Más de 186 millones de ciudadanos norteamericanos se han registrado para votar el martes 5, aunque 55 millones han elegido el llamado voto temprano. Según la Universidad de Florida, 29 millones han concurrido a ejercer su derecho electoral en persona y 25 millones lo han hecho utilizando el correo.
Las elecciones del 2024 están marcadas por una intensa polarización política. Los candidatos principales, el expresidente Donald Trump y Kamala Harris, actual vice. ¿Por quién votará el pueblo estadounidense? Por alguien que fue juzgado por delitos muy serios o por la candidata que no ganó ninguna elección primaria y fue elegida cuando el presidente Joseph Biden decidió no presentarse a la reelección?
Los candidatos recorren todo el país en busca de votos, pero focalizan en los siete estados llamados bisagras (swing states) que son los que decidirán la elección.
Pensilvania es el estado más codiciado porque consagra a 19 electores, siendo los hispanos, a pesar de que no son mayoría, quienes pueden jugar un rol crucial en esta elección por su crecimiento en la última década. El mayor porcentaje d ellos tiene raíces en Puerto Rico, unos 472 mil, según el censo más reciente. Los otros en disputa, los que con sus votos pueden definir la elección, son Georgia (16), Carolina del Norte (16), Michigan (15) Arizona (11), Wisconsin (10) y Nevada (6). De todos modos, los estados con más electores son California (54), Texas (40) Florida (30) y Nueva York (28), pero la tendencia es siempre la misma: demócrata o republicano.
En estas elecciones, Harris tendría asegurado 226 electores, de los 270 que se necesitan para proclamarse vencedor, mientras Trump accedería a 219.
La disputa sería por 93 votos repartidos en los siete estados ya mencionados, que se agrupan en dos zonas geográficas: el Cinturón de Óxido (Rust Belt), la región del Nordeste y Medio Oeste que solía ser el motor industrial del país, actualmente en plena decadencia, y el denominado «Cinturón del Sol» (Sun Belt), la franja que se extiende de costa a costa en la parte sur del país.
En cuanto a los temas principales de cada candidato, las diferencias parecen claras, aunque no lo son si se profundiza. Por su lado, Trump promueve políticas que incrementen la economía a través de recortes de impuestos a las horas extras y a las propinas, aumento de aranceles, aumento del salario mínimo que es de U$S 7,50, desde hace 15 años. El candidato republicano también promete reforzar la seguridad fronteriza y en cuanto a la nacional, aboga por un aumento en el gasto militar y una postura más agresiva a adversarios como China.
En cuanto a las propuestas de Kamala Harris, están basadas en la reforma a la justicia penal, la equidad racial así como los derechos reproductivos de las mujeres. La candidata demócrata también le da mucha importancia al cambio climático, promueve políticas verdes y una transición hacia energías renovables. En el campo de la salud, expresa el deseo de continuar con las políticas sanitarias del expresidente Barack Obama. Harris también apoya la educación pública y promete la creación de programas accesibles a la educación superior.
El panorama electoral es de difícil predicción, por la paridad que muestran los números. En las encuestas, Trump ha mostrado un apoyo solido dentro de su base, pero enfrenta ciertas resistencias en algunos segmentos del electorado moderado. Harris, por otro lado, es popular entre los votantes jóvenes, mujeres y minorías, aunque enfrenta críticas dentro de su propio partido y del electorado indeciso, sobre todo en políticas económicas y la posición de Estados Unidos en el operativo militar de Israel en Gaza.
La posibilidad de ganar dependerá en gran medida de la movilización de sus respectivas bases y de los temas que dominen el discurso electoral en estos últimos días.