Tras una gira refrescante que le permitió sumar bríos en su hasta ahora infructuosa campaña por arrebatarle el poder a Nicolás Maduro en Venezuela, el diputado opositor Juan Guaidó enfrenta ahora el desafío de presentar una agenda combativa que revalide su liderazgo, en el marco de una oposición fragmentada en que se le disputa la titularidad del cuerpo legislativo y un futuro que parece más ligado a los pasos de Donald Trump y la OEA que a sus propias acciones.

El autoproclamado presidente interino regresó el 11 de febrero luego de un viaje iniciado el 19 de enero en el que visitó Colombia, Europa, Canadá y Estados Unidos, reuniéndose con líderes como el británico Boris Johnson, el francés Emmanuel Macron o el estadounidense Donald Trump. Burlando el impedimento legal que decretó la justicia de Venezuela para que se ausentara del país, e incluso con la evidente permisividad de las autoridades chavistas, ya que más allá de un altercado menor en el aeropuerto con una trabajadora que lo agredió verbalmente, Guaidó pudo cruzar libremente la aduana, reinsertarse en su actividad política y relanzar una campaña que contará con nuevos fondos. Aunque sin fechas, prometió grandes movilizaciones. «Atentos a los nuevos anuncios. Estamos de vuelta», publicó en su canal de comunicación preferido, el Twitter. «Traigo el compromiso del mundo libre, dispuesto a ayudarnos a recuperar la democracia y la libertad. Empieza un nuevo momento que no admitirá retrocesos y que nos necesita a todos haciendo lo que nos toca hacer», arengó, y llamó «a todas las fuerzas políticas, a todos los sectores de la vida civil, a toda la familia militar: nunca la dictadura estuvo tan sola. Así que, hoy más que nunca, serán necesarias la unidad, la confianza y la disciplina política».

Todo frente a un oficialismo que se muestra indiferente. «No va a pasar nada, se lo comerá vivo su propia gente», previó el número dos del chavismo, Diosdado Cabello.

Si se tiene en cuenta que sus convocatorias se redujeron de decenas de miles a principios de 2019 a pocos cientos de asistentes en los últimos meses y su popularidad, según Datanálisis, cayó de 63% a 38,9%, la tranquilidad del gobierno podría tener sentido. También por el hecho de que más allá de la invitación de Trump al discurso del Estado de la Unión, su reconocimiento y la ovación que desató tanto de republicanos como de demócratas, el apoyo parece ser más funcional a los planes electorales de ambos partidos para conquistar el voto latino en Florida, que alberga una importante colonia venezolana. A juzgar por las permanentes amenazas y pocas intervenciones concretas del presidente estadounidense, hay quienes creen que todo quedará en la retórica. Lo mismo ocurre con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, gran impulsor de Guaidó y crítico de Maduro, que se mostró muy contento con la visita del diputado a la sede en Washington y sin dudas usará esa bandera para garantizar su reelección al frente del organismo el próximo 20 de marzo.

Guaidó logró un apoyo importante de la USAID, la agencia creada para asistencia internacional que funciona como un ente de financiamiento de los planes geoestratégicos de la Casa Blanca, a través de ONGs que actúan de satélite. Tras la reunión con Mark Green, su titular, el organismo debió aclarar que todos los fondos van para las ONG y no para Guaidó. La aclaración oscureció. Un informe reciente del sitio de noticias thegrayzone.com afirmó que «USAID ha proporcionado 435 millones de dólares de 654 millones de dólares, financiando a la oposición de derecha de Venezuela controlada por EE. UU. Al menos 128 millones de dólares de este dinero de USAID fueron a parar directamente a los bolsillos de los golpistas que la administración Trump intentó instalar como gobernantes del país en el 2019».

Este año Guaidó deberá enfrentar otro reto. Ser reelecto como diputado de la Asamblea Nacional. Los resultados de esta elección pueden modificar los planes. La diferencia de escenario cuando Guaidó comenzó con su cruzada hace poco más de un año es que la oposición hoy está severamente dividida. Un sector encabezado por el diputado Luis Parra se atribuye la presidencia de la Asamblea y lo llama «traidor» por haber impulsado sanciones contra su país.

Portugal en la mira por el tío del diputado

El gobierno de Portugal anunció una investigación después de que Venezuela acusara a la aerolínea de bandera TAP de permitir a un allegado del opositor Juan Guaidó llevar explosivos a bordo de un avión.

Juan Márquez, tío de Guaidó, fue detenido tras regresar junto a su sobrino de la gira internacional, acusado de portar explosivos escondidos en varios objetos. El canciller venezolano Jorge Arreaza, expresó «su condena a las graves irregularidades cometidas por la línea aérea TAP». En un comunicado dijo que «se facilitó el abordaje del diputado Juan Guaidó en la aeronave, quien utilizó una identidad falsa, en claro desapego a las directrices sobre identificación de pasajeros» y Márquez «transportó materiales prohibidos y sustancias de naturaleza explosiva, incurriendo en una aún más grave violación a las normas de seguridad aeronáuticas», señaló.