La firma de Patricia Bullrich en la Resolución 598/2019 concretó el martes 16 la instauración de un proyecto dirigido a jóvenes de 16 a 20 años, apuntado a quienes no trabajen ni estudien, para que puedan desarrollarse a través de una serie de talleres cuyo objetivo es “brindar capacitación en valores democráticos y republicanos”. La medida fue presentada por el presidente Mauricio Macri y la ministra en Campo de Mayo, una de las sedes donde se llevará a cabo el Servicio Cívico Voluntario.
Años atrás Julio Cobos, entonces vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner, fue impulsor de una propuesta similar que ya había implementado en Mendoza bajo su gobernación. Reimpulsado por la UCR en 2010, el proyecto llegó a obtener media sanción en el Congreso. Hoy, casi una década más tarde, el papel de Gendarmería vuelve a ser tema de agenda camuflado en un rol social que promete fomentar la educación y el compromiso personal, promocionar hábitos personales y capacitar a jóvenes en habilidades para el trabajo, la cultura y el deporte.
En Argentina, la muerte del conscripto Omar Octavio Carrasco, el 6 de marzo de 1994, fue la gota que rebalsó el vaso para darle un cierre al Servicio Militar Obligatorio en el país. Cuestionado a nivel social y político tras la dictadura y la Guerra de Malvinas, en 1983 se unieron 73 mil soldados, y en 1994, apenas 13 mil. El 31 de agosto de ese mismo año, el entonces presidente Carlos Menem firmó el Decreto 1537 que puso fin a la obligatoriedad del servicio militar que regía desde 1902. Poco después se aprobó la Ley 24.429 en habilitó el Servicio Militar Voluntario: desde su implementación, oscila entre 13 mil y 19 efectivos.
El servicio militar en el mundo presenta diferentes características: si bien el desarrollo militar en cada país suele ser bastante particular, hay una tendencia en el globo al servicio voluntario. La obligatoriedad de las prestaciones militares rige principalmente en países con latentes problemas en sus fronteras. Las dos Coreas, Irán, Siria, Egipto, Argelia, Israel y Eritrea son ejemplos de ello.
En contraste con el resto de los continentes, Europa atraviesa por una oleada de países que empezaron a creer que no había necesidad de un servicio militar obligatorio en épocas donde la diplomacia es la norma y la guerra parte de la historia. Muchos Estados del Este, como Croacia, Hungría, Polonia o República Checa, dieron de baja en el último milenio la conscripción, mientras que potencias como Alemania, Francia, España o Italia suspendieron el servicio obligatorio “por tiempos de paz”.
Tres extrañas excepciones son las de Suiza, Finlandia y Noruega, que pese a su histórica neutralidad en conflictos bélicos cuentan con un servicio militar obligatorio de seis meses en los primeros dos casos y de 19 meses en el último.
De las tres grandes potencias mundiales –Estados Unidos, China y Rusia– solo el país norteamericano cuenta con un sistema voluntario desde 1975, cuando se abolió la conscripción bajo la presidencia de Gerald Ford. La cultura patriótica es uno de los factores que hacen posible evitar la obligatoriedad del servicio militar al igual que en China, que si bien el reclutamiento es oficial desde 1949, la gran cantidad de individuos que se unen voluntariamente a las Fuerzas Armadas hicieron que la conscripción nunca haya sido aplicada. En el caso del país más extenso del planeta, las prestaciones militares obligatorias fueron introducidas durante la Rusia Imperial en 1874 y desde 2008 cuenta con un sistema obligatorio que fue reducido de 24 a 12 meses de duración.
En cuanto a la región, las aguas están bien divididas. A pesar de no existir conflictos a gran escala entre los países sudamericanos, a excepción de la crisis interna venezolana y sus consecuentes oleadas migratorias, principalmente a Colombia, hacen que justamente estos países sean dos de los tres que obligan a los jóvenes a un servicio militar. El tercero es Bolivia, que como los casos de Suiza o Finlandia en Europa, también llama la atención por su pasividad frente a los conflictos.
Por su parte, Brasil, Chile y Paraguay cuentan con un sistema de conscripción algo más flexible que el resto, donde el régimen militar se puede evitar por estudios, orfandad, objeción de conciencia, “tiempos de paz” o simplemente sustituirlo al brindar servicio en otra rama de las Fuerzas Armadas. «