El acuerdo de Brexit negociado con sudor y sangre por Theresa May fue estrepitosamente rechazado este martes por el parlamento británico, sembrando más incertidumbre sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea y el futuro inmediato de la primera ministra.
El documento de 585 páginas fruto de 17 meses de difíciles negociaciones entre Londres y Bruselas sufrió un histórico revés en un parlamento ampliamente hostil: 432 diputados votaron en contra y solo 202 a favor.
«Esta es una derrota catastrófica para el gobierno», lanzó el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn. E inmediatamente presentó una moción de censura contra el ejecutivo, «para que la cámara pueda dar su veredicto sobre su incompetencia».
De ser aprobada, esta moción, que debe ser debatida el miércoles, podría desembocar en la formación de un nuevo ejecutivo o en elecciones legislativas anticipadas.
Todo el mundo anticipaba el rechazo parlamentario al acuerdo de Brexit y los mercados financieros vieron incluso como la divisa británica, la libra esterlina, limitaba las pérdidas después de que la votación transcurriese como previsto.
De nada sirvieron los esfuerzos de May, que cerró cinco días de acalorados debates llamando a los diputados a respetar el resultado del referéndum de 2016, en que un 52% de británicos votó a favor de salir de la UE.
«Creo que tenemos el deber de cumplir con la decisión democrática del pueblo británico», había dicho, advirtiendo a los legisladores que Bruselas no ofrecerá ningún «acuerdo alternativo».
Para los diputados euroescépticos el acuerdo negociado por May hace concesiones inaceptables a la Unión Europea. Por su parte, los proeuropeos ven en él condiciones peores a las que tiene el país actualmente como miembro del bloque.
Su punto más conflictivo es el denominado ‘backstop’, un mecanismo ideado para evitar la reinstauración de una frontera dura en la isla de Irlanda -susceptible de amenazar el Acuerdo de Paz de 1998- y que en opinión de los euroescépticos podía mantener a Reino Unido atrapado en las redes europeas indefinidamente.
Así, a poco más de dos meses de la fecha fijada para el Brexit, el próximo 29 de marzo, el país quedó sumido en el limbo.
May prometió que el gobierno presentará un plan alternativo el lunes. Pero será a condición de sobrevivir a la moción de censura presentada por el Partido Laborista.
Esta moción sin embargo no tiene garantizado el éxito: pese a que muchos rebeldes conservadores votaron contra el acuerdo de May, no es seguro que den su respaldo a una iniciativa que podría expulsar a su partido del poder.
Sin embargo, el plan B de May puede ser enmendado por los parlamentarios con sus propias propuestas, por lo que todas las opciones siguen abiertas: desde un Brexit sin acuerdo de catastróficas consecuencias hasta un segundo referéndum, pasando por una renegociación con la UE.
En previsión del huracán que se gestaba en Londres, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, había regresado a Bruselas por la tarde anulando su participación en un debate previsto junto al jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, el miércoles en Estrasburgo.
Los responsables europeos han afirmando en reiteradas ocasiones que este era «el único acuerdo posible».
«Theresa May tiene razón en decir que era el acuerdo tal como ella lo presentó o ningún acuerdo», afirmó por la mañana la ministra francesa de Asuntos Europeos, Nathalie Loiseau. «A menos que Reino Unido cambie de posición y venga con una nueva propuesta», agregó.
Tras el rechazo del texto, «las próximas semanas y meses podrían ser difíciles», reconoció el canciller austriaco Sebastian Kurz ante el Parlamento Europeo.
May, consciente de que se encaminaba a una estrepitosa derrota, ya había anulado la primera sesión de ratificación parlamentaria prevista para el 11 de diciembre. Cinco semanas después, nada había cambiado.
Mostrando la profunda división que el Brexit sembró en el país, activistas de ambos campos se habían concentrado desde la mañana a las puertas del Parlamento para hacer llegar sus mensajes a los diputados.
«Votamos a favor del Brexit, queremos abandonar la Unión Europea. Y queremos que esa gente dentro de la Cámara nos vea, nos escuche y escuche lo que decimos», afirmó Sally Smith, empleada en el sector de la construcción.
Rodeada por activistas con banderas europeas, otra manifestante, Elena Useinovic, decía: «Espero que se pare todo el Brexit, que haya una consulta popular, pero creo que los últimos dos años de política británica han demostrado la locura en este país».