La discusión sobre la gratuidad de la educación superior se incorporó en la plataforma de los candidatos que se enfrentan en el balotaje de este domingo en Chile. Esta demanda recobró su peso mediático luego del resultado obtenido por el Frente Amplio (FA) en la primera vuelta con un poco más del 20% de los votos, que puso en cuestión el diagnóstico erróneo del equipo del candidato de la coalición de derecha «Chile Vamos», Sebastián Piñera, que minimizó el peso de esta demanda ciudadana. Como consecuencia de lo anterior el senador Manuel José Ossandón (de derecha) condicionó su apoyo a Piñera con la exigencia de incluir la gratuidad en su plataforma.
El candidato de la centro izquierda «Fuerza de la Mayoría», Alejandro Guillier, planteó en el debate presidencial la eliminación de la deuda del Crédito con Aval del Estado (CAE), para un 40% de los estudiantes más vulnerables, y extender la gratuidad de la educación superior, que desde 2016 alcanza al 50% de la población estudiantil. Esto se pudo financiar por medio de una reforma tributaria que afectó principalmente al 10% más rico de la población, que impulsó la actual presidenta, Michelle Bachelet.
La demanda social por la gratuidad de la educación concibiéndose como un derecho y no como una mercancía surge con fuerza en el año 2006, constituyéndose en el sello distintivo de la fuerza juvenil de izquierda FA, cuyos líderes en su mayoría son menores de 35 años, y que emergen como la tercera fuerza política en la primera vuelta presidencial. Las demandas ciudadanas no se limitan a la gratuidad de la educación; también se extienden al sistema de jubilación privado y su cambio por un sistema solidario o de reparto. Se dice en el país trasandino que «envejecer es un camino a la pobreza» dado que el 90% de los jubilados cobra menos de 231 dólares. Esto condujo a que el gobierno de Bachelet impulsará una reforma previsional que significó un 5% de aporte patronal (que era nulo) administrado por el Estado. Este tema también se sumó al debate presidencial, y forzó a Piñera a sostener que «lo vamos a discutir».
Lo que está en juego este domingo es la continuidad de las reformas iniciadas por Bachelet y el electorado chileno sabe que Piñera, «es capaz de decir cualquier cosa para ganar», tanto que poco después de la primera vuelta habló de «votos marcados» a favor de A. Guillier y B. Sánchez (candidata del FA en primera ronda electoral) poniendo un manto de dudas sobre el sistema electoral que se transformó en un boomerang.
En esa línea, llegó a comparar al moderado Guillier con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y estalló en histeria cuando el expresidente José «Pepe» Mujica, de Uruguay, llegó al cierre de campaña de Guillier. Piñera
difundió un audio con el apoyo del presidente Mauricio Macri de Argentina, que bien puede transformarse en el «abrazo del oso» como consecuencia de una estrategia equivocada de polarización para un electorado racional. Estos errores no forzados por parte del candidato de la derecha permiten una segunda vuelta competitiva no prevista hace un mes atrás, cuando se pensaba que la derecha ganaba cómodamente. «