Nuevamente llegamos a una jornada de donde se producen dos elecciones clave en Latinoamérica, en este caso en Perú y en México. Una de las coincidencias más emblemáticas entre ambas, una situación que se replica en la región, es la aparición de una izquierda popular que no se trata de la izquierda tradicional, la que tiene como eje principal incentivar la lucha de clases, ni tampoco se trata de la centroizquierda ni la social democracia que pueda canalizar alguna voluntad de cambio. Es, en cambio, una izquierda que expresa lo más marginal, lo que no se visibiliza, lo que no se tiene en cuenta, lo que a veces ni siquiera consideran las representaciones que dicen considerar lo popular.
Ese protagonismo que sí toma esta izquierda nacional y popular se vislumbra con particular claridad en México, representado en el Movimiento Morena, creado por López Obrador y en la presencia del profesor Pedro Castillo, en Perú.
En México se producirán hoy las elecciones más grandes de la historia del país. Son cruciales. Se eligen gobernadores en un país tan fuertemente federal, por lo que conllevan un peso específico comparable con las propias presidenciales. Un padrón de 93 millones de personas elige gobernadores en 15 estados, 500 miembros de la Cámara de Diputados y unos 20 mil cargos locales, en medio de un preocupante muy fuerte clima de violencia, al punto que 35 candidatos fueron asesinados en este proceso.
Se trata de una exigente prueba para AMLO, tras medio período en el gobierno. Debe medir cuál es el apoyo popular en un momento tan complicado como es el de la pandemia. Todo indica que ratificará ese respaldo que obtuvo en 2018 y que obtendrá una mayoría parlamentaria que le permitirá continuar con los cambios.
También allí se plasmaron dos grandes coaliciones que polarizaron al electorado. La derecha histórica conformó Va por México: el PRI, el PAN y el PRD, que fuera un desprendimiento del PRI. Enfrenta a Juntos Haremos Historia, compuesta por el Morena, el Partido de los Trabajadores y el Verde.
En el caso del balotaje del Perú, Keiko Fujimori, la hija del que fuera dictador , actualmente preso, enfrenta al profesor Pedro Castillo, quien dirigiera la tan importante huelga docente del 2017, sin el respaldo del sindicato, con una movilización nacional que dejó una huella inalterable en la lucha de los trabajadores peruanos. Castillo es de una zona muy humilde de la sierra. Es rondero: tienen mucha historia en la región las rondas que protegen a los campesinos de la acción depredadora de los latifundistas. Y se reconoce mariateguista: José Carlos Mariátegui fue el secretario general del Partido Comunista Peruano que planteó que hay que mirar a América Latina con ojos de marxista y al marxismo con ojos latinoamericanos, observando con decisión que la dependencia es nuestra mayor contradicción.
Este panorama, para ser completo, debe entenderse en el marco en que se produce: los pueblos latinoamericanos están luchando fuertemente contra las medidas neoliberales. Esa lucha que empezó a cristalizarse en Chile, y que seguramente se transformará en una nueva constitución para dejar en el pasado a la pinochetista. Y que del mismo modo se advierte en las muy masivas movilizaciones actuales en toda Colombia. Pero además tiene un punto neurálgico en el creciente desprestigio de Bolsonaro, en un Brasil con la certeza de que Lula será candidato y la posibilidad muy alta de que vuelva a ser presidente.
Por supuesto que estamos en situación de plena pelea. Y se registra frente a las derechas que aprendieron a ir unidas. A no cometer los errores que a veces se producen en los movimientos populares al transitar por caminos de disgregación, confundiendo eventuales aliados, o incluso adversarios con los enemigos.
Hay que ver ahora si el movimiento popular está a la altura de enfrentar esta nueva gran posibilidad que se ofrece en Latinoamérica. Con unidad, con amplitud y con generosidad.