Decidido a fortalecer y liderar el nuevo espacio que conformaron los gobiernos de derecha en la región y a intentar mantener a flote a uno de sus aliados estratégicos en su proyecto geopolítico, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se metió en la carrera electoral argentina agitando el remanido –y probadamente falso– fantasma de que el país se convertirá en «otra Venezuela» si no ratifica a Mauricio Macri en las próximas elecciones de octubre y, en cambio, sí elige a Cristina Fernández.
En declaraciones a la prensa en Brasilia, el exmilitar de ultraderecha atribuyó las dificultades argentinas al hecho de que Macri realizase apenas «por la mitad» las reformas con las que prometió rescatar la economía y cuyos resultados muestran, por el contrario, un saldo negativo. En ese momento, mientras en la Argentina estallaban los mercados y subían la inflación, el dólar y el riesgo país, también dijo que si no se aprueba su reforma de las jubilaciones, Brasil podría parecerse a la Argentina.
Las palabras de Bolsonaro llegan en un mal momento para el presidente argentino, debido a la crisis económica. La percepción de que el gobierno de Cambiemos no podrá pasar la prueba electoral de octubre trasciende las fronteras nacionales y en ese sentido, el intento de espaldarazo de Bolsonaro busca ayudar a sostener al alicaído Macri adelantándose a las declaraciones que pueda hacer cuando visite la Argentina, el próximo 6 de junio.
«Argentina hizo las reformas por la mitad y Macri está con problemas ahora. Y los problemas se acumulan. La oposición puede volver. Y eso nos preocupa, porque no queremos otra Venezuela aquí en América del Sur», dijo Bolsonaro. El respaldo continuó al día siguiente en una reunión entre el ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, y su par de Hacienda, Nicolás Dujovne, en Río de Janeiro.
En el encuentro de una hora en la sede carioca del Ministerio de Economía, en el centro de Río de Janeiro, con quien repasó la agenda bilateral pero también objetivos comunes frente a la negociación para cerrar el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, uno de los motivos fundamentales por los que los gobiernos de Brasil y Argentina forzaron la «suspensión» de Venezuela como miembro del Mercosur, ya que se oponía abiertamente a esa propuesta. En la reunión se trató también la preparación de la visita de Bolsonaro a la Argentina y la «agenda de infraestructura regional».
El gobierno brasileño, según Guedes, «apoyará todos los esfuerzos de integración y estabilización» de la Argentina. «Me gustaría dejar en claro que apoyamos totalmente al ministro Nicolás y al presidente Macri, ellos tienen todo nuestro apoyo. El presidente Bolsonaro se identificó mucho con Macri y yo con Dujovne, parece que nos conocemos hace 20 años», dijo el brasileño.
Desde que asumió el 1 de enero, Bolsonaro mantuvo y profundizó la política antichavista que sostienen varios gobiernos en la región, desde el Grupo de Lima, un encuentro cuyo único objetivo es forzar la salida del poder de Nicolás Maduro, a quien acusan haber generado «una crisis humanitaria, política, económica y moral» en Venezuela por sostener un «régimen ilegítimo y dictatorial que constituye una amenaza a la paz y la seguridad internacionales, con efectos regionales y globales».
El segundo y reciente paso, en la misma dirección, fue la creación del foro Prosur, impulsado por el presidente chileno Sebastián Piñera, una alianza que en teoría pretende reemplazar a Unasur y despojarle su «ideología», aunque en su inauguración excluyó a Venezuela y condicionó la participación de Bolivia.
El brasileño fue el último presidente en acceder al poder en la nueva ola de gobiernos de derecha en la región, y para que sus planes geopolíticos se sostengan en los años que le tocará gobernar, necesita de sus aliados. Ante el cronograma electoral que se presenta en octubre, Bolsonaro no sólo mira a la Argentina. Si bien la posibilidad de un cambio radical de rumbo es una de las más concretas en el país, el mismo mes en que los argentinos voten presidente, también lo harán los habitantes de Bolivia y Uruguay. En el primero, Morales deberá asegurar su cuarto mandato consecutivo, con lo que se mantendría en el poder hasta 2025: el candidato opositor y expresidente Carlos Mesa, muestra una intención de voto muy competitiva. El panorama uruguayo parece algo más tranquilo. Las encuestas permitirían suponer que el oficialista Frente Amplio se mantendrá en el poder, aunque ni este ni su principal contrincante, el Partido Nacional, definieron aún candidaturas. «