La situación en la sitiada ciudad siria de Alepo empeoró sensiblemente tras los últimos bombardeos en zonas residenciales. La comida escasea y los hospitales no dan abasto para atender a las decenas y decenas de heridos que llegan a diario.
Rusia y Siria intentan recuperar totalmente Alepo desde fines de septiembre, cuando colapsó un alto el fuego que había sido mediado por Estados Unidos y Rusia y aceptado por el gobierno sirio, un aliado ruso, y los grupos rebeldes que operan en la ciudad, sobre los que Washington posee gran influencia.
Luego de tres semanas de treguas e interrupciones intermitentes, los ataques en la ciudad se renovaron el martes pasado, provocando la muerte de al menos 61 personas en dos días, según datos de la ONG Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que tiene su sede en Londres.
En dos barrios de la parte de la ciudad sometida a asedio, la ayuda alimentaria se acabó, según contaron los voluntarios de ayuda humanitaria a la prensa en el territorio.
«Nuestros depósitos están vacíos, no tenemos nada más que distribuir», sentenció Ammar Qadah, director de la Fundación Humanitaria Al-Sham, una organización siria que ayuda a 2000 familias, en declaraciones a la CNN. Un médico de MSF afirmó que «los hospitales funcionan 24 horas al día, siete días a la semana, sin parar» y que las condiciones de trabajo son «inhumanas».
El viernes, bombardeos aéreos en la zona del Este de Alepo bajo control de los rebeldes armados que intentan derrocar al gobierno de Al Assad, afectaron tres hospitales, uno de ellos infantil, en el barrio de Al Shaar, que ya había sido bombardeado a lo largo de esta semana por aviones no identificados. «