En la plaza frente al edificio de las Naciones Unidas en Ginebra, hay una gran silla con una pata rota, el artista quiso simbolizar la tensión entre la brutalidad y la dignidad, lo impar recuerda la necesidad de parar la violencia y la guerra.

En estás horas en que las fuerzas de paz de la FINUL ubicadas en Líbano denuncian ataques sistemáticos a sus soldados de paz por parte de Israel, la silla del equilibrio mundial amenaza con seguir rompiéndose, sin que los mecanismos actuales muestren reflejos efectivos para frenar las bombas y la muerte.

En diferentes ámbitos de la ONU y otros mecanismos internacionales se debate acaloradamente la situación en medio oriente, la solidaridad con Palestina reclama acciones urgentes, mientras que los defensores de Israel, hablan de su «derecho a defenderse» y de «daños colaterales»

La tercera guerra mundial en cuotas que nombra Francisco nos lleva con virulencia a una crisis civilizatoria, el concepto de «comunidad internacional» se agotó y la multipolaridad reclama nuevos mecanismos de acuerdos y resoluciones.

En los próximos días en Kazan, Rusia, se reunirán los países que forman parte de los BRICS, sobre muchos de ellos pesan sanciones impuestas por parte de la intención hegemónica occidental, es por eso que este nuevo mecanismo comienza a analizar seriamente la posibilidad de una moneda común que les permita realizar intercambios comerciales sin condicionamientos.

Otro elemento importante es la incorporación de países con mucho peso específico en la trama internacional, como es el caso de Turquía y Azerbaiyán. Los BRICS no son solo un grupo de países con coincidencias, son experiencias civilizatoria antiguas forjando nuevos acuerdos, en un mundo que ya no tiene dueño.

El mar de China meridional truena en la tensión entre los buques filipinos y chinos, de fondo Estados Unidos sigue sumando bases militares mientras que la República Popular China redobla su presencia militar en la zona.

Los frentes de conflicto escalan en un mundo en disputa, urge el protagonismo de los pueblos en la defensa de la paz y de un orden mundial más justo, nutriendo en las calles y en la ágora de lo público la palabra humanidad.

Desde Ginebra, Suiza