Tras ocho años «de pesadilla» de tutela de sus acreedores, la Unión Europea y el FMI, Grecia salió oficialmente del último de los estrictos planes de rescate que regulan su economía desde 2010, pero aún no ha acabado con la austeridad y las reformas. Este epidio resulta paradójico para los argentinos que, por el contrario, se encuentra en un proceso de regreso pleno a la dependencia del ente económico mundial.
El gobierno griego, a través de su portavoz, Dimitris Tzanakopoulos, anunció que «la economía, la sociedad y todo el país entran ahora en una nueva fase». El primer ministro, Alexis Tsipras, líder del partido de izquierda radical Syriza, que llegó al poder en enero de 2015 y debió someterse desde julio de ese año a los planes de rescate financiero se dirigirá al pueblo griego el martes, «primer día de la salida del programa».
Donald Tusk, presidente del Consejo europeo, felicitó en un tuit a «los griegos por sus esfuerzos y a los europeos por su solidaridad». Por su lado, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión europea saludó con la siguiente frase: «Con el fin del programa, los griegos empiezan un nuevo capítulo de su rica historia». A su vez, Mario Centeno, presidente del consejo de gobernadores del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) que dirigió el último plan de ayuda a Grecia, afirmó: «Por primera vez desde comienzos de 2010, Grecia se mantiene en pie por sí sola».
Tras Portugal, Irlanda, España y Chipre, Grecia era el último país de la zona euro que seguía bajo el programa de asistencia instaurado durante la crisis. En tres planes sucesivos (2010, 2012 y 2015), Grecia recibió 289.000 millones de euros en préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unión Europea (UE) y el Banco Central Europeo (BCE). Pero a cambio tuvo que llevar a cabo duras reformas que algunos de sus acreedores critican ahora y que le hicieron perder un cuarto de su PIB en ocho años, llevando el desempleo hasta el 27,5% en 2013.
“Estos ocho años han sido ‘un período de pesadilla’, sobre todo para los empleados y los jubilados, que han visto cómo se reducían de mitad sus ingresos», se lamenta Theodoros Prassas, un jubilado. «Esto ha tardado más de lo previsto, pero creo que ya está», dijo Centeno. «La economía griega ha vuelto a crecer (+1,4% en 2014), hay superávit presupuestario (…) y el paro cae con regularidad», aunque sigue en el 20%.
«El tiempo de la austeridad terminó, pero el final del programa no es el final del camino de las reformas», aseguró sin embargo el comisario europeo de Asuntos Financieros, Pierre Moscovici, quien saludó sin embargo, en una radio francesa, la jornada «histórica» para Grecia, «que podrá financiarse sola en los mercados (…), definir su propia política económica, desde luego prosiguiendo las reformas».
Un largo camino por recorrer
Una opinión compartida por el gobernador del Banco de Grecia, Yannis Stournaras. «Grecia todavía tiene un largo camino por recorrer», declaró en una entrevista para el diario Kathimerini, en la que se mostró preocupado por la posibilidad de que los mercados den la espalda a su país si éste no sigue adelante con sus reformas.
Después de que sus socios europeos le concedieran en junio una ampliación del plazo para reembolsar su deuda, Grecia considera que sus necesidades de financiación están cubiertas hasta 2022, lo cual le permitirá acudir a los mercados solamente en los momentos más favorables. Pero su deuda sigue situándose en el 180% de su PIB, y el FMI la considera insostenible a largo plazo.
El gobierno griego insiste en que sus necesidades de financiación se mantendrán por debajo del umbral crítico del 20% del PIB recomendado por la UE. «La deuda griega no sólo no es insostenible, sino que es altamente sostenible», dice un funcionario del país. Para salir del programa, Tsipras ha tenido que aceptar nuevas reformas en 2019 y 2020, aunque indicó en junio que quería instaurar más «justicia social» a partir de ahora.
En Grecia la mejoría de los datos macroeconómicos no se ha trasladado a la vida cotidiana de los habitantes. «Los planes de ayuda han terminado, pero siguen las cadenas y la asfixia», escribió el domingo el diario opositor To Vima. Los economistas, como Nikos Vettas, consideran «imperativo» generar ahora «un crecimiento muy fuerte». De lo contrario, «los hogares, que ya están muy debilitados tras 10 años de recesión, seguirán sufriendo».