En una nueva batalla de la guerra entre los dos gigantes de la economía mundial, el Reino Unido finalmente quemó las naves en favor de su socio estratégico primordial y el gobierno británico anunció que desde fin de año los operadores telefónicos tienen prohibido comprar equipamientos de la empresa Huawei para la red 5G y que tienen tiempo hasta 2027 para deshacerse de todos los que tengan en existencia de las anteriores plataformas. Los argumentos son más bien sinuosos: según el ministro de Digital, Cultura, Medios y Deportes, Oliver Downden, «la red 5G será transformadora para nuestro país sólo si confiamos en la seguridad y la resistencia de las infraestructuras sobre las que se construye».Pero el trasfondo es la guerra comercial Washington-Beijing.
Rascando un poco más debajo de las justificaciones, para Londres las sanciones de la administración Donald Trump a la firma china implican que no podrá contar con elementos claves para garantizar la provisión de equipamientos, lo que terminaría perjudicando a Gran Bretaña. Pero mucho tiene que ver con esta decisión del primer ministro Boris Johnson el inicio del divorcio de ese país de la Unión Europea. Porque necesitará de acuerdos importantes con las ex colonias de Norte América para capear los primeros momentos fuera del organismo regional y debe seguir a Trump en su embate contra China. Tanto es así que Alemania y Francia mantienen acuerdos con Huawei a pesar de las presiones que se expresan a través de los medios.
En una sesión en la Cámara de los Comunes, Dowden dijo que la exclusión -que se fue deslizando en las ultimas dos semanas- será irreversible y completa dentro de 7 años, que es el plazo en que consideran que cualquier equipo provisto por la fabricante asiática habrá cumplido su vida útil.
La decisión de Downig Street se basó en un dictamen del Consejo Nacional de Seguridad (NSC por sus siglas en inglés), tras una recomendación del Centro Nacional de Ciberseguridad (NCSC). Los expertos asumen que las restricciones impuestas por Washington «hacen que sea imposible continuar garantizando la seguridad de los equipos de Huawei en el futuro». Y agrega que “la decisión tiene en cuenta nuestras circunstancias nacionales específicas y cómo los riesgos de estas sanciones se manifiestan en el Reino Unido”.
Pero no es ajena esta consideración al informe de una semana antes emitido por la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones) de hace un par de semanas, que caratuló a las empresas de telefonía Huawei, ZTE y todas sus subsidiarias como una “amenaza nacional”. Fundamentalmente porque la consideran una empresa del gobierno chino en virtud de que su fundador, Ren Zhengfei, es un exingeniero del Ejército Popular de Liberación chino. Y que por medio de sus redes espiarán a ciudadanos de todo el mundo. Curiosamente lo mismo que el exanalista de la CIA Edward Snowden afirma que hacen agencias de vigilancia estadounidenses.
El representante de Huawei en Londres, Ed Brewster, lamentó que el futuro de la empresa “en el Reino Unido ha sido politizado, esta es una cuestión de política comercial de Estados Unidos y no de seguridad”. Y para crear algo de cizaña, se declaró “decepcionado” porque el bloqueo a Huawei, dijo, representa una «amenaza con ralentizar el desarrollo digital» británico y puede «aumentar las facturas» que los usuarios deban pagar por futuros servicios.
El embajador chino en Londres, Lius Xiaoming, había advertido cuando se filtró la información sobre la decisión británica, que sacar del juego a Huawei podría dañar la reputación del Reino Unido “y erosionar la confianza de otros inversores extranjeros”; aludiendo obviamente a los de nacionalidad china, que no son pocos en el mercado internacional.
Londres, Washigton y Beijing vienen enfrentándose desde la puesta en marcha de la ley de seguridad en Hong Kong. Los chinos responden alegando que ese enclave dejó de ser colonia y pertenece indubitablemente al país asiático. Todo esto en el marco de la política agresiva que desarrolla Trump desde que llegó al Salón Oval.
La guerra de Trump contra Huawei
En Alemania, mientras tanto, la empresa mixta Deutsche Telekom -tiene 14,5% de acciones en manos del estado- profundizará su alianza estratégica con Huawei, según documentos probatorios que publicó el portal estadounidense Politico. Según esa información, a mediados de 2019, y cuando ya Donald Trump había puesto en la lista negra a Huawei, acordaron que el proveedor chino garantizaría el flujo de la cadena de suministro de elementos y tecnología incluso con indemnizaciones en caso de que daños o demoras por razones del castigo impuesto por la Casa Blanca.
Para Deutche Telekom, según deslizan en papers internos, de no poder usar equipos de la empresa china en su despliegue de la red 5G, sería como su Armagedon. Para la canciller Angela Merkel, el riesgo de romper con los chinos sería catastrófico para las empresa alemanas con capitales en el país asiático si es que Beijing toma represalias.
En Francia también hay mejor clima para los chinos y la agencia de seguridad cibernética, ANSSI, rechazó la prohibición, aunque el organismo incita a los operadores a que si pueden se inclinen por alguna otra tecnología. De hecho, la sueca Erikson y la finlandesa Nokia se restriegan las manos esperando recoger las migajas que dejen los chinos.
En Argentina, por su parte, la semana pasada el jefe de Gabinete de la cancillería, Justo Chaves y el secretario de Negociaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme, se reunieron con el Ceo de Huawei local, Steven Chen Shiqing para hablar sobre la posible inversión de la compañía para la provisión de equipos de 5G. «Estamos investigando el tema minuciosamente, haciendo foco en la competitividad y la seguridad de las diversas soluciones disponibles en el mercado. Temas como el Big Data, la digitalización de las empresas y la inteligencia artificial son centrales para la competitividad», dijo Neme.