Miles de manifestantes opositores y oficialistas se movilizaron ayer en Caracas, unos para exigir al presidente Nicolás Maduro que entregue el poder al autoproclamado mandatario Juan Guaidó, y otros para celebrar los 20 años de la «revolución bolivariana». Hasta el cierre de esta edición no se habían registrado enfrentamientos entre los participantes de ambas convocatorias.
En la masiva reunión opositora, presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, anunció que se realizará una nueva movilización el próximo 12 de febrero, en que se celebra el Día de la Juventud en Venezuela, y pidió a sus seguidores mantenerse «en las calles». En el encuentro se agradecía el apoyo de países europeos como Alemania, España y Francia en vísperas de que venza el plazo de 90 días que dieron a Maduro para que acepte unas «elecciones libres», de lo contrario reconocerán al jefe parlamentario como gobernante. «Usurpador vete ya», «Fuera dictador» y «Fuerza Armada oye al pueblo», se leía en carteles que sostenían los opositores, que en Caracas se concentraron frente a la sede de la Unión Europea (UE).
La manifestación comenzó con el impacto que generó el anuncio del general de división de la Aviación venezolana, Francisco Yánez, quien no reconoció a Maduro en un video difundido en redes sociales, convirtiéndose en el militar activo de más alto rango en reconocer a la vez a Guaidó. «Desconozco la autoridad dictatorial de Nicolás Maduro», dijo Yánez, sumándose al coronel José Luis Silva, agregado militar en Washington, quien el pasado 26 de enero desertó a favor de Guaidó.
Silva había llamado a la Fuerza Armada a darle la espalda a Maduro, sometido a una fuerte presión internacional, encabezada por Estados Unidos, que no descarta una acción militar para que cese lo que sus adversarios denuncian como una «usurpación» al haber sido reelegido en comicios «fraudulentos».
En la madrugada del 21 de enero, 27 miembros de la Guardia Nacional (GNB) se habían atrincherado en un cuartel del norte de Caracas con armas robadas de un puesto militar, para desconocer a Maduro. Tras una contienda, los militares –dirigidos por el sargento Alexander Bandres Figueroa– fueron detenidos. La sublevación desató pequeñas protestas y disturbios que dejaron unos 40 muertos y 850 detenidos en una semana.
Por otro lado, Guaidó anunció que en los próximos días empezará el acopio de ayuda humanitaria en la frontera con Colombia y Brasil, y en una isla del Caribe, y pidió a los militares dejarla entrar al país. «Ya tenemos tres puntos de acopio para la ayuda humanitaria: Cúcuta (Colombia) y habrá dos más, uno estará en Brasil y otro estará en una isla del Caribe», aseguró Guaidó, en la tarima desde donde encabezó la manifestación.
El opositor anunció también, sin dar más detalles, la creación de una «coalición mundial por la ayuda humanitaria y la libertad en Venezuela». «En los próximos días empieza el acopio de la ayuda humanitaria de lo necesario para que nuestra gente sobreviva. Usted, soldado, tendrá en sus manos la decisión» de permitir la entrada, desafió.
El gobierno chavista no reconoce la «crisis humanitaria» por lo que se prevé que esa ayuda no podrá traspasar las fronteras, no al menos en términos formales. Maduro afirma que una supuesta ayuda sería la puerta abierta a la intervención militar y señala como parte de la crisis económica a las sanciones impuestas por los Estados Unidos, que esta semana congeló activos de la petrolera PDVSA. La medida podrá generar un impacto severo en la economía venezolana, pero también en la estadounidense, principal comprador de petróleo al país caribeño.