La estrategia de Donald Trump y de los inventores de las “revoluciones de colores” que desestabilizaron a gobiernos de algunas ex repúblicas soviéticas, prendió, aunque con alguna demora, en Bolivia. Es así que la derecha cruceña, que ya en 2008 pretendía la secesión de ese rico territorio del resto de la nación, y que el año pasado llevó la voz cantante y puso la violencia en las calles para la destitución de Evo Morales, anunció una huelga general para este jueves y viernes en reclamo de una auditoría de las presidenciales del 18 de octubre, a las que ahora califica de fraudulentas.
La medida de fuerza es impulsada por el Comité Cívico de la región, un conglomerado civil-empresarial al oriente boliviano, según confirmó a un canal de televisión privado, Unitel, su presidente. Rómulo Calvo. La huelga en esta región, que representa una cuarta parte del PIB boliviano, se anuncia en dos fases: el jueves en el área rural y el viernes en la capital, Santa Cruz, la ciudad más poblada del país, explicó Calvo.
El dirigente ratificó la posición del Comité, que empuja cortes de calles y avenidas desde la semana pasada y hasta junto a algunas decenas de mujeres frente a los cuarteles pidiendo un golpe para evitar la entrega del gobierno: «No aceptamos el informe presentado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y rechazamos de manera categórica el cómputo electoral» que declaró ganador con 55% de los sufragios a Arce, ex ministro de Economía de Evo Morales y representante de ese sector político.
El caso es que el resto de los partidos políticos, incluido en ese momento el líder de esa región, el ultracatólico Fernando Camacho, reconocieron el resultado. Y esta vez también la OEA, que fue clave para rechazar el resultado de la elección de 2019, ahora dio por válido el triunfo de Arce y su secretario, el uruguayo, celebró la vuelta a la democracia tras un año de gobierno de facto de Jeanine Añez.
El poderoso gobernador de la región, Rubén Costas, consideró «imprescindible exigir al Tribunal Supremo Electoral una auditoría al proceso electoral, y particularmente al resultado de la votación, para dar certidumbre y confianza al conjunto del pueblo boliviano».
El Presidente del TSE, Salvador Romero, desestimó la realización de la auditoría «ya que ese proceso está cerrado», y reiteró que el resultado fue validado por varios organismos internacionales y nacionales.
Arce, que asumirá el próximo domingo, descalificó días atrás las movilizaciones, señalando que «retrasan la reactivación, generación de empleos e ingresos». En otras regiones de Bolivia también se registran desde la semana pasada esporádicos bloqueos de calles y avenidas, como en Cochabamba, centro del país.
Es que luego del golpe que puso fin a 13 años de gobierno de Morales, la derecha boliviana pensó que otros vientos iban a soplar en el país y podrían terminar con el liderazgo del MAS IPSP. Pero contra un 55% de votos poco hay para decir y Carlos Mesa, el segundo en el comicio, no se prende en esta demanda.
Por otro lado, Camacho apenas tuvo un 14% de votos en esta ocasión. “Ya conocido el cómputo oficial de votos y recibido los pronunciamientos de los veedores internacionales, reconocemos y asumimos el rol que los bolivianos nos dieron en esta elección, que es el rol de opositores”, dijo esa noche.