Los catalanes van nuevamente a las urnas este domingo en un escenario por demás incierto, tanto para la formación de un gobierno regional como para la estabilidad del nacional e incluso para las formaciones políticas tradicionales de España. Si es que se puede creer en las encuestas, los últimos sondeos dan un triple empate entre el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC, y los independentistas Esquerra Republicana (ERC) y Junts per Catalunya (JxC). La novedad es que se espera una escasa participación del electorado, un poco por el temor a contagios en un territorio que sufrió cerca de 20.000 muertos por Covid-19, y otro poco por el hastío tras cuatro años de inmovilismo gubernamental en el llamado “proces” independentista.
Para formar gobierno se necesita un mínimo de 68 escaños y todo indica que los tres partidos más votados tendrán en torno a los 32 cada uno. La voluntad para separarse de España, en tanto, rondaría algo menos del 48% y una cifra similar se inclina por permanecer dentro del Reino.
Esto lleva a que muchos interpreten que este domingo quedarán plasmadas dos tentativas de articulación para el futuro catalán según como caigan las fichas al final del día: un posible acuerdo separatista entre ERC y JxC -algo no tan distante de lo que viene ocurriendo hasta ahora en la región, son suerte dispar- o uno de izquierda entre PSC y ERC, como el que permitió sostener a Sánchez en Madrid contra la derecha de Mariano Rajoy desde junio de 2018.
Sánchez se jugó entero por Salvador Illa, actual ministro de Sanidad de España. Por JxC, el partido que lidera Carles Puigdemont, exiliado en Bruselas tras la intentona independentista de 2017, lleva en la lista a la filóloga Laura Borràs. Por ERC encabeza Pere Aragonès, actual president en funciones por la inhabilitación de Quim Torra, condenado por desobediencia.
Para aventar la posibilidad de cualquier acuerdo con el gobierno nacional, los grupos secesionistas firmaron un pacto por el cual, “sea cual sea la correlación de fuerzas” desde hoy, ninguno apoye al PSC. Pusieron la firma representantes de Junts, de la agrupación anticapitalista Candidatura d’Unitat Popular (CUP), el Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCAT), Primàries Catalunya y el ERC a través de su portavoz parlamentario. El objetivo es avanzar hacia la independencia y rechazar fervorosamente la represión que el gobierno central ejerció contra Cataluña.
Aunque parezca un tema aledaño, la situación procesal del rapero Pablo Hasel juega bastante en este clima preelectoral. El joven enfrenta un pedido de captura en una causa por “enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona” a raíz de unos tuits en los que llamó “mercenarios de mierda” a agentes policiales por torturar y asesinar a manifestantes e inmigrantes, y por una canción donde llama al rey emérito “Juan Carlos el Bobón”. Por estas horas, Hasel se pasea por su ciudad natal, Lérida, y asegura que no se entregará a cumplir su condena a 2 años y 9 meses de prisión. “Tendrán que venir a secuestrarme”, desafía.
Sánchez, que logró la jefatura de gobierno tras una coalición con Unidas-Podemos, de Pablo Iglesias, necesitó de votos nacionalistas para aprobar leyes fundamentales como la de presupuesto. La pandemia, para un país que depende de un modo determinante del turismo, es un disparo bajo la línea de flotación. Es así que un total de 557 hoteles de todo el país están en venta, muchos a precio de ganga, 101 de ellos en Cataluña. El Hotel Mandarín Oriental, sin ir más lejos, está en oferta a un precio simbólico siempre y cuando el comprador se haga cargo de una deuda de 80 millones de euros.
El otro dato es que en este desconcierto electoral, el Partido Popular está a las puertas de una nueva caída en Cataluña y de una nueva crisis de imagen. Este lunes comienza en Madrid una audiencia judicial con el ex tesorero de esa tradicional agrupación de la derecha española, Luis Bárcenas. Acusado por llevar una contabilidad paralela para ocultar la financiación ilegal del PP, asegura que está dispuesto a «prender el ventilador” y comprometer al ex jefe de gobierno Mariano Rajoy. Bárcenas cumple una condena a 29 años de prisión por ese esquema ilegal, pero se cansó de ser el pato de la boda y asegura que los líderes del partido no eran ajenos a la maniobra.
En Cataluña la suerte del PP, ahora en manos de Pablo Casado, parece sellada y los votos de ese sector irán un poco para Ciudadanos, el partido surgido tras esa crisis de confianza desde que saltó el tema de la llamada “Caja B”, y otro para la derecha xenófoba de Vox.
Pero como en un rompecabezas enmarañado, nadie aventura un pronóstico certero sobre lo que ocurrirá este domingo en la rica región del noreste de España. Cuando la situación es tan confusa, no se esperan novedades sorprendentes. Lo más probable es que todo siga como hasta ahora, sin muchas luces, pero sin sobresaltos.