El expresidente peruano Alberto Fujimori, que fue indultado este domingo en vísperas de Navidad, desarrolló una fulgurante carrera política que lo llevó a la cúspide del poder y terminó en la cárcel, acusado de diversos delitos de lesa humanidad.
De 79 años e hijo de inmigrantes japoneses, Fujimori detentó un poder absoluto entre 1990 y 2000, cuando gobernó Perú con mano dura al margen de los partidos políticos y con el firme respaldo de las fuerzas armadas y de su ex asesor, Vladimiro Montesinos, la eminencia gris de su régimen.
Con sus cuatro condenas judiciales, la mayor de ellas a 25 años de cárcel, el exgobernante, con su salud debilitada, pasó los últimos 12 años preso hasta que fue indultado este domingo por el presidente Pedro Pablo Kuczynski.
«El gobierno de Fujimori fue el punto más bajo en toda la historia de Perú por la conducta del acusado y por hacer tabla rasa de cualquier tipo de reglas e institucionalidad y normatividad», opinó el sociólogo y analista político Eduardo Toche cuando el exmandatario fue condenado.
«Para él no existía ningún marco legal, el marco legal era el de su voluntad y la de sus amigos, nada más», dijo a la AFP.
Fujimori cultivó en el poder un estilo autoritario que iba de la mano con su perfil de hombre frío y desconfiado, poco comunicativo y calculador, que gobernaba con un criterio de cofradía y de sociedad secreta, rodeado de un pequeño círculo de personas.
Así sucedió cuando perpetró el autogolpe de Estado del 5 de abril de 1992, una operación que sólo conocían su asesor Montesinos y los máximos jefes militares, con absoluto desconocimiento de sus ministros.
«Primero se actúa, luego se informa», solía decir el expresidente en torno a sus principales decisiones.
Esa forma de gobernar, con dominio total sobre el Congreso y con control de medios de comunicación -principalmente de las grandes cadenas de televisión cuyos directivos fueron sobornados- abrió las puertas a la corrupción durante su mandato.
Durante su gobierno, Fujimori, que era conocido como ‘el Chino’, aplicó un modelo económico neoliberal que le sirvió para granjearse el apoyo de las clases dirigentes de Perú, de los empresarios y de los organismos financieros internacionales.
Sus seguidores recuerdan que Fujimori derrotó a la guerrilla maoísta Sendero Luminoso y al guevarista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), pero organismos de derechos humanos denunciaron matanzas de civiles inocentes en esa lucha antiterrorista.
Uno de los episodios que le dio más rédito político fue el desenlace de la toma de rehenes en la residencia del embajador de Japón en abril de 1997 por la guerrilla del MRTA.
Tras cuatro meses de toma guerrillera, 71 de los 72 rehenes fueron liberados (uno murió) y los 14 rebeldes resultaron muertos en un operativo que recibió elogios de los gobiernos y cuestionamientos de organismos de derechos humanos, que denunciaron que los guerrilleros fueron ejecutados de forma sumaria.
– Caída en desgracia –
La estrella de Fujimori se pulverizó en el 2000 cuando en medio de escándalos de corrupción renunció a la presidencia vía fax desde el extranjero, cuando participaba en una cumbre de la APEC en Brunei, antes de partir buscando asilo hacia Japón aprovechando su doble nacionalidad.
En los últimos años su hija Keiko Fujimori, de 42 años, se ha convertido en una suerte de heredera política, como líder de Fuerza Popular, partido que tiene mayoría absoluta en el Congreso.
Su hijo menor, Kenji, de 37 años, es un popular legislador que impulsó la campaña para la liberación de su padre.