Iván Cepeda, senador del partido opositor Polo Democrático Alternativo, asegura que las manifestaciones en Colombia han mutado en un “movimiento transformador” que busca mayores cambios. “La ciudadanía está asumiendo un comportamiento político diferente, ya no le basta con expresar su rabia, su desesperación o sus necesidades. Hay una actitud mucho más consciente”, dice. “El gobierno tuvo el cinismo de presentar la reforma tributaria con el título de Ley de Solidaridad Sostenible, lo que enervó todavía más a la población”, sostiene Cepeda en referencia al impacto de la medida en medio del estrago sanitario y económico causado por la pandemia.
–¿Se puede hablar de una lectura errada por parte de Duque y su equipo?
–No les importó mucho. De lo único que se trata es de seguir satisfaciendo las demandas y los intereses de sectores muy poderosos de la economía, y disfrazar esto de una preocupación social. Duque dice que quienes estamos en contra de esta reforma no estamos pensando en los subsidios sociales, que son una miseria. Cuando viene una pandemia que deja en la ruina a la mitad de la población, cuando las capas medias comienzan a desaparecer, obviamente una reforma tributaria que se estructura bajo los mismos parámetros de siempre es totalmente inaceptable, porque estrangula a la gente y al mismo modelo.
–¿Cuál es el balance de víctimas de las últimas semanas?
–Todavía no tenemos una noción aproximada de lo que ha ocurrido. Las organizaciones de Derechos Humanos están intentando documentar los casos. Se están aplicando los mismos métodos contra estas organizaciones, contra la ONU y todos los organismos internacionales que están en el terreno. Es decir, los métodos de actuación ilegal de la policía y el ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios), y probablemente también del Ejército, que disparan a los jóvenes, los desaparecen, se meten en las viviendas, destruyen todo, violan mujeres, producen toda clase de lesiones y detenciones arbitrarias.
“Se ha puesto en boga la doctrina de la ‘revolución molecular disipada’”, afirma Cepeda. “La idea es convertir la protesta en una revolución que se presenta como pacífica, pero que en realidad es violenta y una expresión de terrorismo urbano. Es disipada porque ya no tiene un centro o una cabeza visible; son múltiples nodos o grupos que actúan de manera coordinada a través de redes”, explica sobre esta teoría promocionada por “un neonazi chileno, Alexis López, quien fue recibido en las academias militares” de Colombia. Duque y su mentor, el expresidente Álvaro Uribe, recurren a ella para justificar la represión.
Siguiendo la lógica de la “revolución molecular disipada –señala– el enemigo interno ya no son las viejas guerrillas rurales, sino el terrorista urbano, al cual hay que aplicarle los métodos de guerra convencionales”. En otras palabras, llevar la guerra a las ciudades. El jueves último, el senador denunció a Uribe por incitación a la violencia después de que el exmandatario reivindicara en Twitter el “derecho” de policías y soldados a usar armas para reprimir las protestas.
–¿Qué rol juega Uribe en las decisiones del gobierno?
–En Colombia se dice que el centro del gobierno no está en el Palacio de Nariño, en Bogotá, sino en la gran hacienda de Uribe. Quien realmente dirige y es el estratega del gobierno es Uribe. Todos sus mensajes públicos están en la línea de desarrollar esta concepción de la que hablo. La diferencia es que esa imagen hegemónica e influyente y de gran simpatía con Uribe declinó. Los jóvenes especialmente, y la gran mayoría de los manifestantes, expresan un sentimiento antiuribista. La gente en las calles identifica a Uribe con lo peor: con los falsos positivos, con los crímenes contra los jóvenes.
Tras una reunión con miembros del Senado, el Comité Nacional del Paro –que agrupa a unos 40 gremios organizaciones de estudiantes, campesinos y maestros– tiene previsto reunirse con funcionarios de Duque este lunes. “Es una propuesta de diálogo que busca dilatar en el tiempo cualquier tipo de solución real. Todo eso no lleva a ninguna parte, ya lo vivimos en 2019. Estamos ante la emergencia de un nuevo campo de confrontación social en el cual se están desarrollando estrategias maquiavélicas”, considera Cepeda.