Gonen Segev no para de caer desde hace más de 15 años. Y según su versión de los hechos, todo obedece a una cadena de casualidades que conspiran contra su deseo de servir a su país. Para las autoridades israelíes, en cambio, espió en tiempos de guerra en favor del peor enemigo, Irán, y debería recibir una condena ejemplar, que de acuerdo a las leyes, podría incluso llevarlo a la muerte por traición a la patria.
La historia de Segev comienza en Kiryat Motzkin, una pequeña ciudad en el distrito de Haifa, donde nació un 6 de enero, día de los Reyes Magos, de hace 62 años. Hizo el servicio militar, donde inició el curso de piloto de la Fuerza Aérea, pero pronto fue trasladado a una unidad de combate en la que ascendió a capitán.
Se recibió de médico en la Universidad Ben Gurión de Negev y , con la especialización en pediatría, abrió un consultorio particular en Tel Adashim, un moshav o asentamiento entre Nazareth y Afula creado en 1913 en forma de comunidad de granjas agrícolas cooperativas en el marco de la segunda gran inmigración o aliá.
Ingresó entonces en el partido Tzomet, una agrupación de derecha secular que había fundado el general Rafael Eitan, quien fue comandanta de las Fuerzas de Defensa y es considerado uno de los héroes de la nación israelí.
Así, a los 35 años, Segev fue en 1992 el diputado más joven en la Kneset, el parlamento de Israel. Pero dos años más tarde formó una rama disidente del partido y en 1995 accedió al cargo de Ministro de Energía e Infraestructura en el gobierno del laborista Yitzhak Rabin.
Fue clave el apoyo de su minibloque de tres representantes para aprobar el Tratado de Oslo, un histórico acuerdo entre Israel y Palestina para poner fin a años de conflicto en Medio Oriente impulsado por el entonces presidente de EEUU Bill Clinton y que logró la aceptación del líder palestino Yasser Arafat. Como consecuencia de ese documento, Rabin, Arafat y el que fuera canciller israelí en estas negociaciones, Shimon Peres recibieron el Nobel de la Paz de 1994. Pero Rabin fue asesinado por un ultraderechista israelí en noviembre de 1995.
Segev, en tanto, permaneció en su cargo hasta 1996, cuando el laborista Peres perdió con el conservador Benjamin Netanuayhu, que por primera vez llegó al poder. Desde entonces, el activo y vivaz dirigente se decidió a la actividad privada. Pero desde entonces, también, se desbarrancó.
En abril de 2004 fue arrestado bajo el cargo de haber intentado contrabandear 32.000 dosis de éxtasis. Los servicios israelíes lo venían siguiendo y las autoridades holandesas lo capturaron cuando escondía la droga en bolsos en un locker del aeropuerto de Amsterdam. Tenía un pasaporte diplomático con la fecha de vencimiento adulterada torpemente con un lápiz y la mercadería disimulada en cajas de chocolates M&M.
Condenado a cinco años de prisión y a pagar una multa de 27.500 dólares en 2005, Segev fue castigado adicionalmente con el retiro de su licencia de médico. Sus abogados alegaron en su defensa que él realmente pensaba que eran chocolates M&M. En su contra conspiró también una foto de un cajero en Hong Kong donde se lo ve retirando dinero. Él había denunciado a la tarjeta como robada.
Pero en prisión se portó bien y por eso le redujeron la sentencia. Salió en libertad en 2007 pero se chocó con la realidad de que no podía ejercer su profesión en Israel, así que por razones que no se establecieron, emigró a Nigeria.
En Abuja se puso en contacto con la embajada de su país y con la comunidad judía local y también en Lagos. Pronto formó parte de los círculos de la alta sociedad , realizó una brillante carrera como médico -fue premiado por la cancillería israelí por haberle salvado la vida a un guardia de seguridad de la embajada- y se casó con una diplomática de la representación alemana en el país africano.
Se planteó en esa época volver a su patria. Pero según sus conocidos, decía que quería regresar como «El honorable Doctor Segev» y no como el ex convicto que era motivo de burla para los medios de Israel. Era el modelo de todo lo que no debía ser un político en esa región y esa no era un estigma fácil de sacarse.
En este punto aparecen sus relaciones con agentes de Irán. Para 2012 ya había presentado a algunos empresarios a los funcionarios de la embajada en Abuja y según el Shin Bet, el servicio de seguridad de Israel, viajó varias veces para encontrarse con espías iraníes en lugares «seguros» u hoteles discretos. Dicen que incluso estuvo en Teherán.
El caso es que lo tenían en la mira y con ayuda del Mossad, el servicio de espionaje exterior, fue capturado en marzo en Guinea Ecuatorial, que le negó el ingreso a pedido del gobierno de Netanyahu. La noticia de que había sido extraditado de urgencia y enfrentaba un juicio por traición se conoció recién este martes.
Eli Zohar y Moshe Mazor, sus abogados, declararon que los documentos acusatorios difundidos en los medios israelíes no coinciden exactamente con la imputación que corre en los estrados judiciales, donde según ellos «se ve una fotografía diferente». Ellos aseguran que la imagen que se muestra de un agente vendido a Irán no coincide con la realidad, pero como gran parte del expediente permanece secreto no lo pueden demostrar.
«Él solo se unió a agentes iraníes para engañarlos», declararon. Esto es, Segev quería hacer una gran operación encubierta por su cuenta y sin apoyo de nadie para poder volver a Israel como un héroe y no por la puerta trasera.
Para ello deslizan que si bien el hombre fue ministro en áreas clave desde la que podía saber secretos sobre despliegues militares y sitios estratégicos, habían pasado 22 años desde que dejó el gobierno y todo dato que tuviera estaba desactualizado. Además, si bien tenía relación con la embajada, todos le desconfiaban y no le iban a transmitir información privilegiada sabiendo que era un personaje manchado por su historia.
Pero el abogado general de la nación, Avichai Mendalbilt, asegura contar con datos certeros y comprobables de que entregó información sensible. En medios políticos se dice, según un artículo del diario español publico.es, que había relacionado a fabricantes de armas israelíes con agentes iraníes. De ser esto cierto, Segev puede ser la punta de un iceberg de imprevisibles consecuencias cuando el gobierno de Netanyahu, acelera su enfrentamiento con Irán, para lo cual cuenta con el sólido apoyo de Donald Trump.