Como si se tratara de la banalidad de una disputa futbolera, ante la gravedad de una crisis como la sanitaria devenida del Covid-19 varias de las más importantes naciones de las 27 que conforman la Unión Europea se trenzaron en una pelea derivó en algo así como el “sálvese quien pueda”. Una novela de misterios, burocracia, críticas, espías. Alemania, el Reino Unido, Francia y desde ya Rusia lanzados a una pulseada insólita. El grupo de Bruselas, sede de la UE, ante la rebelión del de Visegrado (que integran Hungría, Eslovaquia y República Checa), por ejemplo. Y como sobresaliendo de tanto disparate, la guerra por la vacuna Sputnik V.
Con el mundo superando los 131 millones de casos y casi 3 millones de fallecidos, Europa ya venció la barrera de los 40 millones de contagios y 96 mil muertos. La vacuna del Centro de Epidemiología y Microbiología Nikolái Gamaleya de Moscú, resistida en el contexto geopolítico, venció las barreras y «la campaña deliberada de desacreditación y noticias falsas» que padecieron sus responsables y también Vladimir Putin: “Ninguna otra vacuna extranjera tiene tan alto nivel de protección”.
Hace sólo dos semanas, Thierry Breton, responsable de la campaña de vacunación del bloque, aseguró que la vacuna rusa “no es necesaria”. No sólo el primer ministro ruso salió a cruzarlo: “No imponemos nada a nadie, pero cuando escuchamos estas declaraciones nos preguntamos qué intereses defienden estos funcionarios y a quién representan”. La reacción fue inmediata. Dos fuertes ejemplos: mientras Emmanuel Macron destacó por su apertura hacia la vacuna rusa; de inmediato salió Angela Merkel con decisión. “No hay bastante vacuna para frenar la tercera ola. Llevo tiempo diciendo que debemos utilizar cualquier vacuna aprobada por la agencia de medicamentos”. Alemania está dispuesta a comprar la Sputnik y actuar por su cuenta, fue la comunicación oficial. Horas después se anunciaban nuevos acuerdos con España, Italia y Francia para crear un pool que colabore con la elaboración y que Europa pueda se abastecida con 50 millones de dosis a partir de junio. El Fondo Ruso de Inversión Directa sigue negociando directamente con la empresa farmacéutica ítalo-suiza Adienne, lo mismo que con el instituto federal alemán Paul-Ehrlich.
La contracara es que esta situación no evitó que el primer ministro eslovaco, Igor Matovic, debiera renunciar tras las críticas violentas recibidas por su decisión de comprar vacunas rusas sin respetar las reservas de sus socios de coalición de gobierno.
El dato siguiente puede ayudar a comprender las peleas, los intereses y las tremendas presiones. Según la agencia Bloomberg, el laboratorio Pfizer-BioNTech espera ganar en 2021 U$S 15 mil millones en ingresos sólo por la venta de su vacuna. Es que ya acordó con distintos países y organizaciones de todo el mundo el suministro de 836 millones de dosis. Claro que apenas se ubican en el tercer lugar del podio, por debajo de Oxford-AstraZeneca (3036 millones) y Novavax (1314 millones de dosis). Si se contempla que cada dosis se paga a razón de U$S 4, sólo hace faltas hacer bien las cuentas. «