Para los criollos de esta parte del mundo, filibustero es como un pirata del Caribe que se dedicaba al saqueo de las ciudades costeras. Vaya uno a saber por qué piruetas de la lengua popular, terminó designando, sobre todo en Estados Unidos, a una estrategia destinada a paralizar o demorar un debate parlamentario. Consiste básicamente en que un legislador puede hacer uso de la palabra todo el tiempo que quiera siempre y cuando no se detenga ni se siente. Hay quienes han leído cartas de sus hijos, recetas culinarias, anécdotas del servicio militar. Hasta que se suspende la sesión. Un senador por Texas, el ultraconservador Ted Cruz, ostenta un récord desde septiembre de 2013, cuando habló durante 21 horas y 19 minutos en un debate sobre la necesidad de retirar fondos que el gobierno de Barack Obama quería destinar a su plan de salud.Quizás porque Texas tiene algo de tierra de filibusteros, esta vez una mujer, la senadora Carol Alvarado, hizo su modesta contribución a ese insólito medallero cuando habló durante caso 15 horas en un intento de obstruir la aprobación de una ley que restringe el derecho a voto en ese estado.
Nacida en Houston en una familia de origen mexicano, Alvarado tiene un título en Administración de Empresas y otro en Ciencias Políticas. Se presenta en su CV como “defensora de la salud y los derechos reproductivos de la mujer” y recuerda que impulsó leyes para ayudar a las víctimas de abuso sexual.
Su “filibuster” buscaba impedir que la cámara alta diera media sanción a una iniciativa del partido republicano que pone trabas al derecho al voto y afectará a las minorías afrodescendientes e hispanas. El rechazo a esta ley entre los demócratas ya provocó una persecución de gobernador Greg Abbot y del líder republicano en la Cámara de Representantes, Dade Phelan, quien ordenó la detención del medio centenar de legisladores que se negaron a dar quórum para su tratamiento sobre tablas y viajaron a Washington para alertar al Congreso federal sobre la maniobra.
Para cumplir con su objetivo obstruccionista, Alvarado se puso un aparato ortopédico en la espalda y zapatillas deportivas y habló parsimoniosamente detrás de un escritorio repleto de papeles o ayuda-memorias. «¿Queremos que el acceso a nuestro proceso electoral sea más difícil para las personas con discapacidad o queremos eliminar barreras para ellas?» planteó en un tramo de su extensísimo discurso. «¿Queremos defender el tremendo progreso que hemos logrado en los derechos civiles y la igualdad o reducir los derechos de voto a las comunidades de color?», agregó.
Habló de historia del voto en EEUU y detalló con una minuciosidad soporífera los aspectos de la ley que se debatía. «El obstruccionismo no va a detenerla, pero un obstruccionismo también se utiliza para frenar un problema, para llamar la atención sobre lo que está en juego, y eso es lo que estoy haciendo», dijo al diario Texas Tribune.
La dilación no fue suficiente y el proyecto salió del Senado por 18 votos a 11. Ahora habrá que ver qué pasa en la Cámara de Representantes. Allí el oficialismo estadual depende de poder capturar a los rebeldes y llevarlos a la fuerza al Capitolio para dar quórum. Lo demás sería como una escribanía ya que los republicanos tienen mayoría.
A todo esto en Washington, Cruz -un ultraconservador que se opone a todos los gobiernos populares latinoamericanos- logró bloquear un proyecto en el Senado para tratar una ley federal sobre el derecho a voto a instancias de los demócratas. “Este proyecto de ley constituiría una toma de control de las elecciones por parte del gobierno federal”, argumentó Cruz. «