A los ojos ajenos Paraguay enfrentará el próximo domingo 30, unas elecciones en las que competirán 13 candidatos, de los cuales sólo dos pueden acceder al premio mayor. A los ojos extraños, también, el país vivirá una jornada propia de una ordenada democracia occidental y cristiana, que cada cinco años convoca a su pueblo a celebrar el ritual que le garantizará al establishment que todo siga igual. Las formas, como siempre desde que el dictador Alfredo Stroessner (1954–1989) se marchó, han sido cuidadosamente guardadas: la duración de cada ciclo presidencial –menos el del progresista Fernando Lugo, derrocado en 2012–, la clásica intromisión de la embajada de Estados Unidos y el envío de veedores de la OEA, dirigidos por un estadounidense, con la misión de bendecir el acto.
Aunque todo está cantado, menos el nombre del próximo presidente para el período 2023–2028, la elección ha sido presentada como un choque entre extremos. De un lado Santiago Peña, del Partido Colorado, el mismo de Stroessner y de quien la dirigencia aún no ha renegado, y del otro Efraín Alegre, el líder del Partido Liberal Radical Auténtico que se postula por una alianza de ocasión llamada Concertación por un Nuevo Paraguay. En una campaña en la que la violencia siempre estuvo presente, los supuestos extremos no han ofrecido ningún programa que los diferencie. Tanto que lo único que parece alejarlos es un asunto –mantener relaciones con Taiwán o romper y acordar con China– que sólo interesa, y cómo, a EE UU y al empresariado exportador.
El sistema electoral no prevé que haya segunda ronda para definir un comicio. Gana quien junte más votos, así sea solamente uno. No está escrito, obviamente, pero tácitamente existe la figura del gran elector y en los hechos está naturalizado que sea Estados Unidos. En esta ocasión, pese a que los posibles ganadores son fieles a la Casa Blanca, la gran potencia igual adoptó sus recaudos. De ahí que el primer, grosero acto de intromisión, con miras a estas elecciones se haya dado ya en agosto del año pasado, cuando Washington borró de la escena, por “significativamente corrupto”, al ex presidente Horacio Cartes (2013–2018). Pese a que éste es el virtual dueño de la candidatura de Peña, pensando en el futuro tenía que ponerle límites a la corrupción colorada. Además, Alegre es igualmente confiable.
El gran mazazo llegó, sin embargo, tres meses antes de las elecciones del domingo, el 26 de enero, cuando el embajador de Estados Unidos en Asunción, Marc Ostfield, anunció que la Oficina de Control de Activos Extranjeros había incluido a Cartes en su lista de “políticos corruptos”. La noticia no la dieron ni la Casa Blanca ni la cancillería norteamericana, y no llegó a ningún estamento del gobierno paraguayo sino directamente a los medios. Se trata de una medida de inusual tono intervencionista, porque toda persona o empresa que acuerde cualquier negociación con el ex presidente será sancionado por EE UU. Casi que en el acto, Cartes cedió sus bienes a sus hijos, y a su hermana Sarah le transfirió el importante holding mediático que creó en los últimos meses de su gobierno.
Este último acto de intromisión golpeó directamente a Peña, que si tiene cierta vida política se la debe a Cartes, que ha sido su tutor y financista con el que no puede romper de un día para el otro. Así, se tuvo que bancar nuevas agresiones del embajador, olvidado ya de los buenos usos de la diplomacia. “Antes, durante y después de su mandato presidencial, Cartes incurrió en un patrón coordinado de corrupción que incluye sobornos a funcionarios y legisladores”, dijo Ostfield, para agregar, con doctoral gesto, que “durante más de una década el expresidente aprovechó su riqueza ilegítima para expandir su poder político y económico y socavar de forma sistemática las instituciones democráticas”.
La performance de Ostfield tiene precedentes inmediatos. El 23 de agosto pasado, cuatro días después de que Cartes fuera excomulgado por “significativamente corrupto”, llegó a Asunción, sin aviso, Mark Wells, número dos de las relaciones de Estados Unidos con América Latina. La embajada informó que se reuniría con legisladores y con el ministro del Interior pero no con el canciller, con los jefes de los servicios de inteligencia, pero no con dirigentes políticos o empresariales. Se marchó calladamente. Se especuló que había venido con la intención de intervenir a favor del empresario Blas Zapag, quien con los suecos de Grindus Investments encabeza un consorcio que invertirá u$S 3.300 millones para producir pasta celulósica, un proyecto que colisiona con los intereses del ex presidente.
Tras el sermón sobre Cartes, el mismo día, pero por separado, mientras en la embajada se velaban los restos políticos del expresidente, Peña y Alegre fueron al encuentro de Ostfield. Al cabo de sus reuniones ambos dieron sendos comunicados en los que explicaron los valores de lo conversado y, en una coincidencia grotesca, usaron casi los mismos lugares comunes para decir nada. Que en sus diálogos trataron temas interesantes para el país (Alegre), asuntos importantes (Peña) y estrategias en cosas fundamentales como crimen organizado, narcotráfico y lavado de dinero (los dos). Sólo les faltó coincidir en que habían ido a la fortaleza de la avenida Mariscal López con el único objetivo de recibir la bendición y sacarse la foto que luego repartirían como si fueran estampitas de San Valentín.
Los 13 candidatos
Lista 1: Santiago Peña-Pedro Alliana (Asociación Nacional Republicana). 3: Efraín Alegre-Soledad Núñez (Concertación Para un Nuevo Paraguay). 7: Jorge Humberto Gómez-Noelia Núñez (Unión Nacional de Ciudadanos Éticos). 10: Euclides Acevedo-Jorge Querey (Movimiento Nueva República). 14: Juan Félix Romero-Catalina Ramírez (Movimiento Humanista y Solidario). 15: Luis Talavera-Celso Álvarez (Nacional Unámonos) 21: José Luis Chilavert-Sofía Scheid (Partido de la Juventud). 23: Óscar Cañete-Luis Wilfrido Arce (Partido Verde). 30: Prudencio Burgos-Leona Guaraní (Partido Nacional de la Gente 30ª). 33: Alfredo Machuca-Justina Noguera (Movimiento Coordinadora Patriótica Ciudadana). 45: Rosa Bogarín-Herminio Lesme (Partido Socialista Democrático Herederos). 777: Aurelio Martínez Cabral-David Sánchez (Únete Paraguay). 911: Paraguayo Cubas-Stilber Valdez (Cruzada Nacional).