El empresario George Washington de Oliveira Sousa, un seguidor del presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien fue detenido en la noche del sábado por colocar una bomba en un camión en los alrededores del aeropuerto de Brasilia, fue transferido a la cárcel de Papuda, un centro penitenciario de máxima seguridad.
Según informaciones de hoy de la Policía Civil, el hombre fue trasladado ayer después de que fuera interrogado y confesara sus intentos de hacer explotar el camión, por lo que fue acusado formalmente de terrorismo, informó la agencia de noticias Sputnik.
El simpatizante de Bolsonaro fue detenido después de que el conductor del camión (cargado con kerosene para abastecer aviones) encontrara un artefacto sospechoso; el escuadrón antibombas de la policía desactivó el paquete, y no hubo daños de gravedad.
Poco después, tras ser arrestado, Washington confesó que quería «provocar el caos» para que se decretara el estado de sitio en el país y evitar así que el 1 de enero asuma Luiz Inácio Lula da Silva como presidente del país.
La policía confirmó que el detenido era un integrante del campamento de extrema derecha situado frente a la sede del Ejército (QG, en portugués) en Brasilia, que busca desconocer el resultado electoral de octubre y pide un golpe militar para evitar que el presidente electo asuma el próximo domingo.
En los registros en su departamento, la policía encontró un arsenal de armas de alto calibre: un fusil, dos espingardas, pistolas, revólveres, munición, otros cinco artefactos explosivos y uniformes de camuflaje.
El detenido dijo que planeó esos hechos junto a otros manifestantes que apoyan a Bolsonaro.
Según la versión del sospechoso, de 54 años, también planeaba instalar explosivos en postes cerca de una subestación eléctrica en Taguatinga, ciudad del Distrito Federal.
«Una mujer desconocida sugirió a los manifestantes en el cuartel que se instalara una bomba en la subestación eléctrica de Taguatinga para provocar la falta de energía eléctrica y comenzar el caos que llevaría a la declaración del estado de sitio», confesó ayer.
Dijo que trabaja como gerente en una estación de servicio en el interior del estado de Pará y que, desde octubre del año pasado, cuando obtuvo la licencia para portar armas, compró pistolas, revólveres, fusiles, carabinas y municiones.
El intento terrorista suma presión sobre la ceremonia de toma de posesión de Lula, a la que está previsto que acudan casi una veintena de jefes de Estado, además de cientos de miles de simpatizantes de izquierda.