En estos tiempos se conmemoran 100 años de la declaración Balfour, que fue la promesa británica al movimiento sionista para facilitar la creación del Estado de Israel en Palestina. Estamos a 70 años de la resolución 181, que se refiere a la partición de Palestina en dos estados, uno judío israelí y otro árabe palestino y a 50 años de la ocupación de la Franja de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén oriental en el año 1967. También hace dos semanas conmemoramos 69 años del Nakba, que fue la ocupación del 78% de Palestina y la expulsión de tres cuartas partes de su pueblo. Es una historia larga. Lamentablemente aún padecemos y sufrimos lo mismo.
Hoy, la totalidad de la Palestina histórica está ocupada por Israel. En 1988, Palestina a través de la OLP, su único y legítimo representante, tomó una iniciativa sin precedentes al reconocer al Estado de Israel en el 78% del territorio de la Palestina histórica, a la vez que reivindicó el establecimiento del Estado de Palestina en tan solo el 22% del territorio, y específicamente en los territorios ocupados en el año ’67. En 1993 hubo una ventana de esperanza con la firma de los acuerdos de Oslo, que abrieron una nueva perspectiva de paz y solución definitiva. Lamentablemente a dos años de esa firma, el fundamentalismo judío que hoy gobierna Israel asesinó al primer ministro israelí Isaac Rabin. Desde entonces, desafortunadamente, la situación va de mal en peor. Hoy la potencia ocupante está intentando perpetuar la ocupación e impedir cualquier solución definitiva que contemple el establecimiento de un Estado palestino independiente y soberano.
A través de la construcción de un muro de separación en territorio palestino ocupado, de una política de judaización de todo el territorio de Cisjordania, especialmente en la ciudad santa de Jerusalén, que el mundo entero reconoce como territorio ocupado, y de una escalada en la constitución de asentamientos que son verdaderas ciudades. Con estas políticas, Israel consagra su estado sobre el 100% de la Palestina histórica, donde hay dos sistemas: uno de democracia para los judíos y uno de apartheid para los palestinos.
Desafortunadamente, la sociedad israelí también está yendo cada vez más hacia el fascismo. Esto ha sido advertido por dirigentes y militares israelíes y se traduce en políticas en contra del pueblo palestino, pero también tiene efectos en la propia sociedad israelí. Ha habido varios casos en que turbas lincharon a ciudadanos que por apariencia dieron por palestinos y luego descubrieron que eran ciudadanos israelíes. La víctima directa es el pueblo palestino y la paz. Pero en algún momento va a repercutir en la sociedad israelí.
Lamentablemente hasta ahora el Estado de Israel, sus políticos y una buena parte de la sociedad no ha llegado a la convicción de que la paz es de interés de todos, porque la ocupación le ha sido rentable. Pero esto a la larga seguramente va a cambiar, porque la comunidad internacional no podrá aceptar que a esta altura de la Historia haya un régimen de apartheid como existe hoy en la Palestina ocupada. «