El presidente de Colombia, Gustavo Petro, denunció este miércoles un intento de “golpe blando” en su contra, advirtió que hay sectores que buscan reemplazarlo “contra la voluntad popular, como pasó en Perú” y reclamó al Congreso que “no traicione” el mandato de las urnas que se manifestó en favor de las reformas que prometió en la campaña y que ahora el Ejecutivo propuso.
“Se llama golpe blando. Es un golpe de Estado, contra la voluntad popular. Una vez que tumben las reformas piensan destruirme en la Comisión de Acusaciones para hacer exactamente lo que se hizo en Perú: llevar al presidente a la cárcel y cambiarlo por uno no elegido por el pueblo, que sería el que vayan a elegir al jefe del Congreso en el próximo semestre”, denunció Petro.
Y agregó: “Castillo estaba solo. Acá les decimos: Petro no está solo. Si se atreven a violar el mandato popular, el pueblo saldrá de cada rincón, de abajo de cada piedra, de cada municipio, a defender el triunfo popular”.
Después de una semana compleja para el gobierno, que debió disponer de cambios en el gabinete por el escándalo de escuchas ilegales y denuncias de financiación ilegal a su campaña, Petro pareció este miércoles retomar la ofensiva con la mira puesta en el Congreso.
Es que el legislativo, donde el oficialismo desarmó la alianza que le daba mayoría, frena las iniciativas gubernamentales de reforma a la salud, al sistema de pensiones y a la legislación laboral.
La nueva ofensiva de Petro se apoyó en dos gestos: las centrales sindicales colombianas -la Central Unitaria de Trabajadores, la Confederación General del Trabajo y la Confederación de Trabajadores de Colombia- llenaron este miércoles las calles de las principales ciudades en respaldo a los proyectos y líderes de todo el mundo expresaron su acompañamiento al mandatario en un texto con más de 400 firmas.
“Que el Congreso sepa que las reformas no son un capricho de un presidente ni son malas, como dicen los dueños del gran capital, sino los deseos de todo un pueblo. Que el Congreso no traicione al pueblo”, reclamó Petro.
El presidente había anunciado que participaría “en la calle” de la manifestación -de hecho, caminó entre saludos y fotos algunos cientos de metros-, y estuvo escoltado por la vice, Francia Márquez, varios ministros y legisladores.
La concentración más fuerte se dio en Bogotá, pero también hubo multitudes reunidas en Medellín, Cali y Barranquilla y “en 200 municipios”, destacó Petro.
“Hay personas que aún no leyeron lo que significa la decisión popular de las mesas electorales del año pasado. Creen que fue simplemente una moda, una fiebre pasajera, un delirio. Decimos con toda claridad que no fue así. El pueblo que eligió al presidente sigue con el presidente y ambos quieren volver realidad el programa de gobierno por el que el pueblo votó”, remarcó el jefe del Palacio de Nariño.
Les gritamos desde acá, desde las plazas y las calles, con todo el respeto, desde nuestra humildad, desde nuestras ganas de justicia, que aprueben las reformas que garantizan al pueblo sus derechos.
De nuevo con la mira en el Congreso, el presidente aclaró que el pedido de aprobación a sus iniciativas no es “una solicitud violenta, irrespetuosa, armada”, sino una “solicitud popular que nace de las entrañas del territorio excluido”.
“El pueblo aprobó esto en las urnas. Es un mandato popular. Vamos por un trabajo digno, por la salud gratuita y para todos, vamos para que cualquier viejo y vieja tenga un bono pensional para poder existir, y vamos -serán los proyectos del próximo semestre- por la reforma de los servicios públicos”, adelantó.
Prometió hacia adelante esas modificaciones en los servicios “para que el eje no sea el empresario que gana el billete a manos llenas”, pero además anunció una reforma a la ley de Educación Superior “para que la juventud pueda acceder al derecho de educarse”.
Cuestionó además las “encuestas mentirosas” que difunden algunos medios y defendió “las encuestas de verdad, que dicen que aún somos la mayoría popular”.
“Hay una estrategia: quieren destruir el apoyo popular para tener un gobierno solo; quieren aislar al gobierno de Petro, quieren construir desconfianzas en la base popular para hundir las reformas y arrodillar al Congreso ante el gran capital”, denunció.
Y esbozó entonces el concepto de “golpe blando” fue elaborado hace años cuando varios presidentes progresistas fueron sacados del cargo a través de mecanismos en algunos casos constitucionales, pero forzados o basados en pruebas que luego se descubrieron falsas: Manuel Zelaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay; Dilma Rousseff en Brasil; y Evo Morales en Bolivia.
El concepto fue incluido en una declaración de la Internacional Progresista de apoyo a Petro, con las firmas, entre otros, del Premio Nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel; el jurista español Baltasar Garzón; el líder laborista británico Jeremy Corbyn; el excandidato presidencial francés Jean-Luc Mélenchon; y los expresidentes Rafael Correa, José Luis Rodríguez Zapatero y Ernesto Samper.
Los poderes tradicionales “se han estado organizando para restaurar un orden marcado por la desigualdad extrema, la destrucción del medio ambiente y la violencia patrocinada por el Estado”, señala el texto.
Petro enfatizó en la defensa de sus proyectos: “Las reformas no son radicales, como alguna prensa dice. Son apenas unas reformas que buscan garantizar derechos esenciales, simples, pero fundamentales”.
“¿Cómo se va a decir que es perverso, cómo se atreven a decir que es desastroso que una señora pueda tener un contrato por años, que pueda tener estabilidad? ¿En qué país vivimos si al poderoso de la oficina le parece que es un desastre que la señora que le lleva el tinto (café) a su escritorio pueda ganar un poco más? ¿Por qué un poderoso que anda con su auto y almuerza en París viene a decir, solo porque es dueño de medios de comunicación, que la señora del café no tiene derecho a la estabilidad laboral, o a una pensión?”, se preguntó el mandatario.
Hacia el final, Petro instó a la realización de asambleas populares en todos los municipios y reclamó a su equipo de gobierno que salga a defender las reformas, porque “todo ministro que no haga caso, se va”.