El presidente de Colombia, Iván Duque, cumplió el miércoles su primer año de gestión en un contexto de matanzas a líderes sociales, a exguerrilleros desmovilizados y campesinos y con serias demandas sociales y económicas sin satisfacer. El presidente derechista, continuador del expresidente, Álvaro Uribe, llega a sus primeros 12 meses con encuestas desfavorables, críticas del arco opositor y un recrudecimiento de su disputa con la vecina Venezuela. Esta semana se conocieron sondeos que indican que la imagen negativa del presidente supera a la positiva: 48 contra 47%. La visión negativa sobre la gestión también es superior: 52%. El 58% de los encuestados considera que el país «va por el mal camino». La mayoría de los temas de su gestión, como economía, cultura, infraestructura, relación con otros países, y por supuesto, el proceso de paz (60% opina que no va a resolver el tema de la violencia) tienen una calificación desaprobatoria. Un contundente 70% opina que Duque debe dejar de abroquelarse en su partido, el Centro Democrático y «abrir su gestión a otros partidos» y el 65% dice que tiene que modificar su Gabinete. Un escaso 14% dice que debe mantenerse cerca de Uribe.
Columnas de analistas y sectores opositores señalan a Duque como carente de iniciativa propia, comandado por su jefe político y principal crítico de los acuerdos de paz firmados por el entonces presidente Santos. «Demostró que no sabe gobernar sino bajo la sombra de Uribe, y que su verdadero Plan de Desarrollo es el Twitter de su presidente eterno», señaló la columnista de la revista Semana, María Jimena Duzán. «El balance es absolutamente negativo. No le ha cumplido a los líderes sociales que siguen siendo asesinados, ni al movimiento estudiantil ni al indígena», señala la diputada María José Pizarro, de Colombia Humana. «Se dedicó a perder tiempo en seis meses con las objeciones a la (Jurisdicción Especial para la Paz) JEP que finalmente no fueron aceptadas. No pudimos sacar reformas sociales, un compromiso. Una muy baja ejecución en temas de desempleo vamos aumentando precariedad, informalidad, no ha habido una reforma de la salud seria y no tenemos apenas avances en una reforma rural», afirma.
Rodrigo Rojas, activista por los Derechos Humanos y participante en varios procesos de paz, dice también a Tiempo que Colombia «es hoy un país en disputa, el Estado no fue capaz de copar el vacío que dejó las FARC». Rojas menciona que por ejemplo «más de 300 exguerrilleros presos que debían ser liberados según el acuerdo, no lo fueron».
El conflicto sumó un capítulo cuando la semana pasada el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dijo que eran «bienvenidos» los exlíderes de las FARC que abandonaron su país sin que se conozca aún su paradero. Se trata del diputado Jesús Santrich, y de Iván Márquez, quienes participaron en la negociación de paz en 2016. «Habían anunciado que venía Márquez y Santrich, me quedé esperando. Ellos son bienvenidos a Venezuela y al Foro de Sao Paulo cuando quieran venir, son líderes de paz», dijo Maduro, provocador. La réplica de Duque fue que el chavismo había convertido a su país en un «santuario para terroristas». Duque afirma que Santrich está en Venezuela, donde también estaría parte del Ejército de Liberación Nacional, con el que ni Santos ni Duque lograron negociar. Hace un par de meses que Santrich desapareció sin dar aviso ni dejar rastros y se especula con esa posibilidad, producto de la inestabilidad de su país o del riesgo de ir preso por una causa de narcotráfico en la que él niega toda vinculación.