La crisis política que atraviesa Italia, y que hizo eclosión el martes pasado con la renuncia del primer ministro Giuseppe Conte, podría quedar zanjada el próximo martes, día en que el presidente italiano, Sergio Mattarella, impuso como límite a los partidos para pactar una nueva mayoría parlamentaria que permita formar gobierno, tras la caída del E·jecutivo de coalición del movimiento antisistema M5S con la ultraderechista Liga.
El martes 20 sucedió algo inédito en el Parlamento italiano: el ministro del Interior y líder de la Liga, Matteo Salvini, promovió una moción de censura contra su propio gobierno y precipitó la caída de Conte, quien acusó de «irresponsable» al líder ultraderechista. Así terminaba un gobierno que nació contra natura y duró 14 meses.
La intención de Salvini quedó explícita en un discurso lleno de citas que dio en el Senado. «Volvería a hacer lo mismo», dijo, e insistió en un mensaje, el de que su formación no teme acudir a las urnas –los sondeos sitúan a la Liga como la fuerza más votada en unos eventuales comicios anticipados– para dar la voz a un pueblo «libre y orgulloso» que aspira a un gobierno que responda «sólo ante el pueblo italiano, no ante Angela Merkel o Emmanuel Macron».
Salvini aprovechó para ridiculizar una eventual alianza entre el Movimiento 5 Estrellas -con el que gobernaba en coalición hasta hacía pocos días– y el Partido Democrático, de centroizquierda y principal fuerza de la oposición. Es una de las posibilidades que más fuerza cobra en el actual escenario de incertidumbre. En los comicios generales del año pasado, el Partido Democrático, del ex primer ministro Matteo Renzi, obtuvo cerca del 19% de los votos. Si sumara fuerzas con el Movimiento 5 Estrellas, que aparentemente no tiene problemas en aliarse, tanto a la ultraderecha como al progresismo, tendría mayoría parlamentaria para apartar a la Liga del poder. El objetivo es evitar unas elecciones anticipadas que coincidan con la elaboración del Presupuesto para 2020 y en las que tanto la formación que lidera Luigi Di Maio como el Partido Democrático no saldrían muy bien parados, de acuerdo con los sondeos.
Desde el viernes, el M5E, primera fuerza en el Parlamento con el 32% en las legislativas de 2018, y que según los sondeos se desgastó fuertemente en 14 meses al poder, deberá pactar la posibilidad de formar un gobierno progresista con el Partido Democrático, de centroizquierda, con tintes reformistas.
«Hace pocas horas iniciamos una serie de conversaciones para intentar formar una mayoría sólida», anunció el viernes Luigi Di Maio, líder de la formación antisistema, al término de un encuentro con Mattarella, árbitro de la crisis según las normas de la Constitución.
Di Maio enumeró diez puntos de un eventual programa de gobierno como base de las negociaciones, entre ellos la defensa del medio ambiente y una serie de reformas del sector de la Justicia, el trabajo y el Parlamento.
El movimiento, que nació del rechazo de la vieja casta política y contra la corrupción, cuenta con varias corrientes dispares, de izquierda y de derecha, incluida una fuerte de tendencia euroescéptica.
El PD, de izquierda moderada, con aproximadamente el 20% de las intenciones de voto, propuso el jueves una alianza con el M5E. El líder del PD, Nicola Zingaretti pidió un «gobierno para el cambio», «fuerte» y «sólido», con un programa nuevo, aunque aclaró que en caso de que no sea posible formarlo, habría que optar por las urnas.
El líder del PD había advertido pocas horas antes que entre las condiciones fijadas para una alianza con los antisistema figura que se confirme la «vocación europea» de Italia y se cambie la dura política antimigración.
La posibilidad de un gobierno basado en una alianza entre el PD y el M5E, apoyado por otras pequeñas fuerzas de izquierda e independientes, ha sido condenada sin titubeos por las fuerzas de derecha y centro-derecha. Salvini reiteró ante el presidente su demanda de elecciones inmediatas y al mismo tiempo, ofreció una nueva alianza al M5E. «El camino real no puede ser el de los juegos de poder, las maniobra del palacio. Son las elecciones», dijo tras acusar a las fuerzas políticas de montar un frente «anti-Salvini y anti-Liga».
La líder del pro-fascista Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, desea una alianza con Salvini y el partido Forza Italia de centro derecha del multimillonario Silvio Berlusconi, que según los sondeos alcanzaría un abrumador 50% de los votos en caso de elecciones. «La salida sabia son las elecciones anticipadas», afirmó por su lado el magnate tras el encuentro con el presidente. Berlusconi tildó de «peligroso» la posibilidad de un ejecutivo de izquierda, con impuestos a las propiedades y al ahorro.
La posibilidad de elecciones anticipadas en octubre preocupa a la tercera economía de la zona del euro, fuertemente endeudada y que debe preparar su delicado presupuesto para 2020.
El primer objetivo es frenar el avance de los ultraderechistas de Salvini, conjurar su llegada al poder y el fortalecimiento de sus aliados en Europa, como la francesa Marine Le Pen. Para dirigir un gobierno con un tinte más progresista y claramente proeuropeo, circulan varios nombres entre ellos el ex juez anticorrupción Raffaele Cantone y la magistrada de la Corte Constitucional, Marta Cartabia, quien sería la primera mujer en la historia de Italia que llegaría a ser primer ministro.