La elección de Argentina para presidir la Celac, la asunción de Alberto Fernández para ejercer esa presidencia pro témpore, es una gran noticia para la región. La Celac fue concebida como continuidad un proceso de integración que tuvo su hito principal cuando se le dijo “No al Alca” en noviembre de 2005. A partir de ese acontecimiento, se amplió considerablemente el Mercosur, no solo porque se incorporó Venezuela sino porque tuvo el comercio interregión más importante de toda su historia. Además de que en las entrañas del Mercosur se agregó la clave social, la clave cultural, la clave ciudadana, y se creó su Parlamento.
La continuidad que se dio con el crecimiento del Mercosur se registró con la creación del Unasur (marzo, 2008). Nunca se había dado semejante unión de naciones sudamericanas. Nunca se habían constituido en reuniones los presidentes de este subcontinente. A partir de ese momento, tuvo una actividad muy intensa y muy fructífera. La Celac (febrero, 2010) es la continuidad natural de aquello, con igual intención de mejorar el Mercosur, juntar a los sudamericanos entre sí y también los caribeños. Se crea por la confluencia de historias e intereses comunes. Más allá de que estemos en el mismo continente que EE UU y Canadá, los intereses regionales son diferentes y en muchas ocasiones, antagónicos. Es natural, entonces, que hubiera un espacio donde confluir aquellos que tuvieran la intención de articular colectivamente. Pero la Celac, como la Unasur y el Mercosur, recibió los embates de aquellos que no quisieron la integración, que no les convienen estas políticas de tránsito en común, y que prefieren una relación más bilateral, incondicional con los EE UU.
Con el triunfo de López Obrador en México se retoma la posibilidad de que la Celac sea protagonista. Ese país, ese gobierno, ha hecho un trabajo extraordinario en ese sentido. Ahora deberá continuarlo la Argentina. Y es oportuna la presidencia en ese organismo: se da en un momento con procesos electorales favorables.
Qué bueno que sea la democracia la que resuelva las diferencias políticas en nuestra región. Que se haya votado en varios países es importante. Que Bolivia, luego de un golpe de Estado haya retomado su sendero progresista y popular. Que en Perú haya triunfado el profesor Castillo, representante de un país oculto, ignorado, invisibilizado. Que en Chile haya triunfado una izquierda nueva, no solo joven en la edad de su protagonista, Gabriel Boric, sino con una propuesta nueva, a la que habrá que seguir con mucha atención. Que en Honduras haya triunfado Xiomara Castro, la compañera de Manuel Zelaya, justamente quien fuera desplazado de la presidencia hace 12 años con un golpe. Y las elecciones en Venezuela: no hay que subestimar su importancia porque la paciencia estratégica del gobierno logró que todos se fueran al proceso electoral. Pensar una Venezuela en paz significa mucho para la región. Ahora le toca el turno a Colombia. Tiene muchas posibilidades Gustavo Petro, un hombre de la izquierda, rodeado de sectores muy interesantes, con propuestas modernas, populares, de prosperidad para el país. Y también Sergio Fajardo, más de centroizquierda, que fuera alcalde de Medellín. Pero en cualquier caso, tiene muy pocas posibilidades el uribismo.
Lo de Brasil parece más claro. Todos los datos indican que Lula será el presidente. Será un salto muy significativo para la región porque toda la incertidumbre que se vive en relación a qué sucederá con la Constituyente en Chile y todos los embates que sufre el gobierno de Perú no serán lo mismo con Lula presidiendo un país tan estratégico para la región toda. Eso redundará muy positivamente en el objetivo de mancomunar a los pueblos de la región. Por eso es muy positivo para la Argentina presidir la Celac en esta hora. Por eso es importante que nuestros países sean gobernados por propuestas populares que tengan el objetivo de transitar un camino en común, el único destino posible, el de la integración, el camino de la Patria Grande. «