La guerra comercial-tecnológica entre Estados Unidos y China se tomó un respiro luego de que el gobierno de Donald Trump dio un plazo de 90 días para que Huawei siga comprándoles a proveedores de su país antes de establecer un bloqueo total. El anuncio tranquilizó a los inversores, que calmaron sus expectativas vendedoras de acciones de la firma y de algunas empresas ligadas a ese negocio, como la austríaca AMS, la holandesa STMicroelectronics y la alemana Infineon. Pero no resuelve el problema de fondo, que complica el futuro del gigante de telefonía celular creado por Ren Zhengfei, un ex ingeniero del ejército chino, y que tuvo un crecimiento explosivo en los últimos diez años en todo el mundo.
La crisis entre Huawei y la administración Trump tiene su origen no solo en la guerra comercial que desató el inquilino de la Casa Blanca contra Beinjing, sino fundamentalmente por el desarrollo de las nueva tecnología 5G, en la que la firma china ya le sacó varias cabezas a los fabricantes estadounidenses, especialmente a Apple.
Pero tiene otro condimento no despreciable. Para las autoridades norteamericanas, Huawei utiliza aplicaciones e investigaciones robadas a productores locales y sobre todo, esa plataforma le servirá para espiar a los ciudadanos y a organismos estratégicos de EEUU y eventualmente interrumpir comunicaciones a voluntad, lo que atenta contra la soberanía e incluso la independencia nacional.
Este punto es interesante porque son precisamente las plataformas desarrolladas en Silicon Valley las que están acusadas de espiar en todo el planeta en favor de las agencias estadounidenses. Esa fue la denuncia de uno de sus analistas, Edward Snowden, en 2013, que lo obligó a exiliarse en Rusia para no terminar como ahora le ocurre a Julian Assange, detenido bajo severos cargos por difundir secretos de estado.
Es cierto que probablemente también a través de Huawei se pueda espiar a los usuarios de ese servicio o los que desarrollen en los próximos meses, pero en todo caso la guerra entre ambas potencias pone a cada individuo con un equipo móvil en el campo de batalla sin haber sido avisados.
Por lo pronto, la primera proveedora de los chinos que informó que rompería lazos con Huawei fue Google, que dijo que a raíz de la prohibición, dejará de dar actualizaciones de sus aplicaciones, como el programa operativo Android, el buscador, Google Maps y Google Play, que permite bajar todo tipo de programas en los celulares.
Qualcomm, Qorvo y Texas Instruments, productores de chips, también anunciaron que suspenderían sus entregas.La guerra no les resultarán gratis tampoco a las empresas occidentales, ya que Huawei es el segundo fabricante mundial de teléfonos móviles y dejar de venderles significará un agujero enorme en sus ingresos.
Zhengfei ya dijo que no le hará mella el bloqueo ya que asegura que tienen un stock de chips que les permitirá seguir en carrera hasta poder reemplazar los que no consigan en EEUU. Igual podrían hacer con un programa operativo propio, que aseguran tener en la gatera como para lanzarlo en octubre. En cuanto al resto de la oferta de Google, proseguirán garantizando las actualizaciones de los teléfonos ya vendidos, afirman, como si nada hubiese ocurrido.
El detalle a tener en cuenta es que los servicios de Google, al igual que las redes de Facebook y Twitter, están prohibidos en China por las mismas razones que Trump quiere bloquear a Huawei. Porque son tecnologías que permiten espiar a ciudadanos pero específicamente a los estamentos más sensibles estratégicamente del gobierno.
Mientras tanto, Huawei presentó este lunes en Gran Bretaña un nuevo modelo de celular al que bautizó Honor, y jura que ninguno de los compradores quedará desguarnecido si se profundiza el ataque en Estados Unidos o se extiende a Europa, que en este momento soporta las presiones den Washington para que siga sus pasos.
«Los políticos estadounidenses, con su forma de actuar en la actualidad, demuestran que subestiman nuestra fuerza», dijo Zhengfei en una entrevista con la televisión estatal china. «La red 5G de Huawei no se verá afectada para nada», agregó, para ufanarse luego de que «en 5G, que las otras empresas alcancen a Huawei no es cuestión de dos o tres años», sino de varios más.
Ren fue claro al explicar parte del esquema de funcionamiento de la empresa. «Antes nos abastecíamos en un 50% con los chips procedentes de Estados Unidos y en otro 50% con los procedentes de Huawei. No se nos puede aislar del resto del mundo».
También adelantó que no dejaron de conversar con Google para intentar una solución al problema planteado por el bloqueo. Google también señaló que en los teléfonos existentes no habrá problemas con Android ni Google Play Protect, el sistema de seguridad. Pero aclaró que deberá de romper lazos con los chinos a raíz del decreto presidencial.
La arremetida contra Huawei incluyó en diciembre pasado la detención en Canadá de la directora financiera de la empresa Meng Wanzhou, hija de Ren, acusada de supuesta violación de las sanciones de Estados Unidos contra Irán, por haber comerciado con Teherán a pesar de las sanciones que Trump impuso ni bien asumió su cargo.
Por ahora todo sigue como hasta entonces, salvo por el hecho de que el valor comercial de Huawei puede haber caído a su límite mínimo en los países occidentales. Cualquier persona se lo piensa dos veces antes de adquirir un producto de esa firma ante el riesgo de quedar desactualizado en poco tiempo. Como contrapartida, en China las ventas se disparan ya que la empresa es vista como víctima de las locuras de Trump y de Estados Unidos en su conjunto. Y allí hay 1400 millones de habitantes, lo que podría compensar con creces lo que pierdan de este lado del mundo.
Mientras tanto, habrá que estar atentos a lo que ocurra de aquí el 19 de agosto, cuando venza el plazo establecido ahora antes de poner en marcha el bloqueo total.