pertenece a la casta Paria, discriminada y al margen de toda participación. El porcentaje promedio de votantes es del 60% de los habilitados y en cada elección se denuncian abusos contra los campesinos a quienes se les impide votar o se les ofrecen dádivas para que favorezcan a algún candidato, una práctica común en una nación con 300 millones de pobres extremos. La India, no obstante, es considerada un modelo a imitar por su apego a las políticas neoliberales.
6.- Laos es el país del mundo con mayor participación popular en las elecciones. El 97,9% del padrón electoral concurrió a la votación para la renovación parlamentaria de 2016. Sin embargo, esa apariencia democrática queda opacada porque legalmente el único partido que puede presentar candidatos es el Partido Revolucionario del Pueblo.
7.- En las últimas elecciones en Chile se impuso la abstención. El 56% de los chilenos no fue a votar y Sebastián Piñera ganó con el 55% de los votos emitidos, lo que significa el aval del 24% del total del electorado. En la línea de razonamiento que descalifica la legitimidad por la escasa participación en la reelección de Maduro, Piñera debería estar igualmente cuestionado.
8.- En agosto de 2016, una operación política del poder económico y los legisladores opositores derrocaban a Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil y dejaban el poder a manos del vicepresidente Michel Temer. Técnicamente fue un procedimiento democrático porque el impeachment está contemplado en la constitución brasilera, pero las irregularidades que se cometieron en el proceso llevaron a que la voluntad popular no searespetada. En 2014, la mayoría de los brasileros votó al PT. Al asumir Temer, ese partido quedó al margen del gobierno y la mayoría de los votos quedó sin representación.