La intempestiva incursión de efectivos de la Policía Federal de Brasil en la Universidad Federal de Minas Gerais para llevarse a la fuerza al rector y a algunos funcionarios en una investigación por presunto desvío de fondos alertó a las fuerzas progresistas y despertó un fuerte rechazo en uno de los músicos más importantes de ese país, João Bosco, alarmado por la utilización de una de sus canciones más emblemáticas para nombrar al operativo policial. Todo esto en el marco de un debate que recién comienza y que para los malpensados, se inscribe en una política destinada a poner fin de la enseñanza superior gratuita en ese país por recomendación del Banco Mundial.
La historia tiene esos dos aditamentos que están íntimamente entrelazados. Por un lado, un informe del BM conocido a fines de noviembre pasado recomienda al gobierno de Michel Temer, como se sabe, surgido de un golpe institucional contra Dilma Rousseff, acelerar la reforma previsional, reducir los salarios de los empleados públicos y poner fin a la gratuidad en las universidades públicas.
Por el otro, una causa por un presunto desvío de fondos destinados a la construcción del Memorial de la Amnistía Política de Brasil en el predio de la Universidad Federal de Minas Gerais, en Belo Horizonte.
El monumento recuerda la lucha de los brasileños contra la dictadura militar que se instauró en 1964 y duró hasta 1985. En 1979 la situación política y social estaba a punto de explotar y surgieron en todo el país movimientos para reclamar la amnistía política de los miles de presos políticos y exiliados por la represión.
En ese contexto el dictador Joao Batista Figueiredo emitió la Ley 6683, que amnistiaba a la mayoría de los detenidos salvo que estuvieran condenados por actos considerados terroristas, lo que restringía el alcance en algunos casos a la arbitrariedad de las autoridades. Pero también amnistiaba a militares implicados en crímenes y torturas.
Con todo, esa normativa fue una de las base para la frágil democracia que surgió en el 85 y nació como parte de la lucha popular.
El edificio del Coleginho de Belo Horizonte, vinculado a la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la UFMG, había sido escenario de la resistencia contra la dictadura y de formación de intelectuales de Minas Gerais en esa época. De hecho, la ex presidenta fue alumna de la Facultad de Ciencias Económicas de esa institución entre 1968 y 1970, cuando fue detenida por integrar el Comando de Liberación Nacional (Colina).
Es por estos antecedentes que en 2001 el Ministerio de Justicia decidió que era el lugar ideal para construir el Memorial, con recursos del Banco Nacional de Desarrollo por un total de 10 millones de reales. La obra se puso en marcha recién en 2008. Pero a la fecha aún falta mucho para darla por finalizada y todo se retrasó aún más desde que el gobierno de facto de Temer comenzó a retacear fondos para las universidades estatales. Además, ahora aparecieron denuncias sobre un presunto desvío de fondos por 4 millones de reales no justificados.
En noviembre pasado, Temer puso al mando de la Policía Federal, un organismo que cumple funciones de auxiliar judicial y de orden administrativo del estado central, a Fernando Segóvia, un funcionario muy cercano al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera el propio mandatario.
El portal Brasil 247 afirma que para el nombramiento de Segóvia intercedió el jefe de gabinete de Temer, Eliseu Padilha. Y que entre las razones para la promoción está en primer lugar que la PF había encontrado 16 millones de dólares en valijas que estaban dentro de un departamento del ex ministro Geddel Vieira Lima, tan vinculado a Temer como para que se sospechara que el dinero podría no ser precisamente del acusado.
Como sea, Segóvia movilizó a 84 policías federales, 15 auditores de la Controladuría General de Brasil y dos del Tribunal de Cuentas para llevar a cabo ocho mandatos de conducción coercitiva y once de búsqueda y apresamiento. Pero cumplieron la medida entrando sin aviso y en forma brusca -sacando a empellones al rector Jaime Ramirez y a docentes y administrativos- en una institución que tiene inmunidad y en un momento de preocupación tras el pedido del BM. Para colmo, el operativo fue bautizado como Esperanza equilibrista.
Esa es una estrofa de una canción emblemática en la lucha contra la dictadura militar, O Bêbado e a Equilibrista (El borracho y la equilibrista), que popularizó Elis Regina en 1975 luego de la muerte en la celda de una prisión paulista del periodista Vladimir Herzog. Escrita por João Bosco y Aldir Blanc, el tema habla de los que debieron exiliarse y el dolor de los que se quedaron y termina con la metáfora del acróbata que danza en una cuerda, con una sombrilla, y que a cada paso se puede lastimar, para concluir: la esperanza equilibrista/sabe que el show de todo artista/debe continuar.
El propio Bosco, que ahora tiene 71 años, envió a los medios un texto en el que resalta que los académicos no tuvieron posibilidad de ver la causa por la que se los acusa, lo cual bastaría para sentirse indignado. Pero la operación de la PF me toca de modo más directo porque (alude) a la canción que hicimos en honra de todos los que lucharon contra la dictadura brasileña y permanece en la memoria colectiva del país como un himno a la libertad y la lucha por la democracia. Y agrega: no autorizo políticamente el uso de esa canción por quien traiciona su deseo fundamental.
Pero a esto le suma que sus sospecha de que esas medidas violentas son un ataque a la universidad pública encarada por instituciones alineadas con una visión más plutócrata que democrática. Y remata que la universidad pública es un espacio fundamental para la promoción de la igualdad en la sociedad brasileña. Es esa la esperanza equilibrista que debe continuar.