En el “siglo perdido” que son los 23 años del XXI en que Ecuador se transformó gradualmente en narco estado con miles de muertos y con la responsabilidades, que por comisión u omisión, les corresponden a los gobiernos de Rafael Correa, Lenin Moreno y Guillermo Lasso, hubieron dos momentos clímax que fueron el asesinato de Federico Intriago, alcalde de Manta, y el de Fernando Villavicencio, candidato presidencial, quien como periodista adquirió notoriedad y llegó a ser electo asambleísta denunciando la corrupción e impunidad imperantes en el Estado ecuatoriano, en especial en los gobiernos de Rafael Correa, quien lo persiguió obligándolo a esconderse y exiliarse. Su campaña para ser asambleísta se basó en ser denunciador y perseguido del correato.
En ese estresante clima social en el primer debate entre casi una decena de candidatos que disputaban la primera vuelta electoral, sopló como brisa fresca la serenidad y templanza de un joven guayaquileño heredero de una gran fortuna, labrada por su abuelo que en el siglo XX. Fue el más grande y exitoso empresario ecuatoriano.
Alcanzó a tener un comercio en la Quinta Avenida de Nueva York haciendo, entre otras cosas, por primera vez en el país, negocios millonarios con la extinta URSS y otros países del entonces campo socialista, intercambiando bananos por automóviles y otros bienes industriales que él después vendía en Sudamérica. Alcanzó rentabilidades enormes porque intercambiaba mercancías industriales que habían incorporado el progreso tecnológico por bienes primarios sembrados y cosechados con mano de obra infinitamente más barata.
Su nieto Daniel Noboa, heredero, con formación esmerada en universidades norteamericanas y vocación política, fue el ganador del primer debate y eso lo catapultó desde un 5% que le daban las encuestas hasta casi el 24%. Y a la perdedora de ese debate, Luisa González, la redujo de casi 45% que le daban las encuestas al 33% que es el “voto duro” del correismo.
Posteriormente, antes del segundo debate, Daniel Noboa pasó a encabezar todas las encuestas con guarismos que fluctúan entre el 10%%, el 7% y el 4% de distancia con González.
En el segundo debate de los dos candidatos que disputan la segunda vuelta, Luisa González mejoró su performance y Noboa mantuvo su serenidad y templanza, con el cuidado de quien no quiere arriesgar su ventaja. Un libro reciente de los investigadores de la Universidad de Buenos Aires Daniela Barbieri y Agustín Reina “debatir para presidir” sostiene que “un debate no cambia sustancialmente las preferencias electorales preexistentes. Sólo aumenta el interés de los electores si previamente ha habido poca receptividad”.
Eso es aplicable a las primarias argentinas que son una suerte de gran encuesta nacional previa a la primera vuelta. No es así en el caso ecuatoriano donde la asistencia a las urnas en la primera vuelta batió records históricos porque es mucho lo que está en juego en la isla de paz del siglo XX, convertida en infierno de violencia en el siglo XXI.
Barbieri y Reina también señalan que el debate puede poner en los medios tradicionales y digitales asuntos que no estaban suficientemente destacados en la agenda mediática. Es el proceso de post-debate que siempre ocurre.
Al respecto, la interrogante principal a la que se enfrenta González es cuánto puede aligerar la carga del autoritarismo, ineficiencia y corrupción de la cual es acusado el correato.
Noboa con sutileza dejó algunas pistas para el post-debate. Interrogó a la contrincante si estaría dispuesta a que en su gobierno se haga una auditoría de todas las obras públicas inconclusas, inservibles por mal hechas y con sobre precios, que el Ecuador ha sufrido en los últimas tres gestiones. También señaló ante una pregunta de la candidata por el financiamiento de sus ofertas de vivienda, que el terreno aplanado al increíble costo de 1500 millones de dólares para una refinería que nunca se construyó sería utilizado para hacer viviendas populares en la provincia de Manabí.
Sobre su oferta de ampliar la capacidad de recepción de las universidades públicas, González también lo interrogó sobre su financiamiento y Noboa respondió que una hora de viaje del avión presidencial financiaba una carrera universitaria en entidades públicas.
Correa y sus colaboradores, entre ellos González, fueron famosos por el uso del avión presidencial para centenares de viajes a países insólitos para las relaciones diplomáticas del Ecuador.
Más allá del debate, la oferta de apoyo financiero ofrecido por EEUU para descubrir a los autores intelectuales del asesinato de Fernando Villavicenci, fue criticada absurdamente por Correa en twiter, lo que unido a un descabellado twiter del expresidente amenazando a Villavicencio como chico de barrio, pocos días antes de su asesinato, perjudica a su candidata González.
En el Ecuador hubo en el siglo XX hubo un famoso debate entre Rodrigo Borja, ganador de la primera vuelta en las presidenciales de 1984, y León Febres Cordero, quien ganó la presidencia en la segunda vuelta. Sería superficial atribuir sólo al desarrollo de ese debate la victoria de Febres Cordero. En la primera vuelta había realizado una campaña que sólo exhibía consignas económico-empresariales con un Estado carente de sensibilidad social. En segunda, un asesor colombiano de apellido Lombana, creó una consigna para Febres Cordero diametralmente distinta “pan, techo y empleo”. El Estado fue reivindicado como agente del mejoramiento social para los desposeídos de siempre. Esa consigna fue la que provocó el viraje, en especial en Quito y la sierra, tradicionalmente no afectas al socialcristianismo.
Volviendo a Barbieri y Reina y sus apreciaciones sobre el debate y su influencia en la elección de las preferencias preexistentes, se dieron en 1984 en Ecuador entre dos candidatos que ofrecía uno “justicia social, con libertad”, y otro, ganador, “pan, techo y empleo”. Toda elección en una sociedad polarizada como la ecuatoriana es un proceso abierto a contingencias, sesgos y sorpresas. El 15 de octubre los ecuatorianos tomarán su decisión final en las urnas.