Este último mes ha servido para transparentar la profunda crisis que sacude Estados Unidos. Desde una oleada de huelgas, comenzadas en mayo, con miles de trabajadores de la salud, automotrices y estatales en paro, pasando por una tasa de inflación que oscila entre el 3 y 8 % anual, hasta al sinfín de problemas legales de Trump y Biden, para llegar a la crisis del Congreso con el voto histórico que expulsó a su vocero de la Cámara de Representantes (Speaker of the House) Kevin McCarthy (republicano de California) a instancias de su propio partido.
Esto último ha sido tapa de diarios a través del mundo, particularmente porque es la primera vez en la historia norteamericana que un Vocero pierde una votación y con ella su cargo. Impulsada por Matt Gaetz (Republicano/Florida), la moción recibió los votos de bancada demócrata y de ocho republicanos.
¿Los muchachos de Biden se aliaron a ocho trumpistas para derrocar a un aliado del presidente? Esto porque McCarthy apoyaba varias iniciativas presidenciales, desde la ayuda militar a Ucrania hasta la renovación del presupuesto; todo mientras, muchos de sus correligionarios preferían utilizar el presupuesto para reducir impuestos, e insisten en que antes que ayudar a Ucrania hay que ayudar a Estados Unidos.
¿Está el trumpismo jugando al caos, como insisten los analistas del New York Times? ¿Han perdido los “moderados” a manos de los “extremistas”?
Lo que está ocurriendo es más que complejo y las categorías anteriores no ayudan a comprender la situación. Por un lado, ni Gaetz ni McCarthy, ni sus posibles sucesores, Jordan y Scalise, son “moderados” en ningún sentido del término. Todos acuerdan con bajar impuestos al empresariado, y todos son de ultraderecha. Es más, Steve Scalise (Republicano/Louisiana) apoyó a McCarthy si bien es una persona cercana al Klu Klux Klan al igual que Jim Jordan (Republicano/Ohio) que encabeza el House Freedom Caucus (Bloque de la Libertad) o sea el sector más ultraderechista de los legisladores del partido Republicano. Si todos son de ultraderecha, ¿qué pasó? Por un lado, hay ambiciones personales, por otro, lecturas tácticas de cómo hacer avanzar el trumpismo. Pero también existe la posibilidad de que, el año previo a las elecciones presidenciales, el trumpismo decidió disciplinar a los díscolos que los puedan “traicionar”. Todo mientras los Demócratas aprovechan la disputa para ver si pueden lograr una fractura en sus opositores. Recordemos que los Republicanos son mayoría en la Cámara de Representantes.
Todo lo anterior esconde una durísima lucha por el poder entre diversas fracciones (ya no se puede hablar de sectores puesto que se evidencian fracturas) de los sectores dominantes. Insólitamente, y por primera vez en la historia, la ultraderecha se opone terminantemente a involucrarse en aventuras bélicas como Ucrania, Siria o Azerbaiyán, mientras que la progresía, heredera del “imperialismo de los Derechos Humanos” de Clinton, reclama hasta el envío de tropas a las zonas de conflicto. Esto tiene que ver en la disputa, cada vez más abierta, entre sectores mercadointernistas y el famoso complejo militar industrial: uno insistiendo en gastar impuestos en el desarrollo interno, y el otro en armamentismo.
Mientras tanto, la guerra entre ambos sectores continúa por diversas vías. Una es la judicial. Entre los numerosos juicios que afectan a Trump, el más importante por sus posibles consecuencias, es uno donde es acusado de cometer fraude inmobiliario (que le reportó cerca de u$s 2 mil millones en ganancias), y por el cual, si es declarado culpable, podría perder su empresa y tener que pagar 250 millones en multas.
Menos conocido es el caso de Biden y sus numerosas complicaciones. Hay en curso varias demandas por tráfico de influencias y corrupción en contra suya, de su hijo Hunter y de su hermano James. En particular el tema del vínculo con Ucrania es conocido, pero mucho menos es el hecho de que los tres han recibido donaciones y regalos de la corporación CEFC, la empresa de energía del gobierno chino, por millones de dólares. De hecho, James Biden, hermano del presidente, fue nombrado gerente de Hudson West III, una empresa formada por Hunter Biden y el presidente de CEFC, con un salario de 65 mil dólares mensuales. Las consecuencias de esto para Biden son impredecibles: mientras su gobierno aumenta su enfrentamiento con China, la familia Biden no deja de hacer negocios.
Todo lo anterior refleja una fuerte crisis en Estados Unidos, donde las encuestas revelan que la vasta mayoría no cree en su liderazgo político. Y quizás por eso Trump no hace más que aumentar en la opinión pública. Más aun, según Real Clear Politics, si la elección presidencial fuera hoy, Biden perdería por entre 4 y 6 puntos. Y quizás por eso fue derrocado McCarthy al igual que la ultraderecha insiste en el tema de que no hay que gastar plata en Ucrania, cuando hay tantas necesidades en casa.