En su intento de desplazar del poder al presidente Nicolás Maduro por una vía armada, tras el fracasado golpe del 30 de abril, el autoproclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, solicitó al jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, Adam Craig Faller, una reunión para acordar una «cooperación» de esa fuerza militar. Lo hizo a través de una carta de su representante en Washington, Carlos Vecchio, y la reunión se producirá mañana mismo, según anunciaron los opositores al chavismo, en la sede del Departamento de Estado.
Varios análisis, que trascienden incluso las fronteras de Venezuela, califican esta jugada opositora como un paso decidido en abrir la puerta a una posible invasión o la asistencia a un golpe apoyado por un ejército regular o irregular, mientras se confirmaba que gobierno y oposición iniciaron conversaciones en Oslo (ver aparte) promovidas por el «Grupo de contacto» europeo. «Es una señal de que alienta la idea de una intervención armada tras el fallido intento de derrocar a Maduro», analizó la agencia Bloomberg. «El pedido formal de una reunión con el comandante del Comando Sur (…) es lo más cerca que ha llegado Guaidó en demandar una intervención militar», publicó el británico The Guardian. «Guaidó pretende concertar así una reunión (…) con el fin de impulsar una invasión militar, bajo el pretexto de la famosa ‘restauración de la democracia’ cuyas letales consecuencias ya hemos visto en Afganistán, Irak, Libia, Siria», señaló el sitio oficialista venezolano Misión Verdad.
El CS tiene diseñado un plan integral contra Maduro y para facilitar la toma del poder en Venezuela de parte de una oposición que no ha podido lograrlo a través del voto popular. Ese programa, revelado en estas páginas el año pasado, incluye el desgaste con manifestaciones violentas en las calles, el ahogo financiero externo y apoyo táctico militar, cuestiones que han venido ocurriendo sistemáticamente en Venezuela.
El comandante Faller confirmó su predisposición a recibir a Vecchio, quien oficia de «embajador» en Washington, nombrado por Guaidó luego de que se expulsara a los diplomáticos oficiales y con intervención de las fuerzas de seguridad locales se desalojara la sede de la embajada venezolana en la capital estadounidense, lo que fue denunciado como una «violación a la Convención de Viena».
En un tuit, Faller confirmó su disposición de habilitar esa mesa. «Cuando me invite Juan Guaidó y el gobierno legítimo de Venezuela, vamos hablar sobre nuestro apoyo a aquellos líderes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (para) que tomen la decisión correcta, que respeten a los venezolanos primero, y se restaure el orden constitucional», dijo.
El pedido de Vecchio responde a una «cooperación que ha sido ofrecida» previamente. En su carta fechada el 11 de mayo, escrita en inglés y firmada como «embajador», menciona que «la situación en Venezuela empeora como consecuencia del régimen corrupto e incompetente de Nicolás Maduro», por lo que solicita «planificación estratégica y operativa» con el objeto de «aliviar el sufrimiento del pueblo venezolano y restablecer la democracia». A su vez afirma que el gobierno madurista representa una «amenaza» para la seguridad nacional y para países de la región, y denuncia la «presencia de fuerzas foráneas» que ponen «en riesgo» a la República Bolivariana, en clara referencia a Cuba y Rusia y en sintonía con el discurso permanente de John Bolton, asesor presidencial de Donald Trump. Bolton, quien la semana pasada fue señalado como el responsable de llevar a su gobierno a una guerra sin salida, según publicó el diario The Washington Post.
Bolton azuzó estos días a los estados miembro del Consejo de Seguridad de la ONU a «prepararse para tomar acciones concretas contra el régimen de Maduro». Demandó a la comunidad internacional reconocer a Guaidó como «legítimo líder de Venezuela» y «unidad en el apoyo al llamado de Guaidó por una transición democrática pacífica», en contraposición con la asonada del 30 de abril que el propio Bolton celebró públicamente.
En junio de 2017 se conoció un documento titulado «Golpe Maestro» que llevaba la firma del entonces comandante del Comando Sur, Kurt Walter Tidd, un programa dirigido a «acabar con la dictadura de Venezuela». Contemplaba acciones de propaganda, mediáticas y de violencia callejera, además de un plan de reserva para integrar a varios países imponiendo una «fuerza multilateral» que intervenga militarmente. Ya entonces, el almirante Tidd consideraba a Venezuela un «factor desestabilizador» en la región, misma apreciación del «embajador» de Guaidó. Meses después de conocido el plan, la fuerza militar conjunta del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, los Marines, la Guardia Costera y otras agencias federales iniciaron una serie de maniobras frente a las costas venezolanas en el Caribe, con la participación de 18 países, que puso en alerta al gobierno bolivariano.
En abril de ese año, el propio Tidd se presentó ante la Cámara Alta estadounidense con un documento de 36 páginas en el que reclamaba «respuestas» ante la «creciente crisis humanitaria en Venezuela». A su vez señalaba que la presencia de países como Rusia, China e Irán en la región exigía «prestar atención a lo que están haciendo en América Latina». Mismas palabras usadas por Vecchio para solicitar el apoyo estratégico y operativo del Comando Sur, que profundizará mañana en la reunión anunciada.
Vecchio era el coordinador nacional del partido Voluntad Popular, de Guaidó y Lepoldo López, liberado por militares disidentes de su prisión en la que cumplía una condena por instigación en el marco de una protesta en 2014 que culminó con 43 muertos. Misma acusación pesaba sobre Vecchio, quien eludió la detención al exiliarse en Estados Unidos. «