A un año de los ataques de Hamás y la Yihad Islámica en el sur del Israel, y cuando la guerra en Ucrania parece ya definida, todas las fichas están jugadas en una brutal reconfiguración de Medio Oriente. Y los protagonistas ya no se ocultan en vaguedades: de un lado están Israel-EE UU y del otro Irán-Rusia, acercándose peligrosamente a una confrontación abierta entre potencias con el mayor poder destructivo que haya visto la humanidad.
La respuesta iraní al asesinato del líder de Hezbollah en Beirut, el 27 de septiembre, con el lanzamiento de cientos de misiles balísticos sobre Tel Aviv y Jerusalén, si bien fue medida, adelanta una respuesta israelí que todavía no se produjo pero que cuenta con el visto bueno de la Casa Blanca. La demora en una réplica podría deberse a la celebración de Rosh Hashaná, el año nuevo judío. O tal vez a que están calibrando dónde dar el golpe.
Mientras tanto, continúa la ofensiva en el sur del Líbano en busca del posible sucesor de Hassan Nasrallah, que la prensa israelí identifica en Hashem Safi al Din, primo del clérigo. La estrategia de las FDI consiste en arrasar barrios enteros, como hicieron para eliminar al jefe del grupo chiíta. Por más que las últimas movidas -entre ellas el estallido simultáneo de miles de beepers en Líbano y el ataque que terminó con la vida del jefe de Hamás, Ismail Haniyeh- demuestran la eficacia de los servicios de inteligencia israelí, las cúpulas militares no encontraron otro modo de combate allí que no sea el bombardeo indiscriminado, como vienen haciendo en Gaza desde octubre de 2023. Este sábado Hamás confirmó la muerte de Said Atalá Alí, uno de los comandantes de las Brigadas Ezzeldín al Qassam, en un ataque a un campo de refugiados en el Líbano.
El gobierno ultraderechista de Benjamin Netanyahu quedó muy expuesto luego del 7-O por la respuesta indiscriminada sobre la población civil, al punto que fue acusado de genocidio en la Corte de La Haya. A lo cual, la administración de Joe Biden mantuvo una política de relativa ambigüedad: de la boca para afuera reclamaba un cese el fuego y el envío de “ayuda humanitaria” a los gazatíes. Pero nunca cesó el entregar armamento y dinero a Israel. Recién este viernes, el presidente francés, Emmanuel Macron, pidió -de la boca para afuera, claro- no mandar más armas (ver aparte).
Rusia, en tanto, tiene acuerdos firmados con Irán desde antes de la asunción de Masud Pezeshkian, quien estos días celebró uno de esos convenios para la construcción de un gasoducto. Irán provee de drones usados en el frente ucraniano y en la cumbre de los BRICS que se realizará en Kazán unos días, se terminará de consolidar la alianza militar entre ambas naciones integrantes de esa organización.
Una amenaza que se cierne tras la escalada de las últimas semanas es que Netanyahu ordene atacar la infraestructura petrolera o las centrales de desarrollo nucleares, como recomiendan sus asesores de seguridad. Esta semana Teherán descargó cohetes sobre las bases militares de Nevatim y Néguev produciendo daños menores, pero comprobó que el escudo protector israelí es vulnerable y podría extender un eventual ataque a los depósitos de armamento atómico que sí posee Tel Aviv, aunque no declarado oficialmente.
Una ofensiva sobre el sistema nuclear obtendría una respuesta de igual calibre. Lo mismo ocurrirá en el caso de los recursos energéticos. Bombardear yacimientos de la casi exclusiva fuente de ingreso iraní podría causar un daño enorme a su economía, bastante golpeada ya por decenas de sanciones desde hace décadas. Pero también incrementaría el precio del petróleo de tal manera que provocaría una crisis internacional que Estados Unidos, en medio de una crucial elección, no está en condiciones de soportar.
En el frente interno, Natanyahu, muy cuestionado desde antes del 7-O, parece haberse fortalecido por la guerra, algo que era previsible e incluso justificaría en parte su agresividad extrema. En Irán, en tanto, las cosas no están tan accesibles para Pezeshkian, que juró el cargo el 28 de julio pasado, en reemplazo del fallecido Ebrahim Raisi. Médico cirujano de cierto prestigio, Pezeshkian fue elegido con un discurso de moderación que, suponía, le daría más beneficios en la relación con Occidente. Pero Haniyeh había ido invitado a su asunción y un día antes fue asesinado.
Los últimos operativos israelíes pegaron de lleno en el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI), que perdió a un comandante en el bombardeo al consulado en Damasco, en abril, y no pudo proteger a Haniyeh luego. La muerte de Nasrallah, un religioso chiita, también repercute en el sistema político y el ayatolláh Ali Jamenei, líder espiritual de la Nación, lanzó este viernes lo que se entendió como directivas al jefe del gobierno: “Irán, Líbano, Irak y Egipto tienen un enemigo (…que) actúa en todas partes con un método especial, pero tiene un solo cuartel general desde donde da órdenes. Todo país tiene derecho a defender su territorio de la agresión. El trabajo de nuestras fuerzas armadas hace dos días se hizo brillantemente y también fue legítimo (…) El principal problema es la interferencia extranjera, pero si los países de la región trabajan juntos, podrán superarlo”.
7-O: acción y reacción
El 7 de octubre de 2023, milicianos de Hamas y la Yhiad Islámica protagonizaron la Operación Tormenta de Al-Aqsa, un ataque contra varios kibutz del sur israelí, mataron a unas 1200 personas y se llevaron a unos 250 rehenes. Entre las víctimas había mujeres y niños. La ofensiva tomó de sorpresa a las Fuerzas de Defensa y generó una crisis política para el gobierno de Benjamín Netanyahu.
La respuesta israelí ya causó cerca de 42.000 muertos y más de un millón y medio de desplazados en la Franja de Gaza. Entre las víctimas también había mujeres y niños. Solo pudieron ser recuperados con vida cerca de 120 rehenes, algo que la ciudadanía le cuestiona a Netanyahu. La notoria desproporción en la réplica sacó del centro del debate a la cruenta incursión de hace un año y se descargó sobre el gobierno israelí. Acusado de genocidio, de crímenes de guerra, que con las declaraciones de muchos de sus integrantes, incluso justifican.
La agencia de inteligencia alemana, BfV, teme posibles enfrentamientos en el país este lunes. «La situación actual encierra un gran potencial de emocionalización, polarización y radicalización, incluso para actores hasta ahora moderados», dijo el presidente de la BfV, Thomas Haldenwang, según dpa.
Muy cerca de allí, el presidente Emmanuel Macron, declaró: “Condenamos con la mayor firmeza el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre, y reconocemos el derecho de Israel a defenderse. Pero tiene que hacerlo como una democracia. Contra el terrorismo no se lucha sacrificando a una población civil», advirtió, para pedir luego “que dejemos de entregar armas que están siendo empleadas para llevar a cabo los combates en Gaza».