Santiago, Chile
Casi 140.000 hectáreas de bosque ardieron en el centro y sur de Chile en la última semana convirtiéndose en el mayor desastre natural de su historia, donde la mano del hombre y el cambio climático avivaron las llamas.
La situación de emergencia obligó en la noche de este lunes a iniciar la evacuación preventiva de unas 5.000 personas que habitan localidades de la región del Maule (centro), debido al descontrol de los incendios forestales, informó la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) en su último reporte del lunes.
El territorio total afectado es 20 veces superior al registrado en enero del año pasado, e incluye principalmente áreas rurales del centro del país, aseveró este lunes la presidenta Michelle Bachelet.
Solo en la región de OHiggins, un incendio consumió más de 44.000 hectáreas, convirtiéndose en el peor de los últimos 18 años.
«El país enfrenta el mayor desastre forestal de nuestra historia, pero superaremos la emergencia», afirmó Bachelet, quien debido a los incendios decidió cancelar su viaje a República Dominicana, donde participaría de la cumbre de presidentes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Al cierre de jornada, Onemi reportó «40 incendios activos, con una superficie de 139.009 hectáreas, 47 incendios controlados, y 14 extinguidos», con 142 damnificados, 158 albergados y 81 viviendas destruidas.
Hasta el momento, los incendios de enero dejaron tres brigadistas muertos y otros tres heridos, mientras que el daño al sector agrícola y ganadero de las regiones afectadas «no ha sido significativo», según informó Carlos Furche, ministro de Agricultura.
Peores incendios en 50 años
La emergencia llevó al gobierno a movilizar a más de 4.000 personas entre efectivos militares, bomberos voluntarios y brigadistas además de 41 aeronaves, camiones cisterna y maquinaria pesada para combatir el fuego.
Las regiones de O’Higgins y el Maule soportan los incendios más agresivos en medio siglo, sumando cerca del 70% del total de los siniestros.
Para varias provincias de O’Higgins rige el «estado de catástrofe» desde el viernes pasado y en la noche de este lunes el gobierno anunció que se extiende la medida para toda la región del Maule, que desde el viernes tenía a varias comunas bajo dicha denominación.
Se espera que en los próximos días lleguen 50 brigadistas de México y otros voluntarios desde Argentina, luego de que el gobierno chileno solicitara ayuda internacional para enfrentar la emergencia.
El número de siniestros del periodo 2016-2017 aumentó 16% en comparación al periodo 2015-2016, mientras que la superficie afectada aumentó 1.182%, según la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
Naturaleza estresada
Según el gobierno, en Chile son usuales los incendios durante la época estival. El 90% es provocado por acciones humanas, pero los siniestros de este año fueron influidos por otro problema: el cambio climático.
Este fenómeno causa una recurrente sequía desde hace 8 años y, en enero, provocó temperaturas superiores a los 35 grados que propiciaron un escenario idóneo para que se desataran fuertes fuegos en bosques y cultivos.
«Lo que parece evidente es que Chile enfrenta una naturaleza estresada y por eso cada vez existen en el país condiciones para que se generen incendios forestales y que se extiendan de manera peligrosa», afirmó Matías Asun, director de Greenpeace en Chile.
A esto se suma una ola de calor que se extendió por 10 días durante esta temporada, cuando lo normal en la época estival es que no superen los tres días. Asimismo, el fuego se extendió con voracidad y rapidez durante la noche, algo nunca visto por expertos en anteriores siniestros forestales.
Todos estos factores que responden al cambio climático afectan la movilidad de los animales, generan pérdida de biodiversidad, imprimen severos daños al suelo, implican mayores emisiones de gases de efecto invernadero y deterioran las escenografías naturales del país, según Greenpeace.
En tanto, el humo provocado por los incendios causó el aumento del 50% de la contaminación en Santiago, la capital chilena de más de 8 millones de habitantes considerada una de las más contaminadas de Latinoamérica.